Un nuevo año escolar

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18 de febrero de 2020
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01:02 am
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Un nuevo año escolar

Por Rafael Delgado Elvir
Economista. Catedrático universitario

Febrero marca el inicio de las clases en el sistema educativo nacional y nos encuentra nuevamente, como todos los febreros de cada año, frente a una situación desesperanzadora. Son alrededor de dos millones de jóvenes entre las edades de 5 y 17 años que entrarán al ciclo educativo 2020 en veintitrés mil centros escolares en todo el país. Entrarán a un sistema en crisis que además de poseer una infraestructura deteriorada, carece de suficientes docentes, no tiene contenidos actualizados y no ofrece subsistemas diversificados adaptados a las condiciones de los estudiantes y las regiones del país.

Debido a lo anterior, lo que ha estado ocurriendo es grave. Los niveles de aprendizaje de los jóvenes son en promedio muy bajos. Los insatisfactorios resultados en matemáticas y español son solamente un indicador de lo que está ocurriendo en otras áreas de aprendizaje igualmente importantes en el desarrollo de los jóvenes. Además, todavía quedan miles de jóvenes fuera del sistema escolar por razones económicas y por falta de un sistema educativo que no ofrece incentivos para la diversidad de intereses y aptitudes entre los jóvenes. Y como si eso no fuera poco, la deserción escolar sigue siendo muy alta durante el año escolar y entre años escolares. Cada año son miles de jóvenes que abandonan el sistema desde edades muy tempranas sin haber terminado los diferentes ciclos.

De esta forma cada año miles de jóvenes que de muy baja edad y sin la preparación debida intentan la aventura de integrarse al mercado laboral fracasan o están condenados a situaciones tan precarias como la de sus padres. Esto no es un secreto para nadie ni mucho menos para los que mal dirigen este país desde la política y los negocios. Desde hace mucho tiempo se sabe y simplemente se ha hecho muy poco para cambiarlo. Definitivamente las prioridades son otras y la corta visión los hace actuar en función de sus intereses insostenibles con los de la gran mayoría.

Definitivamente que hay que darle un giro radical a la educación pública del país asumiendo el reto desde diferentes ángulos y con esfuerzos simultáneos que no tienen precedentes en las últimas décadas. Además de un presupuesto adecuado para la infraestructura escolar, la formación docente debe ser impulsada con abundantes recursos y con criterios de eficiencia para tener un profesional universitario preparado ante los retos de un sistema que es necesario rescatarlo de la mediocridad. Los mejores hondureños, debidamente formados y motivados, deben ser puestos en el aula frente a los niños y jóvenes.

Nos seguiremos hundiendo en la pobreza si no cambiamos el sistema introduciendo desde el tercer ciclo (séptimo a noveno grado) opciones diferentes de formación que permitan al joven de 12 a 15 años escoger y orientarse al subsistema que ofrezca desarrollar sus competencias y explotar sus habilidades particulares en una gama de nuevos oficios. Es decir, necesitamos en el país un sistema que atraiga a los jóvenes con contenidos escolares diferenciados y validados.

En el país necesitamos acordarnos de la formación técnica vocacional. Nunca se ha querido implementar algo realmente novedoso y de impacto nacional. Todo se ha quedado en esfuerzos tímidos y comprometidos. Esta debe ofrecer oportunidades para que los jóvenes adolescentes que no desean emprender el camino que los prepare para la universidad, tomen el camino para desarrollarse como técnicos en una de las diferentes y numerosas profesiones técnicas que hoy existen para hacer posible su incorporación al mercado laboral exitosamente.

Nada de esto será posible sin la incorporación activa de los empleadores. Es necesario la creación de alianzas a nivel nacional para apoyar desde las empresas la formación de la mano de obra joven. La institucionalización de las plazas para aprendices que permitan y faciliten la formación simultánea en las escuelas técnicas y en el puesto de trabajo es parte del gran trabajo que le corresponde al empresariado.

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