Casos míticos

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13 de marzo de 2020
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12:27 am
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Casos míticos

Por: Carlos Gilberto Sandoval

En este país, de cuando en cuando se producen casos míticos, desequilibrantes o arquetípicos.

A veces se siente en el ambiente el sentido de futilidad de la muerte, inducida por hombres y mujeres despersonalizados que caminan por un ámbito de encrucijadas secretas, aprovechando las turbulencias sociales que vive la República, con cierta resignación estoica hacia la muerte violenta.

La barbarie anda por todas partes.

Rememoro, sin establecer parangones de ninguna índole, al escritor Willian Joyce Cowen, con su novela “Hombre de cuatro vidas”: “un capitán inglés de la guerra de 1918, mata cuatro veces distintas a un mismo capitán alemán, con el mismo rostro, el mismo nombre, con el mismo anillo de oro. El alemán es un militar desterrado que proyecta a fuerza de cavilar, una especie de fantasma corpóreo que guerrea y muere muchas veces”.

Durante la última de las guerras civiles de Irlanda, el poeta Oliver Gogarty fue aprisionado por hombres de Ulster en un caserón a orillas del Barrón, en el Condado de Kildare. Comprendió que al amanecer lo fusilarían. Salió con un pretexto al jardín y se arrojó a las aguas glaciales. La noche se agrandó a balazos. Al nadar bajo el agua renegrida, en la que reventaban las balas, le prometió dos cisnes al río si este lo dejaba en la otra ribera.

El dios del río lo escuchó y lo salvó y el hombre cumplió su voto”.

Casi a finales de febrero de este año, veinte criminales con armas de grueso calibre, como las que usa el Ejército, irrumpió en la sala judicial de sentencias de El Progreso, Yoro, asesinando a cinco policías que custodiaban al sujeto que llaman “El Porky”, criminal confeso, quien después, con la rapidez del relámpago, acompañado de los veinte que lo liberaron, se perdió en las calles de El Progreso y San Pedro Sula, metrópolis anonadantes de neurosis consumadas.

Varios días después, se logró la captura de once criminales, pero no la del “El Porky”.

Caso único registrado en los canales históricos del país, con la significación de un reto grotesco al gobierno y al pueblo hondureño.

El Presidente de la República ofreció la recompensa de dos millones de lempiras a quien señale el paradero de “El Porky”.

Quedan flotando en el ambiente algunas interrogantes que ameritan respuestas contundentes, veraces e inmediatas.

“Qué actividades han efectuado la Fiscalía, la Policía y el Ejército? Para encontrar al criminal?; ¿cómo adquirieron esas armas los delincuentes?; ¿quién o quiénes proveen esas armas?

Silencio absoluto.

Que Dios nos proteja.

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