Mal de muchos, consuelo de tontos

OM
/
18 de febrero de 2020
/
01:03 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Mal de muchos, consuelo de tontos

Las alianzas: ¿una espada de Damocles?

Por Boris Zelaya Rubí

“Estamos muy acostumbrados a escuchar este dicho, que viene a significar que una calamidad es más llevadera cuando todos la padecen”.

La frase conformista de que no hay gobierno sobre la tierra donde no existan acciones corruptas de parte de algún funcionario o empleado de cualquier categoría, es una verdad casi bíblica. Jesucristo es enemigo frontal de la corrupción; sin embargo, la ambición y el pecado, se hicieron evidentes cuando entre sus doce más allegados, no faltó el Judas que robara parte de las contribuciones que el Maestro percibía de buenas personas para su ministerio.

Existen las leyes divinas y terrenales que castigan esas malas acciones, que de no hacerlo acarrearía un caos que nos devolvería a la era de las cavernas y la humanidad tendría en su evolución, un retroceso de siglos. Nos centraremos en la parte de la civilización que decide quién la gobierne y bajo qué términos, para evitar una vorágine y un saqueo de los impuestos que pagan los ciudadanos, que el partido político de su preferencia sea el encargado de la custodia y correcta inversión en beneficio de todos.

Ningún presidente de un poder del Estado tiene la facultad de emplear personas, para favorecerlos en acciones cuya retribución no responda únicamente a su salario, en otras palabras, ninguno tiene la potestad de contratar a alguien para que robe los fondos del Estado o mejor dicho el dinero del pueblo. Para ello existen en la estructura gubernamental las instituciones responsables de velar por la correcta administración de los recursos públicos. Adicionalmente hay otras instancias de la sociedad y de organismos internacionales que prestan ayuda para combatir y prevenir la corrupción.

El mandatario actual anunció que llevaría a la cárcel a todo aquel que resulte corrupto en su administración. Y lo está cumpliendo. ¡Caiga quien caiga! Los ciudadanos no esperamos menos. La población se ha mostrado satisfecha por haberlo demostrado en varias ocasiones, aunque se opongan algunos que no tienen bandera política, que dentro o fuera del Estado se han organizado para las acciones delincuenciales.

Escuchamos en el pasado a pastores de iglesias, referirse a la corrupción pública, como si ellos tuvieran la fórmula mágica para eliminarla. Lograron así, integrar directa e indirectamente, comisiones especiales para combatir el saqueo de las instituciones estatales. Ahora que surgen los reclamos por la lentitud en investigar cada caso, según la vox populi, se les escucha el crujir de sus dientes como si fueran maracas de la temblequera, producto del pánico que les invade y se han dedicado a señalar o culpar a otras autoridades -yo no fui fue teté, pégale, pégale que ella fue-.

Los pretendientes a sustituir al actual Presidente, como es costumbre, inician sus promesas, entre ellas, la de eliminar la corrupción. Los ciudadanos deben analizar si alguno de los soñadores, no tiene en su pasado algún acto delincuencial, aunque no hayan sido llamados por alguno de los entes fiscalizadores, pero el único que puede intervenir es el pueblo, evitando las artimañas en las elecciones internas para que no vuelvan a insertarse los insaciables. Desgraciadamente no podemos imponer la pena de muerte porque, no dudamos que con el 60% de nuestras fuerzas del orden, que según la “exchafarota” Borjas, están cundidas de rateros, enviarían a la silla eléctrica o a aplicarles la inyección letal a miles de inocentes, solo queda la valiente denuncia, pero el que lo haga pondrá en peligro su existencia.

¿Tratarán de imitar las sanciones de Singapur? ¡amputar o fusilar a los corruptos! ¿Nos convertiremos en el país de los mancos? Corrupto y corruptor: ¡igual pena!

Que el Gran Arquitecto del Universo nos proteja, y que los hijos de nuestros nietos puedan vivir en paz.

De rodillas solo para orar a Dios.

Más de Columnistas
Lo Más Visto