La última carta de la derecha

ZV
/
7 de marzo de 2020
/
12:34 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
La última carta de la derecha

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez
(Sociólogo)

Así como la izquierda ha rediseñado sus propias ideas y doctrinas para alcanzar el poder a través de la propaganda, muchos se preguntan si en el lado de la derecha existe una estrategia doctrinaria con vistas a mantener su hegemonía política a largo plazo.

Porque, si de algo deben estar seguros en los sectores de derecha, es que la izquierda está ganando terreno en lo político, aunque supongan que con la muerte de Hugo Chávez y la defenestración de Evo Morales la amenaza se ha acabado. Muy por el contrario.

¿Por qué si después de la debacle del comunismo, las ideas de la izquierda -caídas en desuso entre los mismos militantes-, resurgen con otra cara en el siglo XXI y se imponen con tal facilidad, que hasta los gobiernos y los organismos internacionales se han apropiado de ellas y las convierten en parte de sus discursos? ¿Por qué estas ideas, que en el pasado fueron consideradas subversivas para el establishment, son fácilmente aceptadas y llegan a formar parte del “ethos” universal, hasta convertirse en un lenguaje popular que se utiliza de modo inconsciente, en cualquier ámbito de la sociedad? ¿Será debido a su legitimidad natural, o porque la difusión de las ideas de la izquierda es más efectiva que los medios que utiliza la derecha? Yo creo que lo segundo. Nos da la impresión que la Guerra Fría apenas terminó en lo bélico, pero el antagonismo ideológico parece tan encarnizado como en el pasado. Se trata de meras apariencias: la izquierda ha vuelto por sus fueros y con mayor intensidad que en los años de la polarización Este-Oeste. Los medios ya no son las guerrillas, sino, las ONG financiadas por grupos antiglobalización, apoyadas por senadores y diputados que ostentan ideas “progresistas” en cada país; y, por el otro, la deconstrucción del lenguaje para que aceptemos temas y concepciones que desdibujan los ideales tradicionales como la familia, la religión y la política. Por cierto, los agentes culturales se están utilizando efectivamente como vehículos de propaganda “destructiva”.

Desde luego que existe una derecha ilustrada cuyas ideas-fuerza parten desde los grandes institutos de análisis sociales, y se propagan a los partidos y gobiernos a través de los equipos de tecnócratas que funcionan como consejeros de las políticas públicas. En lugar de contener el embate ideológico, la derecha se presenta copartícipe de la deconstrucción izquierdista y termina aceptando, indiferente, las ideas y teorías emitidas por los organismos internacionales, que versan sobre género, diversidad sexual, inequidad, concentración de la riqueza, entre otras. Por su lado, la derecha sigue apostando por el fortalecimiento del Estado y las instituciones, confiando en que el juego electoral y las fuerzas armadas bastarán para mantenerse en el poder.

Carentes de ideas-fuerza que no sea la mediana efectividad de los aparatos ideológicos del Estado, es decir los medios de comunicación masiva, en la derecha latinoamericana no pueden imaginar el caballo de Troya que la izquierda organizada a nivel mundial les ha preparado. Ni sospechan lo que se viene a mediano plazo.

Para cuando los sectores tradicionales de América Latina quieran reaccionar será demasido tarde. No existe vacuna para la infección que les ha contagiado y que les echará por tierra sus proyectos de permanecer infinitamente en el poder. Tendrán que rediseñarse doctrinariamente, y eso implica invertir en centros del pensamiento, apostar por los medios de transmisión de la cultura, rehacer los medios culturales y los símbolos de interacción cotidiana que se consumen a diario. Esa debe ser la última carta que deberán jugar.

Más de Columnistas
Lo Más Visto