EL PERIÓDICO Y LA CRISIS

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18 de marzo de 2020
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12:05 am
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EL PERIÓDICO Y LA CRISIS

MUCHAS personas, aisladas en sus hogares –como debe ser para enfrentar ese mortal virus que paraliza al mundo– se quejan de los dolores de cabeza que les produce tanto pensar en el coronavirus. Cuesta conciliar el sueño con semejante amenaza. Pero es preferible el estrés –que ya los capitalinos lo padecen elevado al cubo por falta de agua– a ser contaminado por el virus. Los medios informativos están repletos de noticias sobre la terrible enfermedad que cerró al planeta. Nuevamente, la crisis demuestra el predominio de la prensa convencional formando el criterio de la comunidad. La indiscutible influencia que ejerce en la opinión pública. La Casa Blanca, en los inicios de la amenaza, atribuía el coronavirus a una patraña de los opositores políticos para afectar al gobierno y debilitar la economía. Hasta que la crítica ejercida por las cadenas noticiosas y la cobertura masificada de la realidad, obligó a la administración a rectificar. A cambiar la narrativa, escuchar el consejo de los expertos y a dictar las directrices conducentes.

Aquí, mientras las “chatarras” de los chats se divierten intercambiando “memes” y los adictos a las redes sociales las usan para divulgar “fake news”, información insustancial y contradictoria, han sido los medios convencionales de comunicación que han trasladado no solo información veraz al auditorio sino las recomendaciones apropiadas para evitar el contagio. Los titulares y las notas alusivas, las fotos y las portadas de los periódicos escritos –como LA TRIBUNA que además lanzó su propia campaña de consejos– y la cobertura masiva de los demás medios informativos –tanto en sus entregas acostumbradas como en sus portales digitales– transmitiendo las providencias, comunicados y boletines oficiales, ha sido lo que ha servido para crear consciencia en la sociedad. Fue en el editorial de este rotativo como en la columna “Pildoritas” que sugerimos el uso de las cadenas nacionales de radio y televisión para aleccionar al auditorio. Estos espacios cortos explicativos, con reproducción de su contenido en los rotativos, a fuerza de repetir y repetir, poco a poco han calado. Es lo que está haciendo la diferencia. Han provocado reflexión hasta en los más tercos de entender, sobre el comportamiento individual y colectivo. Obligaron, con la denuncia y la evidencia del hecho, a que gerentes imprudentes de las maquilas despacharan a sus casas a la multitud de trabajadores que tenían arremolinada en las naves exponiéndolas al contagio. Son los medios convencionales que martillando incesantemente han ido cambiando paulatinamente resabios y malos hábitos de higiene y de limpieza. Se ha puesto a prueba la utilidad del medio tradicional –que aún con sus propias lagunas– comunica lo más apegado a la verdad y ofrece una panorámica de la realidad, versus las divulgaciones frívolas en las burbujas sociales.

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Lo veraz, lo serio, lo informativo del medio convencional, versus lo otro; las bromas, burradas y videos capciosos intercambiados en las pantallas digitales, más proclives al entretenimiento que como factor educativo. Aún así, pese al ambiente de trivialidad que ello alimenta, de algo tan serio y peligroso como esta maldición que atenta contra la salud y la vida de las personas, les sirve para matar el ocio y chinear el aburrimiento. Un consejo –para ocuparse durante esta prolongada etapa de confinación– a los políticos como a la élite de dirigentes y, de paso, al apreciable público de boca abiertas. Lean un libro. Puede ser que hasta les sirva como aliento al espíritu de actualización. Y si agarran costumbre de leer, quizás los debates de la problemática nacional y del espectáculo político no sean tan vacíos. Así cuando algún día les pregunten: ¿qué libros ha leído usted?, podrán citar, además de Cien Años de Soledad, este otro que obligadamente hojearon durante la crisis del encierro. Prueben el gusto de agarrar uno que otro libro de vez en cuando; como mantenerse informado con datos ciertos no inventos, sobre el entorno local e internacional. Para no aplazar en las pruebas de cultura general. Quizás, algo rescatable quede –el beneficio de la lectura– de estos días de internación forzosa. Conclusión. La prensa convencional ha evidenciado ser el instrumento más valioso con que contamos para enfrentar la crisis.

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