El mismo miedo

OM
/
17 de febrero de 2020
/
01:08 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
El mismo miedo

Por Marcio Enrique Sierra Mejía

Estamos viviendo una etapa histórica del desarrollo humano de los hondureños y las hondureñas; en la cual, se han generado ciertas condiciones estructurales que hacen de algunas ciudades, lugares en los que la frase “el mismo miedo”, se ha convertido en ordinaria y común.

Parece que la ciudadanía de estas ciudades, enfrenta estados de ansiedad social o “fobia social”, como resultado de un conjunto de interacciones que causan la ansiedad, el temor, la inseguridad, por miedo a expresarse públicamente o denunciar a las autoridades a los protagonistas culpables de horrendos delitos que alteran directa o indirectamente la convivencia.

Por otra parte, en algunos vecindarios, existe una insana convivencia debido a una calidad de relaciones muy irregulares que no han sido posible cambiarlas y, por el contrario, más bien tienden a convertirse en “nichos de conflictividad social” rodeados de enfermos mentales, delincuentes y sicarios que se esconden tras o en ellos, debido al miedo o control que ejercen, sobre la vecindad.

Estamos enfrentando un trastorno de ansiedad social, de miedo y ansiedad que provocan evasiones que alteran la vida. Por ejemplo, en Tegucigalpa se vive un estrés intenso que afecta la rutina diaria, el trabajo, el estudio u otras actividades. En esta ciudad, el trastorno de ansiedad social se ha convertido en una afección crónica de salud mental, y que lamentablemente, se sabe muy poco de cómo hacerle frente en una perspectiva de política pública que contribuya a generar confianza y a mejorar la capacidad para interactuar con los demás.

Se ven signos y síntomas emocionales y conductuales que apuntan a la existencia de la ansiedad social particularmente en los jóvenes, tales como: el temor a situaciones donde el ciudadano puede ser juzgado, angustia por sentirse avergonzado o humillado, temor intenso de interactuar o hablar con extraños, temor a que los demás noten que estás ansioso, temor a tener síntomas físicos que causan incomodidad, como sonrojarte, sudar, temblar o que la voz tiemble, dejar de hacer algunas actividades o dejar de hablar con ciertas personas por miedo a sentirse avergonzado, evitar situaciones donde puedas ser el centro de atención, tener ansiedad en los momentos previos a enfrentar una situación o actividad que da miedo, soportar una situación social con ansiedad o miedo intenso (caso de partidos en el estadio nacional), sentimientos de baja autoestima. A todos estos síntomas también hay que agregar síntomas físicos y dificultades serias para interactuar con personas poco conocidas o extrañas, asistir a fiestas o reuniones sociales, ir al trabajo o a la escuela, iniciar conversaciones, hacer contacto visual, tener citas, entrar a reuniones donde los demás ya estén sentados, comer frente a los demás, usar baños públicos. ¿Hasta qué punto en Tegucigalpa los trastornos de ansiedad social tienden a exacerbarse ante exigencias o situaciones de estrés (por ejemplo, ante el tráfico vehicular)?

En nuestra ciudad capital, tenemos un entorno que propicia el trastorno de ansiedad social porque continuamente los capitalinos estamos confrontando situaciones sociales desagradables o incómodas. Da la impresión que pudiese existir una relación entre trastorno de ansiedad social y los padres que a diario confrontan episodios de ansiedad en situaciones sociales que los hacen ser muy controladores o sobreprotectores con sus hijos.

Necesitamos una política pública orientada a intervenir el fenómeno de la ansiedad social desde un ángulo interinstitucional y con un enfoque muldisciplinario centrado en cambiar el Estado de la convivencia en nuestra capital. Hay que identificar las causas de la ansiedad social y determinar los factores de riesgo que aumentan dicho trastorno. Los capitalinos o la ciudadanía que habita en nuestra capital, pueden estar ante la amenaza que la ansiedad social controle sus vidas. De tal suerte, que la autoestima tienda a bajar, la forma para actuar asertivamente se dificulte, el diálogo interno entre las personas se vuelva negativo, aumente la hipersensibilidad a las críticas, las habilidades sociales se vuelvan deficientes, el aislamiento y las relaciones sociales se hagan difíciles, bajen los logros académicos y la profesionalidad sea deficiente, aumente el abuso de sustancias, alcohol, cocaína, etc., y los suicidios o intentos de suicidio aumenten.

Hay que tomar medidas preventivas para reducir el impacto de los síntomas de ansiedad social.

Más de Columnistas
Lo Más Visto