En el Año Académico José Trinidad Reyes

OM
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5 de marzo de 2020
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12:34 am
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En el Año Académico José Trinidad Reyes

Estelas del saqueo en las Ruinas de Copán

Por Óscar Armando Valladares

Como estudiante, egresado y servidor de la Alma Máter, guardo por la centenaria entidad un vínculo afectuoso plasmado en el compromiso de preservar su imagen pública y ahondar en el estudio de su haber evolutivo: desde su umbral eclesiástico, su división en facultades bajo el régimen positivista que propició Ramón Rosa, y, desde luego, los seis últimos decenios de autonomía -de gobierno propio- llamada a encarar los retos del progreso.

En un tramo de su historia, dimos el mejor aporte -gracias a la apertura comprensiva de su primera rectora, Ana Belén Castillo de Rodríguez y de su segundo a bordo y amigo de siempre, Raúl Antonio Santos Maldonado-, mediante una propuesta unánimemente aprobada el jueves 27 de julio del año 2000 con el nombre de IV Reforma Universitaria, cuyos lineamientos generales se oficializaron en sesión del 15 de octubre. “Sabemos desde ya -había pronunciado previsoramente la señora rectora- que como suele ocurrir en estos casos, habrá personas y sectores contrarios al proyecto reformista. Sabemos que habrá quienes pongan en entredicho esta decisión histórica. Y, por supuesto, sabemos que realizarla plenamente no será tarea fácil, porque hacerla realidad implicará, sin duda alguna, romper moldes y resabios establecidos”.

Sin un curso con avances sustanciales sostenidos, al cabo de dos decenios las acciones y decisiones asumidas sucesivamente no se han traducido en cambios académicos y administrativos de orden cualitativo, y la comunidad de estudiantes, docentes y autoridades se antoja dispersa, discrepante y sin diálogos avenientes, asunto del que habrá ocasión de abordarlo en sus causas y efectos.

Por de pronto, ¿en qué cuestión de fondo deseamos tomar parte a propósito del título que encabeza este escrito? En ejercicio del cargo de director de Cultura, propuse y fue aceptado honrar en cada año académico el nombre y la figura -mujer u hombre- de alto relieve en los campos del civismo y la cultura. Cronológicamente, se exaltaron -durante mi gestión final- a Juan Ramón Molina, Froylán Turcios, Visitación Padilla, Ramón Oquelí Garay, Clementina Suárez, Roberto Sosa y Lucila Gamero de Medina. Sin sufrir interrupción, se consagraron los nombres de Óscar Acosta, Arturo Quesada, José Cecilio del Valle, Leticia de Oyuela, José Trinidad Cabañas y, en el vigente período, se acredita el de José Trinidad Reyes, el popular Padre Trino, que en las celebraciones universitarias del 11 de junio lucía su estampa adosada al Tornillo sin Fin cargando a manos llenas simbólicos blanquillos.

¿A cuenta de qué se le enaltece exactamente? ¿Como fundador, como rector, como educador hondureño? Hagamos luz al respecto. Con el extenso título -traído de Nicaragua- de Sociedad del Genio Emprendedor y del Buen Gusto, discípulos de Reyes e inducidos por él abrieron un centro de estudios privados en la Tegucigalpa de 1845. A instancias del influyente sacerdote, la autoridad determinó reconocerla y protegerla, con lo que el bisoño establecimiento tomó el rango de Academia Literaria, en marzo de 1846. Gobernaba el país -con su silla en Comayagua- el político y hombre de leyes Juan Lindo -cuyo nombre de pila se alargaba a Juan Nepomuceno Fernández Lindo-, a quien Reyes, su cercano amigo, lo interesó convincentemente para que la Academia, hechos los arreglos básicos, pasara a condición de Universidad del Estado, gestión que tuvo buen fin, al ser inaugurada en solemne ceremonia el 19 de septiembre de 1847.

Asi es que, por derecho y por razón, Lindo al autorizarla fundó la Universidad Nacional -hoy Autónoma de Honduras-, como con igual propiedad -siendo presidente del vecino país- erigió la Universidad de El Salvador. A mayor abundamiento, por lógica natural un particular (como era el caso del padre Reyes) no podía en puridad crear una institución de carácter público. De donde se deduce que, José de la Santísima Trinidad Reyes Sevilla, es digno merecedor del presente Año Académico de la UNAH, de la cual fue su promotor y primer rector. Mientras, queda en espera el “año” que deberá dispensársele a su autor fundacional, Juan Lindo.

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