¿Es derrotable el Partido Nacional?

OM
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11 de febrero de 2020
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12:43 am
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¿Es derrotable el Partido Nacional?

El Tratado de Bogotá

Por Juan Ramón Martínez

Por supuesto que sí. Para que ello sea posible, es fundamental, que el Partido Nacional en el poder, continúe cometiendo errores, haciendo las mismas cosas, descuidando a la juventud, con un candidato popular en los centros urbanos; pero desconocido en el mundo rural –el caladero natural de sus votos– y que el país sea afectado por dos malos inviernos seguidos. Por supuesto, aunque todos estos factores actúen en contra del Partido Nacional, se requerirá que la oposición cambie de tácticas, renuncie a candidaturas que han mostrado debilidades ante el electorado, presente una propuesta que movilice al electorado joven –400,000 jóvenes votarán por primera vez– y desarrolle una real alternativa económica que modifique el modelo de desarrollo basado en la agroexportación, las maquilas y las remesas. Por supuesto, renunciando a las alianzas que el Partido Nacional sabe cómo neutralizar. Y que, se alejen del escenario políticos, quienes por sus altos contenidos tóxicos, reciben el rechazo o provocan el miedo de los electores independientes. O hayan sido derrotados, en procesos electorales anteriores.

Las reformas electorales –si se concluyen en favor del aumento del poder del pueblo y no el de los caudillos capitalinos– no solo obligarán al Partido Nacional al juego limpio, sino que además, le permitirán a ciertos partidos de la oposición, recobrar vigor y adquirir respaldo electoral. En términos concretos, para vencer al Partido Nacional, –el partido mayor del país actualmente, mejor organizado, con recursos y con voluntad de seguir en el poder–, hay que renunciar a las alianzas en donde Libre o la figura larga y estirada de Nasralla, sean atisbadas por el electorado, percibidas desde largo como peligrosas para la estabilidad política. Tanto Zelaya como Nasralla, ya dijeron todo y hasta donde se ve –y mientras escribo– fuera de “derrotar la dictadura” que no siente la población realmente, o fuera JOH del gobierno; no tienen una propuesta coherente que les dé respuesta a los problemas de la pobreza, la creación de empleo, la movilización de la empresa privada hacia la inversión, el mejoramiento de la seguridad de las ciudades mayores de 50,000 habitantes, cambiar la política de dependencia hacia Estados Unidos y proponer acuerdos de integración con Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
No cabe duda que el Partido Nacional tiene fatigada a una gran porción de la población electoral. Doce años de lo mismo, serán una pesada carga en la conciencia del electorado urbano. Pero no para los electores donde el PN, cuenta con respaldo mayor: las pequeñas ciudades, el mundo rural, en donde sus seguidores se sienten distantes de las quejas urbanas de los capitalinos y relativamente contentos con las obras y tratamientos que les dispensa el Partido Nacional. Esas comunidades rurales, que una vez fueron del Partido Liberal, ahora –por una inclinación debido a la equivocada perspectiva de sus líderes–, están descuidadas, muy poco atendidas y bastante distantes. La excepción son las ciudades en donde los alcaldes han ganado y atendido a sus electores. Pero no así en donde las alcaldías son apegadas al nacionalismo, es decir, la mayoría.

Por supuesto, el candidato liberal, será la clave. Deberá conocer cuáles son las debilidades del Partido Nacional y golpear sobre ellas. Pero sí, por el contrario, actúa en repetición de las consignas de la oposición que ha fracasado contra el PN, diciendo y haciendo lo mismo que Nasralla, solo o abiertamente manipulado por Libre y Manuel Zelaya, tendrá los mismos resultados. Que aunque ajustados, tendrán que ser aceptados porque no habrá excusa de negarle fidelidad o crear dudas sobre los resultados presentados por los órganos electorales. No importa el tamaño del candidato. Lo fundamental será la propuesta que golpee donde los nacionalistas no esperan, centrando el discurso opositor en lo que han hecho mal, al tiempo que propongan nuevas alternativas, creíbles, que hagan suponer al electorado que es la hora de cambiar, porque dos períodos de JOH y Pepe Lobo, son demasiados. No hay cuerpo social que lo aguante; ni economía que los soporte.

La gran ventaja del Partido Nacional, hasta este momento, no es su fortaleza, su organización, sus líderes y sus recursos, sino que las debilidades de una oposición emotiva, desesperada por sus fracasos. E incapaz de construir un relato, señalando los fracasos más obvios de los nacionalistas en el poder.

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