RÉQUIEM

ZV
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8 de febrero de 2020
/
12:28 am
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RÉQUIEM

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

RÉQUIEM al banco estatal creado para el financiamiento del campo. En sus mejores tiempos la presidencia de esa institución financiera del sector público era apetecida y cotizada porque movía importantes recursos destinados al desarrollo del agro y la actividad ganadera. Los aspirantes –con bastante o algún conocimiento en la disciplina financiera o económica o algo parecido o bien de la ciencia jurídica– disputaban colocación en cualquiera de esos grandes bancos estatales. Primero en la lista, la presidencia o a alguna de las gerencias del Banco Central de Honduras. (Esa era una escuela de donde salían expertos de la rama económica y financiera, disputados, una vez cesaban en sus funciones públicas, para altos puestos en la banca privada. Dirigía la política monetaria y con una superintendencia poderosa fiscalizaba las instituciones del sistema financiero. Tiempo después le desligaron la fiscalización para crear la Comisión Nacional de Bancos y Seguros). La presidencia del Banco Central era más importante –y además tenía más influencia– que cualquier ministerio.

Si el turno le tocaba al país –ya que la cabeza era rotada entre los socios regionales– preferible llegar a los ambicionados sillones del Banco Centroamericano de Integración Económica. Allí financiaban los proyectos de integración –en los cinco países miembros– del mercado común. Su presidente pesaba en el gobierno con parecida influencia al del BANTRAL. Con algunas ventajas. Más aislado de los problemas nacionales y con mejores beneficios. Las prebendas diplomáticas de que gozan los funcionarios internacionales. Inmediatamente después en la escala de apetencias, la presidencia del Banco Nacional de Fomento, sus gerencias especializadas como las direcciones de sus distintas divisiones. En algún momento, cuando decidieron quitarle al banco la promoción industrial –para eso montaron la CONADI que liquidaron cuando funcionarios malandrines y empresarios la drenaron de sus recursos– lo transformaron en el Banco de Desarrollo Agrícola, BANADESA. Este como su antecesor, no solo servía como motor del agro, sino que ejercía una importante función social, por su influencia con agricultores, campesinos y terratenientes de las áreas rurales. En algún momento se les ocurrió que también ocupaban financiar vivienda y salieron con BANHPROVI, pero como ventana de segundo piso. (Ahora quién sabe qué dispongan hacer de esa institución financiera). BANADESA no cerró solo quedó vegetando. Los políticos agarraron de costumbre, con el inicio de cada gobierno, emitir decretos de condonación de las deudas del agro. Para absolver del pago de la deuda a los clientes morosos del banco.

Bien por culpa de las malas cosechas, o porque el préstamo se otorgó sin intención de recuperarlo, o porque muchos de los deudores eran políticos agricultores insolventes –que recibieron crédito gracias a sus influencias– o políticos habilidosos que ya con la plata en la bolsa lo menos que pretendían era pagar. Así que en ese proceso de condonaciones y de capitalizaciones cosméticas –de operaciones ficticias que no funcionan ya que de la nada, solo poniendo papeles, no se puede reponer lo perdido– BANADESA fue poco a poco palideciendo, deshidratándose hasta que entró en coma. Están en el ofrecimiento sacramental de unción de los enfermos –untando los santos óleos– preparando la feligresía para el desenlace fatal. Se nos quedaba uno. Hace años, desapareció. Pero, en la cola, siempre importante, aunque manejando menos recursos, hubo una vez un Banco Municipal Autónomo de Honduras, encargado de prestarle a las alcaldías. Ah, se nos olvidaba mencionar al Banco de los Trabajadores. Ese, aparte que se nos agotó el espacio, no estamos seguros qué fin tuvo o qué fin le dieron.

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