Historias de amor

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8 de marzo de 2020
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12:04 am
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Historias de amor

Por: Froylán Ochoa Alcántara
Abogado

El tema del sentimiento amoroso es quizá el más complejo de abordar ya que se enmarca en el individualismo del ser humano, tiene que ver con sus interioridades, con sus sentimientos y pensamientos, y, por ende, con su conducta, cultura y demás factores que rodean al ser humano.

Es así que, debemos enfocarnos en las emociones humanas que rigen el comportamiento social del hombre, naturalmente, el papel que juega la mujer que es quizás la más importante del binomio, puesto que el elemento indispensable de la pareja lo constituye, la interrelación, es decir esa mezcla de sentimientos que se confirman con el producto natural, que es la descendencia humana. Con ello, nos remitimos a la primera pareja que aparece en el mundo, Adán y Eva, los padres de la humanidad, en un mundo regido por un Dios tan poderosamente infinito como inconcebible, que algunos osan negar su existencia dentro del marco de una inteligencia solo comparable a una cabeza de alfiler.

De tal manera, dentro del drama humano, ese Ser Supremo manda a su hijo (Jesús), a realizar la más grande historia de amor hasta entonces historiada, como ser, la muerte en la cruz en el Monte del Calvario, con lo que carga con todos los pecados de los hombres para establecer ese lazo de amor eterno, que le permite a sus hijos el gozo de la eterna salvación.

Empero con mucha antelación en la historia, el hombre ya evolucionaba su mundo por medio de la tradición oral práctica de los rapsodas de la antigüedad como el poeta épico Homero, de origen jonio, que en el siglo VIII-V a.C. compuso La Ilíada y la Odisea de otro poeta ignoto. Es así que, con la aparición de la escritura, la humanidad conoce multitud de escritores de todos los géneros de la literatura, que con raras excepciones no le cantaron al amor, lo que conocemos como el romanticismo.

De la lírica hispanoamérica emerge la poeta uruguaya, Juana de Ibarbourou, quien escribió las obras como: “Lenguas de diamante”, “El cántaro fresco”, Raíz salvaje”, con varios temas de exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la maternidad, etc.

En 1929 se le llamó “Juana de América” y en su poema “La hora” expresa: “Tómame ahora que aún es temprano/ y que llevo dalias nuevas en la mano./ Tómame ahora que aún es sombría/ esta taciturna cabellera mía./ Ahora que tengo la carne olorosa/ y los ojos limpios y la piel de rosa./ Ahora que calza mi planta ligera/ la sandalia viva de la primavera./ Ahora que en mis labios repica la risa/ como una campana sacudida aprisa./ Después… ¡ah, yo sé/ que ya nada de eso más tarde tendré!/ Que entonces inútil será tu deseo,/ como ofrenda puesta sobre un mausoleo./ ¡Tómame ahora que aún es temprano/ y que tengo rica de nardos la mano!/ Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca/ y se vuelva mustia la corola fresca./ Hoy, y no mañana. ¡Oh amante!, ¿no ves/ que la enredadera crecerá ciprés?”.

Esta obra romántica era de la preferencia de las damitas tegucigalpenses de los años dorados de la época romancera de los años 20-30 que se acostumbraba la velada en algunas casas capitalinas, para el deleite de los valses, la declamación de poemas, óperas, así como, el intercambio de cartas de amor entre los enamorados; todo alrededor del piano, muy al estilo de la Belle Epoque, que imperaba en la culta Europa.

No cabe duda que el tema del amor como sentimiento ha venido arraigado y de la mano del desarrollo humano, pues desde su primigenia etapa, el amor, ha sido causa de pasiones de toda especie, desatando todo tipo de manifestaciones. Por amor se han producido guerras entre naciones, recordemos la lucha entre aqueos y troyanos producida por el amor de París hacia Elena, narrado en la Ilíada, obra de Homero. Igualmente, se pueden extraer historias amorosas de pueblos y naciones que han sido unidos por el amor. Como el caso de las familias Villela-Vidal, novela “Doña Ángela”, cuyo autor es el abogado don Salvador Villela Vidal.

Ante ello, aparece William Shakespeare con su obra “Romeo y Julieta”, cuyo desenlace se produce con la muerte de los jóvenes; hay que mencionar al rey Eduardo VIII que abdicó al trono inglés por el amor de la señora Simpson. Y así, muchas historias de amor hasta hoy escritas.

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