Historias de barrios sin agua: “Este barril es mío, nadie me lo quita”

ZV
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9 de marzo de 2020
/
05:50 am
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Historias de barrios sin agua: “Este barril es mío, nadie me lo quita”

Como una fiesta se vive en los lugares donde Copeco lleva agua.

¡Viene el agua! Gritan los habitantes de varias colonias de la capital, cuando después de tres semanas llega el preciado líquido. Sin embargo, los “tanqueros se dan el lujo de subirles hasta 100 lempiras en varias colonias de la periferia y si los consumidores reclaman, no vuelven y los dejan sufriendo severas sequías en los hogares.

“Si quieren paguen 100 lempiras por el barril con agua si no, no volvemos”, son las respuestas que los pobladores reciben de algunos vendedores de agua en las periferias de la capital. Eso ocurre en colonias retiradas o que están ubicadas como en la salida a Olancho, La Nueva Capital de Comayagüela y la Villanueva y Los Pinos de Tegucigalpa. “Aquí nos piden hasta cien lempiras por un barril de agua” se quejó una pobladora en la salida a Olancho.

En cambio, hay otros sectores de la capital que reciben con alegría de que les llevan agua en las cisternas de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) aunque sea cada ocho días. Asimismo, las cisternas del Cuerpo de Bomberos y de la Cruz Roja Hondureña.

Doña Florinda se aferra a su barril lleno para que no se lo quiten.

Para el caso, en la colonia 1 de Diciembre, de Comayagüela, después de dos semanas de sequía, salieron barajustados ayer con todo tipo de recipiente, para recoger agua de las pipas que llevó el personal de Copeco.

Los tanques llegaron a eso de las 10:00 de la mañana, a la parte baja de dicha colonia y se observaba como la gente con tambos en manos bajaban de extensas gradas, otros venían corriendo por callejones y hubo quienes salían por la parte plana con baldes en mototaxis.

En cuestión de minutos los pobladores “inundaron”, de ollas, baldes y pailas porque, pues casi todos los miembros de las familias salieron con su recipiente. Allí se esculcaban gritos de “apúrese doña Elsa que nos dejan sin agua”. Y doña Elsa a su vez gritaba, “Carlitos trae los otros trastos”.

Hasta una semana sin poder lavar los trastes por falta del preciado líquido.

Parecía que se trataba de una fiesta, porque las personas llegaban sonrientes, al ver que por fin llegaba el agua que tanto esperaban para saciar sus necesidades en los hogares.

De apoco, continúo llegando más gente con recipientes grandes que los empleados de Copeco llenaban de dos en dos. Algunos jóvenes, niños, y adultos corrían a desvaciarlo a la casa y regresaban a llevar de nuevo para aprovechar el líquido.

Sin embargo, el ambiente de satisfacción se fue tornando tenso, ya que quienes traían baldes, llenaban de los tambos con dueño y comenzaron algunos empujones.

Los pobladores de las colonias tienen que subir enormes gradas para llevar un poco de agua a sus hogares.

Y se decían ¿qué le pasa que está llenando de mi tambo. Otros contestaban “por favor no le quiten el agua a la demás gente, que todos vamos a llenar”. En tanto, doña Florinda Sorto, se lanzó sobre su tambo para cubrirlo con sus manos, porque ya le habían quitado agua.

Doña Florinda tapo con sus manos el barril y les repetía a todo el que pasaba cerca: “Este barril es mío… no me lo toquen”, ahuyentando así a todo vecino que buscaba llenar una palangana de agua.

“Me están robando el agua, pero de aquí nadie me lleva ni una gota más, porque más bien es poquita para lo que necesito en mi casa y me la están robando”, reclamó.

En la colonia 1 de Diciembre medio salva unos lavanderos públicos.

Luego de tranquilizarse dijo “esta agua la voy a llevar en baldes hasta allá arriba y tengo que subir como mil gradas, pero mis cipotes me van ayudar a llevarla para la casa”.

Así, consideró que con el traste grande y unos pocos pequeños que llenó, tiene para resolver algunas necesidades de por lo menos tres días, con los que lavará los trastes, un poco de ropa y asear los baños. Después, tendrá que volver a las mismas penurias, porque los tanqueros que venden el vital líquido, ya dejaron de pasar por ese lugar.

De lo contrario, los pobladores tendrán que esperar que dentro de ocho días regresen los tanques de Copeco, que posiblemente lleguen a otro punto de esa colonia donde también tienen enormes necesidades de agua.

Estas jóvenes corrían con esta paila para regresar a traer más agua.

Según comentan, los habitantes de ese sector de Comayagüela, el problema es que los vendedores de agua, ya no les gusta vender baldeado, porque pierden mucho tiempo y prefieren ir a donde les compran por mayor.

A un principio vendían a 40 y 50 lempiras el barril con agua y cada vez que aparecían, le iban subiendo de precio, al tiempo que lo daban hasta 60 lempiras, según fuera la hora.

Sin embargo, en esa colonia cuentan con unos lavanderos públicos, pero no son suficientes para la gran demanda de personas que a diario quieren lavar su ropa.

Los lavanderos cuentan con su propia agua, pero en tiempos de invierno, ya en esta época, apenas hay un charquito dónde sacan agua con un guacal y eso es tedioso, al extremo que muchas personas ni se atreven a llevar sus trapos porque les tocaría esperar mucho tiempo.

Los tanqueros hacen grandes filas para comprar agua, pero la venden a altos precios.

Tanqueros siguen haciendo su “agosto” en verano

Los vendedores de agua en cisternas hacen “su agosto” en verano debido a que una cisterna con agua en el Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y alcantarillados (SANAA), tiene un precio promedio de 50 lempiras.

Al respecto, el gerente de distribución de agua del SANAA, Carlos Hernández, manifestó que la venta de agua a los propietarios de cisternas a quien por ahora solo les venden dos cisternas.

“Nosotros les vendemos a cinco centavos el galón, es decir que sale a 2.70 lempiras el barril y si tomamos en cuenta que hay cisternas que agarran mil galones es decir que al precio de cinco centavos les sale a 50 lempiras la cisterna”, explicó Hernández.

Agregó que “nosotros no les regulamos el precio, eso les corresponde a otras entidades”. El funcionario afirmó que en los meses de marzo y abril mantendrán la cantidad de dos cisternas por dueño, “pero ya en mayo no sabemos”.

REACCIONES

Resolvemos algo

Lorena Cálix (capitalina): “Tenemos problemas de agua en mi casa, porque somos ocho personas, y no nos ajusta para cubrir las necesidades, pero con este poco que llevamos resolvemos algo”.

La venden cara

María Rodríguez (habitante de la colonia 1 de Diciembre): “Es un lujo tener agua y lo peor es que no quieren venir a esta colonia y la venden cara, pero esta que nos regala Copeco nos sirve de mucho”.

Ni comida se ha hecho

Juan Francisco (poblador): “En mi casa ni comida se ha hecho, por falta de agua, pero le agracemos a los de Copeco, porque con este poco de agua que nos traen se logra suplir algunas necesidades”.

Con los trastes secos

Maritza Hernández (pobladora de la 1 de Diciembre): “En la casa hemos estado con los trastes secos y dejamos de moler maíz, porque no teníamos agua ni para lavar los platos peor para el maíz”.

Distribuimos 1,000 barriles al día

Fernando Suazo (Atención Municipal de Copeco): “Cada día repartimos 1,000 barriles de agua en los lugares de mayor necesidad en la capital y cada ocho días repartimos las mismas colonias, pero hay vendedores con cisternas que nos amenazan”.

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