Valle de Ángeles, una joya turística que debemos proteger

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8 de febrero de 2020
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12:03 am
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Valle de Ángeles, una joya turística que debemos proteger

Por: Adán Hilario Suazo Molina
Coronel de Aviación (Retirado)

A tan solo 22 Km. al noreste de Tegucigalpa, abrazado por montañas y pinares, se encuentra el municipio de Valle de Ángeles, su fundación data de 1864; han pasado 156 años en los cuales, la vieja aldea del cimarrón o la marranera, ha experimentado varias designaciones, de las más importantes, fue su declaratoria, con toda justicia de Ciudad Turística, titulo adjudicado, mediante el decreto legislativo 184-96 en el gobierno del Dr. Carlos Roberto Reina, también nominada por la Cámara de Turismo de Honduras, entre los 16 pueblos con encanto del país; estos hechos, entre otras virtudes y ventajas, constituyen el orgullo de identidad, para sus 17,386 habitantes (dato del 2015). Su cercanía y accesibilidad, convierte al valle, en algo como válvula de escape ideal para los capitalinos; lo anotado, son los datos muy generales, que envuelven a este pintoresco pueblo, en un halo de realismo mágico, sin duda alguna, un paradisíaco lugar.

Pero no todo es fiesta, algunos lamentables acontecimientos, han desnudado las falencias mundanas que afectan al municipio, era de esperarse, todo el país está a expensas del mal, pero no somos una ciudad amurallada o circuito cerrado que nos aísle, todo lo contrario, nuestra condición turística nos obliga a ser un pueblo abierto, amistoso, cordial y accesible.

Dos acontecimientos criminales contra el rubro de transporte moto-taxi encendieron las alarmas; aceptémoslo, era un secreto a voces, poco a poco hemos notado cómo el crimen organizado y la delincuencia común se ha infiltrado en nuestra población, ¡ante nuestra pasividad! los lamentos, comentarios y especulaciones son normales, pero no solucionan nada, por lo tanto, hay que actuar, la autoridad como guía y ejecutora de la ley y la población con su apoyo directo y colaboración oportuna.

Sugerimos acciones prioritarias: lógicamente necesitamos saber quiénes somos, para conocernos, estrechar esfuerzos y cerrar filas, de antemano sabemos que el pueblo es habitado por nativos del lugar, estos son la gran mayoría, pero se reconoce, un segmento de pobladores que hemos llegado para quedarnos y convivir, entre este segmento hay prominentes ciudadanos de varios sectores, quienes se involucran y colaboran en organizaciones de voluntariado local; alejando sesgos políticos o sociales, a todos los de buena voluntad y costumbres, nos corresponde colaborar. Reconozcamos, hay una base estructural en el ámbito local que no debe desaprovecharse, estas agrupaciones son: patronatos, juntas de agua, asociaciones de vecinos, iglesias y asociaciones o clubs sociales, esto puede ser una fortaleza, comprendiendo el papel oficial de las autoridades edilicias, junto a las instituciones de seguridad y otros entes estatales, a quienes pertenece el deber, obligación y aplicación de la ley, (Juntos se debe establecer la estrategia).

Además de la amenaza de la delincuencia y el crimen otros males nos agobian, tanto de orden natural como las plagas forestales; de carácter humano, como la destrucción del bosque, la contaminación ambiental, la agricultura y ganadería migratoria, mal manejo de las fuentes de agua, la migración y presión de urbanización sobre las áreas protegidas. Todos estos problemas, han dejado de ser atendidos o se hace muy poco para solventarlos.

Una autoevaluación rápida, nos muestra un Valle de Ángeles, el pueblo encantado y gran paraíso turístico: sin sistema apropiado de recolección y sitio de manejo de los desechos sólidos, sin un sistema de alcantarillado eficiente al menos para el casco urbano, sin lagunas de oxidación de aguas residuales, y aunque parezca insólito, este municipio que es gran productor de agua, pero sus ciudadanos carecen de un servicio digno de este vital líquido, y solo gracias al trabajo organizado y voluntario de las juntas de agua, el problema se solventa para algunos sectores.

La clave no es buscar culpables, comprendamos que las amenazas se han acentuado, por: omisiones, pasividad y permisividad, tanto de autoridades, como ciudadanos, lo más importante es buscar soluciones.

Nuestros ediles deben asumir su rol como primera autoridad del municipio, pero con determinación, dictando las políticas de urbanización y convivencia necesarias, prudentes y lógicas, es obligatorio preguntarnos: ¿queremos seguir con nuestro rol turístico y pueblo encantado?, ¡no podemos arriesgarnos a que el pueblo se convierta, en un tugurio más de Tegucigalpa! Se debe empoderar a la población, con las directrices que los faculten para trabajar en sus barrios, colonias y caseríos y que sean el primer eslabón de seguridad, el trabajo de la policía comunitaria, debe llevarse a términos de realidad; es de vital importancia ordenar el centro urbano tal y como debe ser, con negocios que correspondan y estableciendo al menos los fines de semana solo calles peatonales. Una ciudad organizada, segura y con servicios básicos de primera atraería la inversión y se generaría más empleo.

Por ahí escuchamos, que la ciudad que menos se ensucia es la más limpia… así mismo la ciudad menos contaminada de criminales será la más segura.

Entendámoslo: Valle de Ángeles es como una joya que debemos proteger.

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