Estereotipo y prejuicio

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2 de marzo de 2020
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01:21 am
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Estereotipo y prejuicio

Por Marcio Enrique Sierra Mejía

Los hondureños y las hondureñas hemos sido y somos víctimas de estereotipos. Pesan sobre Honduras y en su vida nacional, ideas o modelos de imágenes negativas u ofensivos sobre una identidad que, ni nosotros mismos, la tenemos clara. Y lo peor, es que crean de manera preconcebida y sin fundamentos teóricos, modelos de imágenes sobre las personas o los grupos sociales que integran nuestra sociedad.

Abundan las impresiones, los prejuicios y etiquetas creados malévolamente en contra de Honduras, sus ciudadanos y ciudadanas; hasta el extremo ridículo, de sostener en una conferencia internacional, que “las hondureñas no eran contratadas como domésticas porque les quitaban los maridos a las patronas y que los burdeles estaban llenos de hondureñas”. Este estereotipo, fue concebido y generalizado, como parte de la organización de información que recogiese una investigadora académica, y cuya presentación tuvo lugar en un taller internacional, patrocinado por un organismo internacional.

También estereotipan nuestra cultura; catalogándola, en un nivel muy bajo, afirmando que somos manipulables por el caudillismo e incapaces de reconocer nuestra realidad y solucionarla.

Otro estereotipo frecuente, es que nos califican como irrespetuosos de los derechos humanos. En otras latitudes, nos estereotipan como “bárbaros”, “violentos”, “maleducados”, “ignorantes”, “conflictivos”, “corruptos”, y “mediocres”.
Enfrentamos impresiones, prejuicios y etiquetas creados de manera generalizada y simplificada por el sentido común. En la medida que nuestra sociedad se desarrolla, se han ido creando estereotipos que estandarizan diversos aspectos relacionados con nuestra manera de ser y nuestras acciones. De tal suerte, que en el transcurso del tiempo se repiten clichés que crean patrones impersonales o ideas preconcebidas, que a su vez son reproducidas culturalmente y replicados en los medios, tales como la televisión, el internet y que son utilizados en programas humorísticos. Obviamente, que los estereotipos o conductas se van modificando y ajustando a la realidad que corresponde a un momento determinado, por lo que podemos considerar que estos estereotipos o prejuicios son variables. Por ejemplo, en la actualidad podemos encontrar mujeres que se encargan del sustento económico, las labores del hogar y sin compañero de hogar que les apoyen. En este caso, se ha producido un cambio de roles en el hogar que incide en los valores familiares sin fortalecer la unión y comprensión entre sus integrantes. Y, en consecuencia, se generan estereotipos negativos sobre roles sociales de la familia hondureña que nos etiquetan como país de pobreza mental o de muy baja cultura en valores de derechos humanos.

Estereotipo y prejuicio

Vemos estereotipos, por lo general, aplicados de manera inconsciente, porque son conceptos relacionados con la historia, la geografía, la cultura y las creencias de nuestra sociedad. Los estereotipos que enfrentamos se vinculan, sobre todo, a los aspectos físicos, por ejemplo, cuando vemos a un joven con el pelo teñido de colores y calzado de color radiante sin usar calcetines, se intuye que es homosexual, aunque no tengamos la certeza. Nuestra sociedad es víctima de prejuicios sin fundamento. Somos objeto de percepciones, creencias y actitudes, creadas y aprendidas sobre imágenes estereotipadas. Que usan para evaluarnos y que nos afectan emocionalmente.

Observo que existe una predisposición emocional negativa con base a creencias estereotipadas y atributos negativos. Una suerte de sentimiento hostil que predispone a actitudes negativas y discriminación de personas o grupos estereotipados. Que nos conducen al rechazo culturalmente construido y aprendido y la exclusión social que sutilmente construye un rechazo manifiesto, claro y directo. Orientan la conducta, tienen un destinatario, una finalidad para provocar efectos sobre quienes recae el prejuicio mismo. Hoy por hoy, se ha creado hostilidad hacia personas o grupos por el simple hecho de formar parte de determinado colectivo social producto de generalizaciones simplificadas de la sociedad. Los hondureños somos estigmatizados y nos marcan negativamente al punto de considerarnos una sociedad inferior. En nuestra sociedad, como que nos hemos acostumbrado al atributo desacreditador, deshonroso, de descrédito y desvalorización. El prejuicio predomina, mejor dicho, la valoración emocional que juzga socialmente en forma negativa y orienta la conducta de la ciudadanía en forma negativa para acentuar la discriminación. Es decir, la separación o la diferenciación de una cosa de otra. De un grupo social de otro. Una conducta muy asociada a la desigualdad de derechos y oportunidades.

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