Seis cuentos cortos de Josué Álvarez *

ZV
/
9 de febrero de 2020
/
12:04 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Seis cuentos cortos de Josué Álvarez *

Invierno interior: una breve descripción de aquello que nos gobierna
Cada uno de los poemas contenidos en la publicación de Yonny Rodrígez (2019) Invierno interior lleva por nombre su primera palabra o en su defecto su primer sintagma nominal (decisión estética del autor), sin embargo, habría funcionado igual de bien que el nombre de cada poema fuese el último verso. Esa última idea, si es que ese puede disgregar en varias (ideas) los versos de poemas tan bien trabajados en su unidad, es un cierre seguro, armónico, que concluye severamente el crescendo del poema.

En el poemario el invierno es interpretado como un lugar, no como un espacio temporal. La primera vez que se habla directamente de él en el texto no se dice cuándo, se dice dónde: Invierno pertinaz donde / se tiene un talismán, un dios / al cual rezar… , es una especie de sinestesia que sin temor a forzar el texto también se puede visualizar en el primer poema porque cuando Rodríguez habla de arribar entiendo que arriba a los días, como si la medianoche fuese una frontera donde el yo poético que en este caso yo llamaría un nosotros poético, llega y se atiene al paso del tiempo, entonces la vida se convierte en un viaje de innumerables estaciones. El viaje no se hace solo porque la pluralidad se repite a lo largo de los verbos del poemario: arribamos, somos, cada uno, bajamos, queremos. La colectividad, diría yo, es uno de los ejes centrales en el discurso que el poeta nos propone.

Si contrastamos esta insistencia del poeta en hablar de nosotros con el nombre del poemario se puede visualizar un oxímoron. Lo explico. Rodríguez habla de un invierno específico: el interior y si vagamos un poco por la familia léxica de interior nos encontraremos con intimidad que a su vez nos relaciona a la individualidad, la privacidad, la desnudez a la que solamente nos atrevemos en el interior de algo, de una habitación, por ejemplo. Entonces este conjunto de poemas es una intimidad colectiva. Habla de aquello que todos sabemos que somos, pero no nos atrevemos a decírnoslo los unos a los otros. Habla de lo que sería en un código religioso el pecado, inconfesable, pero común a todos.

El día que pasa (porque es su condición), la lluvia que pasa, la hora que pasa, el invierno (a pesar de ser un lugar) que pasa, el tiempo que pasa por el árbol, por la madera, por la barca, por la cruz, por las cosas amontonadas. En el conjunto de poemas se elabora una especie de campo léxico, donde las palabras entrelazan su significado en su naturaleza de pasajeras y a la vez perennes en la memoria. Aquello que hace posible que una lluvia que ya fue y que no existe más, permanezca en nuestra memoria. Es la conjunción de las cosas (temporales) y la memoria (duradera) la que construye una nostalgia. Y digo una porque no hay dos iguales.

Así gobierna al anhelo / el feliz relámpago. Es tal vez el par de versos que mejor resumen el libro y sus ideas torales, además de ser, a mi juicio, los mejores logrados de todo el poemario ¿Qué hay más fugaz que el relámpago que no olvidamos porque se propone como única luz en la noche más oscura del invierno y que a pesar de su brevedad nos gobierna?

Lo que pasa con el relámpago es común a todos, lo que sentimos al verlo y oírlo se desarrolla en lo más íntimo de nosotros y es a la vez una perfecta analogía de la vida: un conjunto de breves instantes guardados para siempre en la memoria cuyo gobierno es innegable.

El pago: la ausencia aumenta el poder
Quiero hablar de entre todos los relatos con tenidos en “El pago y otros cuentos absurdos” de Eduardo Milla (2019), del cuento llamado “El pago” porque además de parecerme de los más afortunados de esta colección de relatos absurdos, representa muy bien el espíritu de este libro y nos pone como acostumbra la literatura frente a la humanidad misma.

El argumento del cuento es sencillo: una empresa que dilata el pago a sus empleados genera situaciones y reacciones absurdas de estos.

La vida de este cuento radica no en lo que sucede, sino en lo que no sucede, en la ausencia, en lo que no está, de hecho la situación de giro y el motor de la narración es la falta de pago. La figura por ejemplo, del Sr. Gerente sin nombre propio, sin firma siquiera, sin rostro, sin movimiento, un maniquí como se propone es un vacío intencional. Todo en su figura es una ausencia.

Los vacíos prosiguen: nunca se da una explicación de porqué no se paga: una falta de liquidez del banco, un problema financiero de la empresa, nada que avise siquiera una mala voluntad de la compañía en el pago, no hay más que correos escritos desde una fría impersonalidad, una bocina con voz casi divina.

Tampoco hay renuncias, ni denuncias, no se busca otro empleo. Como si la autoridad no existiera o fingiese no existir, como si la legalidad fuera otra de las tantas ausencias. Quizá por eso solo hay respuestas ilegales: las prostitución, el proxenetismo, la estafa a una aseguradora, la venta de órganos y quien sabe qué más el autor, en su dinámica de ausencias, nos ha ocultado. El personaje para obtener dinero recurre a aquello aparentemente inexistente.

Me recuerda a aquella película del magnífico director y guionista iraní, Abbas Kiarostami “El viento nos llevará” en la que todas las escenas importantes no se ven, solo se escuchan o se imaginan a partir de los elementos mostrados antes del hecho. Una narrativa construida intencionalmente desde las ausencias.

La ausencia no es casual en Milla, en el segundo relato de la colección, “La llamada”, es igual una llamada que nunca llega, un individuo que ya no tiene nombre y ni dignidad.

El lema en la oficina del gerente evidencia de igual manera la intencionalidad del tema “La ausencia siempre aumenta el poder”. Funciona como metarrelato, desaparecer, no tener rostro, el silencio, todos resultan recursos eficaces para crear incertidumbre y dominar a los psicológicamente más débiles.

La incertidumbre permite ser a la vez violentador y héroe. El Sr. Gerente, al no efectuarse el pago se convierte en el violentador de los derechos de los trabajadores de la empresa, y a medida que pasa el tiempo, entre más tarde se realice el pago, con más alegría será recibido, entonces, más héroe será día. “Fue bueno, pagó” dirán.

Es una especie de Síndrome de Estocolmo, en el que se termina generando tanta empatía con el secuestrador que se lo termina queriendo, “porque es bueno”, “porque no me golpea”. El pensamiento surge de partir del supuesto de que un secuestrador debería ser más rudo, en cambio no lo es.

Al fin y al cabo, con el pago el personaje olvida todo, la agresión moral y física, y, ¿quién no ha perdonado casi lo que sea cuando recibe su acreditación, su cheque, su efectivo. Ese día, alguien pasa de violentador a héroe según el relato de Milla.

CUESTIÓN DE SUERTE
En una línea alterna del tiempo y del espacio, según el Atlas Histórico de las Interdimensiones, se despierta todos los días sin recuerdos. No hay familias, allí todos viven solos, para no asustarse por las mañanas de quien es su extraño acompañante. Las parejas son fluctuantes, un día es una, otro es día es otra, no hay celos, no hay seguridad de si se está con esa persona por vez primera o si se estuvo antes. Las parejas se conocen por la mañana, en cualquiera de las actividades que se les asigne para que la ciudad funcione. Todos han desarrollado una capacidad de aprendizaje que no lleva más de media hora. A las ocho y media de la mañana comienzan los entrenamientos para los que trabajan en oficinas. En esta realidad paralela, las ciudades son pequeñas, todos se transportan en bicicleta. Cada noche, al finalizar la jornada, las personas se abastecen de pan y lo que comerán por la mañana. Las siestas están prohibidas o se evitan al máximo, porque es el sueño el que destruye los recuerdos. No hay tiempo de reflexionar sobre la felicidad o la infelicidad, no hay recuerdos en los que lamentarse, ni hay planes qué hacer porque todos saben que serán olvidados a la mañana siguiente.

En este mundo, hay una pareja que sin saberlo, se eligen entre sí para pasar sus tardes, para besarse y para hacer el amor, luego en la noche, cada uno vuelve a su casa como está reglamentado. El amor en este caso no es más que suerte, no es más que casualidad, porque siempre son asignados a trabajos cercanos, siempre coinciden, luego ellos eligen, tal como en esta realidad.

HISTORIA DE UNA ETERNIDAD
Me hicieron inmortal en el año 2050, fui una historia de felicidad atrás de unos cinco mil fracasos. Además fui el único, después empezó la guerra y no se pudo hacer otro inmortal.

Habité nueve planetas además de la Tierra. Con los seres humanos estuve en los primeros dos, luego en los próximos seis fueron con los clan, a la especie que evolucionamos. Yo era el único ser humano entre todos los clanes. En el otro planeta viví solo. Todas las especies están extintas. Yo no sabía que tan inmortal era. Hay la certeza de otro mundo cuando todos se mueren, se llegó a comprobar, y todos están ahora compartiéndolo. Yo me quedé solo en esta parte de la humanidad. Lo he visto todo, pero no tengo a quien contar nada. No sabía que ser inmortal era tan solitario .

JUNTOS PARA SIEMPRE
Dos fracasados en el amor hicieron un trato: él fingiría que la amaba perdidamente, ella también. Fingieron frente a todos, besos, caricias, compromisos y fidelidad. El trato era nunca dejar en mal al otro frente a los demás. La situación complacía a ambos. Con esta farsa uno hacía feliz al otro, y así vivieron juntos y felices para siempre.

La gema
En la montañas de Turquía, miles de soldados resguardan la gema más preciada de un rey. Ellos no la han visto, ni siquiera el rey la ha visto. Su padre le contó que que existía y que fue guardada en ese lugar, y a él se lo contó su padre. Al principio la guardia era mínima, pero los tiempos cambiaron y se necesitaron más soldados. Nadie es tan viejo como para haberla visto, y sin embargo la mitad de los gastos del reino son para cuidarla. ¿Qué pasaría si no existiera?

* Hondureño, profesor de literatura en la UNAH. Reside en Tegucigalpa.

Más de La Tribuna Cultural
Lo Más Visto