Por: Nery Alexis Gaitán
Gracias a Dios que no ha llegado el coronavirus a nuestro país. Aunque por su errático proceder, es obvio que a esta humanidad no le depara ningún futuro promisorio. La maldad vive en el corazón de los hombres y mujeres que solo le rinden culto a los bienes de este mundo, olvidándose de los valores del alma que es lo primordial y lo eterno. Pero así es el corazón humano, un compendio de extremos donde perviven el amor y el odio.
Preocupa que un sistema de salud débil, con falencias de todo tipo, como es el hondureño, por mucho que haga es posible que no esté en capacidad de enfrentar este mortal virus. Un ejemplo fue el circo mediático que se montó cuando llegó la posible infectada al Tórax, los periodistas casi le metían los micrófonos en la boca tratando de obtener sus declaraciones. Ella, sensata, invitó a los de la prensa a que usaran aunque fuera mascarillas.
Si esa señora hubiera dado positivo al coronavirus, por la imprudencia de la prensa, ahora serían muchos los infectados. Aunque también sería responsabilidad de las autoridades sanitarias, al llevar a una paciente posiblemente infectada a un hospital que está lleno de enfermos, y por lo tanto con sus defensas bajas, que tienden a ser susceptibles de un contagio inmediato.
Pero aquí vivimos en el país del absurdo. De momento, las noticias nos cuentan que “el titular de la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO), Gabriel Rubí, aseguró este miércoles que hay 44.9 millones de lempiras listos para ejecutar un plan operativo contra el coronavirus (COVID-19). En ese sentido, Rubí se reunió con las autoridades de Salud, quienes presentarán su plan operativo para el manejo de esta epidemia que registra cerca de 80 mil casos en 38 países del mundo”.
Rubí recordó que estos recursos son parte del decreto ejecutivo PCM 005-2020, publicado el 10 de febrero, en donde se establece la creación de un fondo de 110 millones de lempiras para atender el dengue y coronavirus. Que por cierto este funcionario se lamentó que el dengue es incontrolable en nuestro país.
Si esto es con el dengue, no quiero ni imaginarme, por amor a Honduras, las fatales consecuencias que traería a nuestra nación esta mortal enfermedad. Al respecto, algunos culpan a China por haber descuidado su sistema de salud, y no tener una medicina de carácter preventivo. A estas alturas eso es irrelevante, lo que todo mundo desea es que se encuentre una cura a esta enfermedad que está causando estragos en la humanidad.
Pero, volviendo a lo nuestro, ojalá que ese dinero que se ha presupuestado, sirva efectivamente para prepararnos para un posible contagio en nuestro suelo patrio. Ya que es una prioridad nacional.
Recalcamos lo ya dicho tantas veces. No solamente es responsabilidad gubernamental coadyuvar a la salud del pueblo. La población en general debe tener un papel activo para evitar enfermedades y contagios de todo tipo.
El problema es que por lo general el hondureño es imprudente; si hay un accidente se hacen inmensas filas de mirones; o si es una enfermedad infectocontagiosa es posible que hasta se suban unos sobre otros con tal de ver al enfermo donde sea que esté.
Pero lo más grave es que es desaseado. Las normas de higiene en el ciudadano común son casi inexistentes. Y de paso contamina el medio ambiente de una forma alarmante, demostrando su falta de educación y su desinterés por el bienestar colectivo.
Es hora de que el hondureño tome conciencia de los graves riesgos que supone una actitud irresponsable en cuanto a la prevención de enfermedades. Y que las epidemias están más cerca de lo que se cree.
¡Urge cambiar los malos hábitos de higiene y prepararnos ante las posibles amenazas a la salud!
