Infraestructura resiliente ante desastres
Por Álvaro Sarmiento
Especialista Internacional
en Comercio y Aduanas
No es una felicitación a damas nacidas en 1930, es que el 14 de febrero , fecha que hace relación, al amor, la amistad, el cariño, se cumple el 90 aniversario de la sección femenina del Opus Dei; antes que todo mis felicitaciones a esas miles de mujeres de tan variado origen y condición social en todo el mundo. En palabras del prelado de la obra, Mons. Fernando Ocáriz, en su última carta” es un día en que intensificamos la actitud habitual de agradecimiento al Señor, pues se cumplen 90 años de cuando san Josemaría vio que Dios llamaba también a las mujeres”.
En la misma carta, apunta Mons. Ocáriz “de la santidad de la mujer depende en gran parte la santidad de las personas que la rodean”. Y es que, en estos días, donde parece que el papel de la mujer es especialmente importante, por una especie de movimiento cultural, se reafirma algo que san Josemaría predicó incansablemente muchos años atrás, el papel único, insustituible y central de la “mano femenina” en los hogares, los centros de enseñanza, los hospitales, la política, y todo lugar honrado, que puede ser santificado.
Y para muestra un botón, la primera persona laica del Opus Dei, beatificada, ha sido una mujer, la doctora en química, Guadalupe Ortiz de Landázuri, quien se santificó en el cumplimento heroico de sus deberes familiares y profesionales como catedrática, investigadora, directora de centros universitarios y promoviendo la dignidad de la mujer campesina en México, durante los años 50.
Otra mujer del Opus Dei, en proceso de canonización, una gigante en lo ordinario, Dora del Hoyo, de profesión empleada del hogar, de manera heroica, se santificó entre planchas, ollas, trapeadores, plumeros y muchísima paciencia para enseñar a administrar y cuidar el hogar. Si existiera un nobel del hogar, seguramente Dora se lo hubiera ganado varias veces y en nuestra época hubiera sido una gran infuencer de lo doméstico. Porque cada vez es más evidente, que en el hogar, en el ambiente que se educa a los niños, es donde se siembran como semillas, la virtudes, y los criterios y valores con los que se actúa en la adultez.
En el caso de Honduras, en buena medida, fueron las mujeres quienes comenzaron la labor de la obra antes que se estableciera de manera estable en el año 1980. Al menos eso pude ver desde mi hogar, donde una colega y amiga argentina de mi madre la invitó a las primeras actividades. Fueron un grupo de damas capitalinas y algunas extranjeras, con mucha fe, alegría y empeño humano y sobrenatural, que empujaron la creación y establecimiento de centros de promoción para la mujer como el Centro para el Desarrollo Rural Aragua. Allí se imparten una serie de actividades educativas y formativas dirigidas al desarrollo integral de la mujer campesina que habita en la zona central de Honduras. Desde 1996 el Centro de Desarrollo y la Clínica Médica cuenta con una sede definitiva. Desde entonces se ha capacitado a unas 4,200 mujeres y se atiende en la clínica anualmente unas 4,000 personas.
Asimismo, la Escuela de Hotelería Los Sauces, en Tegucigalpa, cuya misión es convertir a la mujer hondureña en agente de cambio y liderazgo que contribuya activamente a mejorar la calidad de vida en su entorno familiar y por consiguiente en su comunidad, logrando un efecto multiplicador que tenga un impacto sensible en el desarrollo económico, social y moral del país.
Que este 90 aniversario sirva para agradecer e imitar el empeño de los inicios. Muchas felicidades y a preparar el centenario.
