Tinta y Letras

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19 de febrero de 2020
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12:15 am
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Tinta y Letras

Marzo de mujeres

Por Carolina Alduvín

Cada vez parece más difícil encontrar tiempo para gozar de un buen libro, por mucho que nos encante el peso del papel, el contraste de los caracteres y el flujo de las ideas impresas; hay mucha oferta de entretenimiento, aprendizaje y hasta de buena lectura en los medios electrónicos y las publicaciones periódicas. Muchas librerías ya son historia o, se han combinado con otros rubros para sobrevivir; recuerdo que, cuando estaba creciendo y nos pedían algún libro en la escuela o el colegio, se podía adquirir en los establecimientos del vecindario, rara vez había que ir hasta el centro. Ahora, las tradicionales están concentradas en un distrito y apenas las cadenas se reparten por centros o distritos comerciales. El libro impreso sobrevive y las librerías evolucionan con las tendencias y la tecnología a nuestro alcance.

Tinta y Letras resulta un gran ejemplo en nuestra Tegucigalpa, su propietario no es poeta ni editor, tampoco abogado o escritor; para orgullo del gremio, es un biólogo. Se enamoró del oficio cuando ejerció como asistente del director de la librería de nuestra querida UNAH, aprendió todo lo necesario para sobrevivir en un medio en que la buena lectura no es prioridad para los ciudadanos, a buscar y encontrar calidad y precios competitivos en las editoriales más prestigiadas en lengua castellana, a seleccionar títulos y temas confiando en un público con ideas de superación e intereses diversos, sin importar lo reducido que pudiera parecer. Tomar el riesgo de salir de la zona de confort, trabajo constante y enfocado, más una estrategia publicitaria acorde al público de nuestros días, están haciendo la diferencia para esta librería alternativa.

Donde se pueden encontrar muchos de los grandes clásicos de todos los tiempos, obras especializadas de carácter técnico, novedades editoriales para todos los gustos, literatura para los más pequeños de la casa, obras de referencia y una amplia gama de temas tanto de ficción como de muchos otros géneros y disciplinas. Cuenta también con una sección de libros de segunda mano en buen estado, por lo que resulta una gran opción para encontrar uno que otro título de esos que se han agotado, o nunca vinieron muchas copias, nunca adquirimos en su momento o, hemos perdido por alguna razón; igualmente nos brinda la oportunidad de negociar con algunos tomos que hemos dejado de considerar útiles, o están ocupando más espacio del que nos queda disponible en nuestros lugares de habitación o trabajo.

Conviven en sus estantes, obras de autores y productos de editoriales de variadas nacionalidades, destacando una extensa selección de firmas hondureñas y estudios sobre nuestro país; contando con la ventaja de encontrarse en un espacio propicio para otras manifestaciones culturales y artísticas. Y ni siquiera es necesario visitarlo para adquirir nuestra selección, o consultar sobre la disponibilidad de alguna obra en particular, la información está disponible en sus redes sociales, mismas que se utilizan para promocionar las novedades que llegan, así como los puntos de exhibición y venta temporales durante variados eventos culturales que se organizan en la ciudad. Una vez que se pone la orden, un eficiente servicio de entrega a domicilio nos permite tener el o los libros en manos en poco tiempo.

Más que una nueva opción para difundir el uso del instrumento de cultura que es el libro, Tinta y Letras es una prueba de que nos queda esperanza en el país; independientemente de cada nota fatalista y noticia desagradable que a diario se publica por distintos medios, cuyos efectos son dañinos por donde quiera que se les vea. No se trata de vivir en una eterna ignorancia de hechos desagradables, es una necesidad permanecer informados y alerta sobre las cosas que no van bien; pero, una cosa es estar al día, y otra muy diferente vivir con constante temor de que nos suceda algo feo o fatal. Tampoco se vale dejar que nos invadan los sentimientos de impotencia que pudieran generar declaraciones antojadizas de uno que otro autor famoso que, por muy conocedor de temas históricos, no están dotados del don de la profecía y deberían guardar su pesimismo dentro de círculos más reducidos, para no influir negativamente.

El que una iniciativa cultural nazca, crezca a pasos pequeños pero firmes, atraiga a todo tipo de lectores, acepte sugerencias y pedidos de sus clientes, necesite cada vez mayor espacio, se vincule a las grandes casas editoriales y permita un medio de vida digno es una gran esperanza.

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