Lo que no se dice sobre la Facultad de Medicina

OM
/
6 de febrero de 2020
/
12:45 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Lo que no se dice sobre la Facultad de Medicina

Por Rafael Jerez Moreno
Twitter: @RafaJerezHn

La gran bandera de las campañas electorales y la eterna promesa de los políticos. Todos queremos y hablamos sobre salud pública universal. Los debates mediáticos sobre la incompetencia de los gobernantes y el surgimiento de plataformas gremiales, malos contra buenos en una batalla que sigue teniendo el mismo perdedor, el hondureño. Pero en una estructura tan grande, las cosas van más allá de lo que las portadas y los noticieros nos enseñan, hay de perdedores a perdedores en un sistema sin controles robustos, el estudiante de medicina.

Interminables discusiones sobre la prevalencia de la educación pública sobre la privada resultan estériles en una sociedad donde ni unos ni otros estudiantes tienen suficientes oportunidades para vivir dignamente. La carrera de medicina es sin duda alguna, una de las más nobles y prestigiosas del país, pero también una de las más sacrificadas por el tiempo y esfuerzo que conlleva iniciarla, enfrentarla y finalizarla. Una carrera en la que al tener 27 años se es todavía bastante joven, teniendo en cuenta el provenir de estudios que hay por delante para competir en el mercado. Vocación y dedicación.

Pero entre tantos laureles en los que se coloca a los galenos, y entre los debates del gobierno y la plataforma, ha habido un silencio prolongado, y es que nadie habla sobre los estudiantes de medicina. Ciertamente algo en lo que todos y todas tenemos claridad es que en todas las carreras hay docentes buenos y malos, ha sido y siempre será así. Algunos con altas calificaciones profesionales y otros con altas habilidades en el clientelismo político; pero, en muchos casos ser un profesional exitoso no es sinónimo de ser un buen docente. Cuando se habla de sacrificio se tiende a confundir el grado de esfuerzo destinado a cumplir con una meta, a corto o largo plazo, con el grado de resistencia que tiene -o debe tener- un estudiante ante el maltrato de sus profesores o inclusive, de sus compañeros de años más avanzados. Autoritarismo.

Relucientes batas blancas y prestigiosos nombres en imponentes centros de salud privados pareciera ser la justificación de muchos profesionales para imponer su ley en las aulas de clase, salas de atención y operación. Se les olvida que cuando del Hospital Escuela se trata, o de la Facultad de Medicina, son los impuestos de los hondureños los que mantienen al día su cuenta de banco. De unos aprenden otros. A algunos estudiantes se les olvida que también pasaron por etapas anteriores durante la carrera; al llegar a sus últimos años deciden repetir las viejas triquiñuelas que vivieron en su momento. Me lo hicieron a mí, y por eso te lo hago a ti. Inmadurez.
Como pasa en política, no todos los médicos son iguales, siempre habrá profesionales de altura dignos de admirar. Por los demás, las inhumanas jornadas de estudio y trabajo, las actitudes abusivas de profesores y residentes y el machismo de algunos doctores deben denunciarse, y la Universidad debe actuar. Para que sea lo que todos dicen que es, la Universidad no solo debe aspirar a la luz hacia afuera, sino hacia adentro también, con sus estudiantes.

Más de Columnistas
Lo Más Visto