EL PASTORCITO JORDANO QUE GUIABA SU REBAÑO EN LA GUARDARRAYA CON ISRAEL

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8 de febrero de 2020
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01:02 am
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EL PASTORCITO JORDANO QUE GUIABA SU REBAÑO EN LA GUARDARRAYA CON ISRAEL

Por: Jubal Valerio Hernández

En julio de 1985 realicé mi primera visita a Israel. Asistía a una conferencia de presidentes de Institutos Culturales de Iberoamérica que realizaban intercambio cultural con Israel. Lo hacía en mi condición de presidente del Instituto Cultural Honduras-Israel (cargo que aún ostento). Me acompañaba mi padre, el profesor Octasiano Valerio, con quien veníamos de su acto de incorporación a la Real Academia de la Lengua, realizado pocos días antes en la ciudad de Madrid.

La sede de la reunión era la ciudad de Jerusalén y fuimos hospedados en uno de sus más famosos hoteles, el “Diplomat”, que se encontraba justo en la línea fronteriza de Israel con Jordania. Nuestra habitación, daba vista hacia el territorio jordano, donde, para ser sinceros, no encontraba nada que me fuera particularmente atractivo.

Una mañana, muy temprano, me despertó el sonido de una “chirimilla”, instrumento musical de viento de madera muy utilizado en el área rural de los países del medio oriente. La tonada que escuchaba era sencilla, pero con un inconfundible sabor árabe. Al acercarme a la ventana pude distinguir un rebaño de ovejas que pasaba justo enfrente de nuestra habitación, ubicada en el cuarto piso del hotel antes mencionado.

El rebaño era conducido por un pastorcito de unos diez años de edad, que iba tocando la chirimilla, inmediatamente desperté a mi padre y lo urgí a que viniera a la ventana para que me acompañara a ver aquella escena tan particular y emblemática, que yo conocía únicamente por la lectura de algunos cuentos o visto en escenas de películas que en contadas ocasiones habían exhibido en los cines de Tegucigalpa. No podía dar crédito a lo que mis ojos veían y mis oídos escuchaban.

Nos emocionamos mucho con mi padre ante aquella escena tan inusual para nosotros y estuvimos observando el rebaño que conducía el pastorcito jordano hasta que lo perdimos de vista. Pensé y así se lo comunique a mi padre y él estuvo de acuerdo, que la vida continuaba en aquellos países, que aún conservaban sus costumbres ancestrales, los dos países vecinos, no habían firmado un tratado de paz, como si lo habían hecho Egipto e Israel, después de la histórica visita a este país en noviembre de 1977 del presidente egipcio Anwar El Sadat, cuando fue recibido en el aeropuerto de Tel Aviv, por la primera ministro Golda Meyer. De acuerdo a lo que nos manifestaban nuestros anfitriones, que el siguiente país árabe con el que mayores posibilidades veían de firmar un tratado similar, era Jordania, cuyo monarca se mostraba proclive a que así ocurriera.

Durante nuestra estadía, se mantuvo en curso una huelga general de los periodistas de todos los medios de comunicación de Israel, debido a lo cual la única estación de televisión que podía sintonizarse en territorio israelí era la de Jordania, que transmitía algunos programas y noticieros en Francés, en los cuales se escuchaban, con frecuencia, fuertes ataques hacia el gobierno de Israel. Por lo demás, la vida continuaba con normalidad. Me ponía a pensar: ¿Qué hubiese ocurrido en nuestro país, en similares circunstancias, cuando el conflicto bélico de Honduras con El Salvador de 1969? Por supuesto, las hostilidades entre Israel y los países árabes de 1967 ya habían cesado, aunque no así la guerra mediática.

Cuando le conté esta historia a mi nietecito Fernando Andrés Fernández Valerio, de once años, me dijo: Todas las historias que tú me cuentas las tengo grabadas en mi mente y pienso escribirlas cuando ya sea mayor. En cuanto a esta del pastorcito, que me ha gustado mucho, lo único que puedo ofrecerte es hacerle una ilustración, para cuando decidas publicarla. ¿Te parece? Acepé de inmediato, conociendo la facilidad que tiene este niño para dibujar y pintar, con él, nos une , además de un profundo afecto, lo que yo podría definir como una afinidad intelectual, pues la mayor parte de nuestras conversaciones giran en torno a temas geográficos e históricos y aún, en cierto modo, filosóficos.

Con posterioridad a ese viaje por Israel, me enteré que el hotel “Diplomat”, había sido convertido por el gobierno israelí, en sitio de hospedaje de los judíos provenientes de Rusia, en aquel tiempo todavía la principal nación que integraba la Unión soviética y quienes venían con una formación científica y cultural de alto nivel a incorporarse a los planes de desarrollo que impulsaba el Estado de Israel.

Recientemente, en diciembre de 2019, me he enterado que el edificio de lo que fue el hotel “Diplomat”, ha sido comprado por la embajada de los Estados Unidos, para instalar su sede en el mismo, como consecuencia de la decisión del presidente Donald Trump, de trasladar su representación diplomática, de Tel Aviv a Jerusalén.

Realicé una segunda visita a Israel en 1987, para participar en otra Conferencia de Presidentes de Institutos Culturales de Israel con Iberoamérica. El embajador israelí en Honduras, Shlomo Cohen, me premió con esta segunda oportunidad, por haber hecho bien mi tarea de impulsar el intercambio cultural entre nuestros dos países, durante diez años consecutivos ( 1977-1987).

He pensado que si lograra visitar de nuevo Israel y la Ciudad Dorada, me acercaría, muy temprano de la mañana, a las inmediaciones del antiguo hotel “Diplomat”, para observar si todavía pasan por el lado jordano los rebaños de ovejas y, ojalá, siempre guiados por algún pastorcito, para escuchar su tonada en la chirimilla. Esta vez, llevaría conmigo una grabadora, o unas hojas de papel pautado, para registrar la melodía y, quizás me serviría, para hacer una composición musical, ahora que he iniciado mis primeras andanzas en esa área del que hacer musical.

Tegucigalpa, MDC, 25 de enero de 2020

El hotel “Diplomat” visto desde territorio jordano.

El pastorcito jordano. Dibujo a lápiz de Fernando A. Fernández Valerio (2008)

La embajada de los EE. UU, recién trasladada de Jerusalem, ocupa el edificio del antiguo hotel “Diplomat”.

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