Cuando se peinan canas…

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26 de febrero de 2020
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12:27 am
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Cuando se peinan canas…

Déjame que te cuente…

Por José María Leiva Leiva

Antes que nada permítaseme decir que junto a los achaques que me aquejan, “tengo una edad en la que ya dejé de estar pendiente de muchas cosas. No tengo por qué aclararle a nadie lo que soy, lo que hago, ni a dónde voy. Quiero vivir en paz con Dios y conmigo mismo… sin hacer daño a nadie”. Desde luego, nuestra existencia terrenal nos ofrece una extraordinaria gama de enseñanzas y oportunidades que no la brinda academia alguna. De hecho, es una gran verdad la que encierra esta diferencia entre la escuela y la vida.

¿La sabes? Bueno, “en la escuela, primero aprendes una lección, y luego te ponen una prueba. Y en la vida, te mandan la prueba y luego aprendes la lección”. Y es que los años que vivimos no se viven en vano, por el contrario, se traducen en una rica experiencia que nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos y también a los demás. De aquí el enunciado que señala “el destino pone gente en tu vida, pero está en ti elegir quién se queda y quién se va”.

O ¿qué tal este otro par de consejos?: “No pierdas tiempo con alguien que no está dispuesto a pasarlo contigo”. “Si alguien quiere entrar a tu vida que entre. Si alguien quiere salir de tu vida que salga. Pero no permitas que se queden en la puerta, porque estorban”. En todo caso, siempre es oportuno recordar que “algunas personas pasan por nuestras vidas para enseñarnos a no ser como ellos”. Y que existen personas que “valen la pena y otras que dan pena”.

Como lo destaca Haruki Murakami, “Solo en contadísimas ocasiones encontramos a alguien a quien podamos transmitir nuestro estado de ánimo con exactitud, alguien con quien podamos comunicarnos a la perfección. Es casi todo un milagro, o una suerte inesperada, hallar a esa persona”. No menos cierto es que esos años nos ayudan a crecer personalmente, a darle un valor real a las cosas, a reinventarnos, a enderezar caminos y entuertos, y a emprender nuevos proyectos, que nos hagan llevar una apacible y mejor calidad de vida, hasta que libremos la última batalla.

Por eso me encanta ese sabio dicho aborigen australiano que dice: “Todos estamos de visita en este momento y lugar. Solo estamos de paso. Hemos venido a observar, aprender, crecer, amar y volver a casa”. Ya lo dijo Chaplin, “el tiempo es el mejor autor, siempre encuentra un final perfecto”. Facundo Cabral apunta: “Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo”. A lo que su connacional Ernesto Sábato dice, “La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse”. Y no menos profundo y certero encuentro el pensamiento de Miguel de Unamuno, al sentenciar que “lo más urgente es lo de ahora y lo de aquí. En el momento que pasa y en el reducido lugar que ocupamos, está nuestra eternidad y nuestra infinitud”.

O bien el sentimiento de Pablo Neruda, cuando afirma “me enamoré de la vida, es la única que no me dejará sin antes yo hacerlo”. Al fin y al cabo, “la vida no es tiempo, es esencia. No importa cuánto tiempo vivas, si no cuánta vida puedes capturar”. Mira qué cosas tiene la vida: “No importa cuán educado, talentoso, rico o genial creas que eres… como tratas a las personas lo dice todo. La integridad lo es todo”.Y por insólito que parezca, “Usted puede saber química, cálculo, tocar piano, cazar, nadar y bailar, pero si en ocasiones no sabe hacerse el papo, aún no está preparado para la vida”.

¡Ármate de paciencia y tolerancia! (virtudes que confieso, me cuesta lo suyo mantener), pues “el mundo está lleno de idiotas distribuidos estratégicamente para que te encuentres al menos, uno al día”. Y es que pasando los 50’s “tiene sus ventajas y desventajas. No ves las letras de cerca, pero vez a los pendejos de lejos”. Ten presente, que “no tienes ninguna obligación de ser la misma persona que fuiste hace un año, o hace 6 meses, ni siquiera la semana pasada. Tienes el derecho de crecer como persona, de hacer cambios que mejoren tu vida, de evolucionar. Sin ningún arrepentimiento, ni disculpas… Cuando comiences a cuestionar tus creencias y juicios preconcebidos, habrás empezado a despertar”.

Dos observaciones finales. (1)“El título más valioso que puedes conseguir en esta vida es el de buena persona. No lo conceden las universidades, solo lo otorgan los valores”. Y (2) considerar la hermosa fábula del bambú: “¿Sabías que la semilla de la cual crece el bambú demora hasta más de 7 años para germinar? Esta milenaria planta es reflejo de: fortaleza, vitalidad, paciencia, constancia, y sobre todo perseverancia. Una vez crecido el bambú, este se prepara para triunfar y en su camino hacia lo más alto se vuelve resiliente y longevo”.

La moraleja: “Lo más importante en un momento difícil no es buscar a toda costa ver resultados. Lo fundamental es trabajar arduamente en las raíces. Pues sólo gracias a ellas podrás crecer y convertirte en la mejor versión de ti mismo. Nos convendría entonces, prepararnos para ser tan fuertes y pacientes como esta milenaria caña, y tener siempre presente que todo sucede en el tiempo de Dios, al igual que ocurre con el bambú”.

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