DESIGUALDAD DE RIQUEZA

ZV
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9 de febrero de 2020
/
12:53 am
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DESIGUALDAD DE RIQUEZA

A partir del año 2012, comenzó a enfatizarse, con timidez y cautela, el trillado tema de la desigualdad social. El concepto en sí mismo ha generado dudas y controversias en distintos sectores académicos, económicos y sociales. Algunos autores se han negado a aceptar que la desigualdad esté emparentada con la pobreza, y que la misma se haya agigantado a partir del experimento de la nueva globalización financiera y comercial con todas sus respectivas desregulaciones. Pero ocurre que inclusive algunos de los ex–jefes directivos del Banco Mundial no solamente han aceptado la existencia real del fenómeno, sino que han publicado cuando menos un libro y han pronunciado sendas conferencias en Francia y en Canadá, con detalles meticulosos sobre “La globalización de la desigualdad”.

Después de siete años transcurridos, el “Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo” (PNUD), presentó en Colombia, el 9 de diciembre del año pasado, su último informe mundial aceptando y subrayando el tema de la desigualdad social en relación con la “pobreza multidimensional”. El mismo informe fue presentado, dos días después en Tegucigalpa, a un grupo de intelectuales y analistas políticos.

Una primera derivación es que enfrentamos, en una escala global, una problemática de paradigmas, a la cual conviene acercarse con sobriedad y prudencia, sin prejuicios y pasiones que suelen obnubilar las reflexiones. Una segunda derivación es que ya nada se puede remediar respecto de los experimentos económicos que se han ensayado en las últimas tres décadas, en países como el nuestro, con aquello de las “políticas de ajuste estructural de la economía”, emparentadas con el tema de la globalización y desregulación financiera y comercial, y sus escasos rendimientos en la reducción de la pobreza. Tampoco es como para emigrar hacia el otro extremo ideológico, en donde ya se conoce la incapacidad congénita de sus dirigentes al momento de enfrentar y resolver los grandes desafíos económicos de cualquier sociedad.

Un ex–funcionario del Banco Mundial, coincide con sectores de sociedad civil que existe una especie de ecuación entre los conceptos de “globalización, desregulación y desigualdad”. Además de ello sugiere que la brecha de la desigualdad ha crecido no solamente hacia lo interno de los países pobres, sino entre los países ricos y los países atrasados, inclusive entre continentes, y que el problema se experimenta en las entrañas de las mismas sociedades desarrolladas, en un proceso de desindustrialización que vale la pena ser analizado. Como académico y como técnico, este autor francés sugiere, además, que al margen de las diversas percepciones respecto del fenómeno en cuestión, la alternativa debiera ser “globalizar la igualdad”, en contra de la desigualdad.

Aquí, en Honduras, varios analistas e intelectuales más o menos equilibrados, han señalado durante estas últimas décadas los bemoles de un proyecto global que se suponía vendría a sacar de la pobreza a los pueblos atrasados o en vías de desarrollo, pero que en vez de ser la medicina se ha convertido en la causa directa o indirecta de la desigualdad galopante y de la pobreza misma en un gran número de países, en tanto que son poquísimas las sociedades que han logrado crear una clase media numerosa, como para indicar que el modelo es eficiente de verdad. De hecho pareciera ser muy ineficiente. El debate civilizado queda abierto para todos aquellos que deseen incursionar sobre un espinoso tema de escala mundial, en donde se juega el concepto de “Desigualdad de  Riqueza”, siempre y cuando se trate de aportes realistas, mesurados y democráticos.

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