La soberanía en crisis

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6 de febrero de 2020
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12:27 am
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La soberanía en crisis

Por J. Wilfredo Sánchez V.
General y abogado

Los representantes de Gran Bretaña, la Unión Soviética, Estados Unidos y China, en 1944, en Dumbarton Oaks, Estados Unidos, para la preparación de un plan de organización mundial que sirviera de base para la Carta de las Naciones Unidas, trabajaron bajo el principio de que “la soberanía de los estados estará sometida a las limitaciones del Derecho Internacional”, este principio fue excluido en la aprobación final.

Es innegable la anulación de la autodeterminación y el respeto soberano de los pueblos y estados, son ejemplos Checoslovaquia, Hungría, Ucrania, Bielorrusia, Panamá, Granada, Irak, Irán, Afganistán, Chechenia, Honduras, etc.
En cuanto a la soberanía interna, no ha sido solamente la doctrina política internacional la que conforma la conducta política de los pueblos, ha sido evidente en la manifestación popular latinoamericana que la ausencia de la ética en la conducta de los dirigentes políticos gobernantes, han propiciado la corrupción en el manejo de la cosa pública, la impunidad y la ineficiencia administrativa, propiciando la pérdida de credibilidad en los políticos tradicionales en cuyas manos ha caído el manejo del Estado. Esto ha provocado la pérdida de fe en lo nuestro, desconfianza en los políticos, pues los partidos políticos han sido secuestrados por grupos que han convertido al proceso de la democracia en rentable negocio. La conducta deshonesta, corrupta, ha promovido el manoseo de la Constitución, resquebrajando el Estado de Derecho, ha causado la pérdida de confianza en el país, la debilidad de nuestro sistema judicial, por pocos y malos jueces, debilita la seguridad jurídica, la inversión económica pierde la confianza para hacer negocio y huye, el desempleo aumenta y ese espacio es llenado por la delincuencia que no son regulados por el sistema legal legítimo.

Desde cuando despuntó la primera aurora al ojo humano, el hombre disfrutó de su primer derecho, la conservación de la vida, para ello el hombre sintió la necesidad de asociarse y paralelamente fueron estableciendo las normas primarias de convivencia, dentro de las cuales surgió el concepto de autoridad y poder, elementos primigenios de la política.

Estos elementos han marcado la historia con ríos de sangre en las guerras provocadas por su ejercicio. Ha sido inmenso el sacrificio humano para llegar a conquistar el derecho a la libertad, equilibrando los elementos poder, libertad y orden.

Al conquistar el pueblo la fuente del poder soberano como su titular, delega la autoridad para el ejercicio limitado para satisfacer las necesidades de la colectividad, establece los límites de tal ejercicio y las obligaciones a cumplir en la Constitución que debe ser respetada.

La idea más concreta de Constitución es la ofrecida por el hecho de tratarse de la Ley Suprema, es decir, se encuentra en la cúspide, por encima del propio Estado, en cuya consecuencia, debe ser respetada, hacerse respetar por los demás, en uso de la facultad otorgada por la propia Constitución.

Al debilitarse la autoridad y el poder que de ella emana, la soberanía interna va siendo rescatada por su fuente natural, el pueblo; el gobierno se torna vulnerable a las pretensiones de grupos de presión, que sin ser mayoría van conquistando espacio, y en no pocas oportunidades pretendiendo forzar el sistema cultural y jurídico que el pueblo mayoritario, democráticamente ha plasmado en la Constitución, tal como la de pretender, que se reconozca como normal las desviaciones contra la naturaleza de la constitución de la familia, y que la sexualidad es asunto de elección y no de lo que la naturaleza y Dios determinan.

Este paulatino debilitamiento de la autoridad soberana delegada del gobierno y asumida por el pueblo ha provocado una creciente actitud desafiante hacia la autoridad. Si a esto le agregamos los actos de violación constitucional, y la corrupción institucionalizada en todos los estratos sociales, en las empresas gubernamentales y el empresariado comercial e industrial, político y religioso, por una falta de moral en la familia, es el caos la meta segura. La negación de nuestro ser nacional.

La escuela, iglesia, los medios de comunicación que tienen la oportunidad de influir en la formación cívica, moral y cultural del pueblo, no asume su papel porque está infectado con este virus, para el caso, algunos comunicadores pretenden eliminar los artículos en las leyes que protegen el honor y la dignidad de las personas para tener vía libre a convertirse en impunes sicofantes, su limitado conocimiento les niega saber que hay compromisos internacionales regionales y universales que manda la protección del honor y la obligación del Estado a protegerlo, el artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así lo manda. No es solo de reformar el Código Penal, sino que reformar tal Declaración y la Constitución de la República, que manda el respeto a los tratados en que Honduras es parte. La soberanía oficial interna desaparece.

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