Miramonte
No es esa la primera empresa que se cierra, y cuántas no vendrán por tantas dificultades que nuestras leyes y los servidores públicos con que trabajan (vuelva mañana), el alto costo de la energía eléctrica, los altos impuestos, tasas, servicios que se pagan y lo peor, el extorsionamiento de la peor dependencia del Estado, Servicio de Aduanas y Rentas (SAR), donde termina de rebalsar el vaso.
Creo que todavía hay tiempo para abolir todas esas trabas y hacer que Honduras se vuelva un paraíso de inversiones.
Pero para lograr eso debemos de educar y que apliquen las leyes como debe ser, no arbitrariamente, al criterio de un empleado público que solo está pensando cómo pegarle la mordida a la empresa que quiere trabajar por el bien de su empresa y de su país.
Ya es tiempo que se debería tener empleados que brindan las facilidades para hacer cualquier trámite que solicita la empresa privada, que es la que crea fuentes de trabajo, no es el gobierno; además que los empleados públicos se deberían de dar cuenta que quien les paga, es la empresa privada a través del pago de los impuestos.
Seamos eficientes para atraer la inversión extranjera.
Hermann M. Reichle V.
Tegucigalpa, M.D.C.
