La misma película de hace cinco años

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25 de febrero de 2020
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09:57 am
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La misma película de hace cinco años

Por: ABOGADO ALEJANDRO ESPINOZA

El cine es lo máximo, me gusta, ahora con la facilidad que tenemos el cine en casa es mucho mejor. La historia del cine como espectáculo comenzó en Francia, desde entonces ha experimentado una serie de cambios en varios sentidos. Por un lado, la tecnología del cinematógrafo ha evolucionado mucho, desde sus inicios con el cine mudo de los hermanos Lumiére hasta el cine digital del siglo XXI. Los hermanos Lumiére crearon el cinematógrafo. Este dispositivo que desarrollaron permitía la toma, proyección y hasta el copiado de imágenes en movimiento. La primera presentación fue el 28 de diciembre de 1895, en París, de las cuales se recuerda aquella en la que un tren que parecía abalanzarse sobre los espectadores, ante estas imágenes las personas reaccionaron con un instintivo pavor, creyendo que el tren los atropellaría. Aquel 28 de diciembre de 1895 se realiza la primera proyección cinematográfica abierta al público. Ya se habían realizado anteriormente proyecciones consideradas como experimentos delante de varios científicos. Ambos hermanos consideran al cine como un simple experimento que no tiene futuro.

Negocian con varios propietarios para encontrar una sala de proyección. Tras varios rechazos, escogen el Salón Indio del Gran Café del Boulevard en París, un pequeño café de pocos metros cuadrados.​ Seleccionaron este café ya que, según ellos, si el público era relativamente mínimo y la proyección era un fracaso, pasaría desapercibida. Esta primera proyección es un éxito y marca el nacimiento oficial del cine como se conoce hoy en día. ​ Esa noche por solo un franco, cualquier persona interesada podía asistir a la primera proyección cinematográfica de la historia. La sala puede contener hasta cien espectadores aunque únicamente entran treinta y cinco personas, intrigadas por el cartel anunciando el cinematógrafo. Entran sin ninguna expectativa pensando encontrar frente a ellos luces de feria. Sin embargo, al encenderse el proyector, el público queda asombrado. Las paredes parecen cobrar vida y las imágenes que, hasta ahora habían permanecido estáticas, empiezan a moverse. El público queda totalmente impresionado.

Se corrió la voz y el segundo día se llenó la sala. Los días siguientes se puede ver una larga fila delante del Salón Indio del Gran Café del Bulevar. Tras varias sesiones, tienen que aumentar el número de proyecciones a más de diez por día. La gente lucha por poder entrar y asistir al espectáculo. El número de representaciones va en aumento y acaban vendiendo hasta 2,500 billetes por día.

Existe una persona en el mundo que más veces ha visto la misma película: La guerra de las galaxias. Cuando el chico tenía 24 años, hace ya algún tiempo contaba que la había visto exactamente 3,658 veces. Se sabía tan bien la cinta y todos sus detalles; podía recitar los diálogos de corrido. De hecho, lo hacía de vez en cuándo empezando por el “Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy lejana” y terminando por la lista de técnicos que salían en los títulos de crédito.

Se registra que a Honduras el cine llegó en diciembre de 1899, se proyectó la primera película en una casa del barrio Los Dolores de Tegucigalpa. En la década de los 20 comienza con un gran auge la urbanización en Tegucigalpa, lo cual benefició al cine, ya que se comenzaron a construir salas de cine. Para esos años se convirtió en algo novedoso, además de que no existían muchas formas de entretenimiento, acudiendo los habitantes de la capital a visitar las instalaciones de palco y luneta de entonces.

El pasado trece de febrero en la ciudad de El Progreso, Yoro, teniendo como locación el Palacio de Justicia, se desarrolló una violenta película al mejor estilo de Hollywood, protagonizada por buenos y malos policías, armas de grueso calibre, falsas ambulancias, disparos, persecuciones, uniformes, un guion que tenía como propósito final un emotivo e increíble rescate o sustracción de un individuo que era juzgado en una sala en materia penal. Una brillante historia solo en la mente y capacidad del gran Francis Ford Coppola, estadounidense, ganador de cinco premios Óscar, logrados como guionista, como director y como productor (El Padrino, Patton, Apocalypse Now), con la diferencia que esta producción cinematográfica tiene un elenco supuestamente de actores hondureños con un verdadero y profundo entrenamiento en el papel desarrollado por cada uno.

Sin embargo, esta película es repetida, es la misma que los hondureños ya miramos, diferentes artistas, pero es el mismo guion, el mismo final: el rescate o sustracción de un individuo que era juzgado en una sala en materia penal. En el año 2015, la locación fue el Juzgado de Sentencia de Tegucigalpa, solo que en aquel entonces “los malos” ni siquiera utilizaron máscaras para ocultar el rostro, más bien antes y después de las violentas escenas los artistas fueron entrevistados por la prensa nacional e internacional. La película la recuerdo en cámara lenta, cuando un ex (?) como director de escena junto a un nutrido equipo de diputados, abogados, dirigentes populares al grito de: luces, cámaras, ¡¡ACCIÓN!! sacudieron y derribaron un débil portón de acceso, como cardumen derruyeron a su paso todo lo que encontraban, hasta llegar a la Sala Penal donde se desarrollaba el juicio oral. Recuerdo a la perfección que “el muchacho” de la película era un parlamentario doctorado en bochinches, que capitaneaba a una turba de embravecidos actores que a patadas y con garrotes abrieron la puerta de madera y prorrumpieron la sala judicial y sustrajeron al querellado.

Es la misma película, con la sustancial diferencia que en aquella primera y original versión del mes de julio del año 2015, todos conocimos el rostro, nombres, apellidos, profesiones y oficios del elenco artístico, como también conocimos la guarida del rescatado, sin que esta película en su parte final haya ofrecido recompensa posterior.

Esta historia continuará.

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