Saturno devorando a sus hijos

OM
/
9 de marzo de 2020
/
12:16 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Saturno devorando a sus hijos

Por PG. Nieto
Asesor y Profesor C.I.S.I.

En 1994 el fotógrafo Kevin Carter ganó el premio Pulitzer por una fotografía que hizo en Sudán, África nororiental, país que entonces soportaba una brutal hambruna. En ella aparece un buitre posado en el suelo, observando a corta distancia el cuerpo desnudo de una niña, con solo huesos debajo de la piel, sentada sobre sus piernas, con la cabeza apoyada en la tierra, agonizando por falta de comida. El buitre esperaba pacientemente su muerte para darse el festín. A pesar de que han pasado 26 años hay que tener mucho estómago para que, contemplando la imagen con una pizca de sensibilidad y empatía, no se convulsionen las entrañas.

El paso del tiempo relativiza y prostituye los valores sobre los que se construye una sociedad, la historia lo prueba. El bien y el mal son realidades tangibles, el cielo y el infierno están en nuestro interior. En Mateo 15,18, Jesús nos dice: “Lo que sale por la boca del hombre viene del corazón, y eso es lo que mancha al hombre”. Cuando en 1917 Joseph Pulitzer creó los premios que llevan su nombre, pretendía incentivar la excelencia en la noble profesión del periodismo. Carter recibió el reconocimiento internacional -y un jugoso cheque- en lugar de la repulsa y el desprecio. Cuando le preguntaron por qué no ayudó a la niña, dijo: “La cámara funciona como una barrera que protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión”. Dos meses después el fotógrafo se quitó la vida. No puedo evitar comparar su suicidio con el del apóstol que traicionó a Jesús. Honores y reconocimiento en Carter, envidia y resentimiento en Judas Iscariote, y en ambos el dinero y la ausencia de compasión. Se apartaron del amor de Dios abrazando el becerro de oro, la oscuridad.

Recordé la fotografía escuchando a todólogos y opinólogos verborrear sandeces sobre el coronavirus. Pero mientras en la fotografía de Carter el buitre espera tranquilo el desenlace fatal, los coprofílicos muestran su impaciencia por la pronta llegada del COVID-19 para que destroce Honduras, responsabilizar al gobierno, y seguir defecando sobre la patria ante la comunidad internacional. Botón de muestra el video subido a la red el pasado día 1 por un prócer, “en mi condición de presidente electo”, nos recordaba para fortalecer su docta intervención. Dos perlas:

“El coronavirus se ha desarrollado especialmente en países donde el clima en este momento es bastante frío. Felizmente en Honduras casi nunca tenemos frío”. “El problema en esos países se va a solucionar ahora que el clima va pasando de frío a caliente”. Hace una afirmación y postula lo contrario. El coronavirus se soluciona cuando suben las temperaturas. Los de Choluteca felices. Por ignorancia o malicia confunde correlación, con causa y efecto. La correlación entre variables no implica que una provoque la otra.

“La vacuna del coronavirus ya está disponible en China, ya se está utilizando con éxito”. “Escuché que han destinado cien millones de lempiras para combatir el coronavirus. Deberían estar comprometidos en la compra de vacunas. ¿Ya las compraron?”, ironiza. Recientemente Donald Trump animaba a la comunidad científica para que descubran una vacuna con premura. Lo que dice el prócer evidencia que el presidente Trump está desinformado.

Stephen King decía que la confianza de los inocentes (ignorantes) es la herramienta más útil del mentiroso. Hace meses protagonizó otro dislate cuando en una marcha de protesta contra el gobierno comenzó a llover y responsabilizó a JOH por “haber inyectado las nubes” para dispersar a la gente. No entendía que las nubes no pueden inyectarse porque no son cuerpos ni organismos, que técnicamente las nubes se siembran. Ahora tampoco comprende que el pedestal no santifica a quien lo utiliza, y que la posición en la fila no sustituye al conocimiento necesario para opinar sobre un asunto, so pena de hacer el ridículo. El síndrome de la banda presidencial hace estragos.

La mitología cuenta que Saturno devoraba a sus hijos por temor a ser destronado por alguno de ellos. Los próceres siameses y su plataforma de conspiradores fracasados pretenden devorar cualquier reforma democrática tendente a fortalecer el próximo proceso electoral, por el temor (certeza) de que nuevamente serán derrotados en las urnas. Eliminando la amenaza evitan el riesgo.

“Cuando se descubrió que la información era un negocio la verdad dejó de ser importante”. -Ryszard Kapuscinski (periodista)-.

Más de Columnistas
Lo Más Visto