Creciendo hacia adentro

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20 de marzo de 2020
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12:46 am
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Creciendo hacia adentro

Infraestructura resiliente ante desastres

Por Álvaro Sarmiento

Especialista Internacional
en Comercio y Aduanas

Parece inevitable que el tema de esta columna cambie durante esta temporada. El reciente anuncio que Tom Hanks está también enfermo del coronavirus, nos recuerda, en memes, varias de sus películas, donde se encuentra secuestrado personificando al capitán de un navío, o en el aeropuerto sin poder salir a New York, y mi preferida “El Náufrago”, como empleado de FEDEX, perdido después de un accidente aéreo en medio del océano Pacífico durante varios años, y únicamente acompañado por su amigo Wilson, un balón que hizo de su compañero fiel.

Sin ponernos dramáticos, sabemos que no estamos en la soledad y pobreza del Náufrago, pero en una situación bastante incómoda, porque ya no somos dueños de algo tan sencillo, cotidiano, como salir a la calle, y disfrutar una baleada, y darle un abrazo a un viejo amigo. Esos tesoros, de la noche a la mañana han desaparecido.
El reto actual es no dejarse llevar por incontables horas frente a una pantalla viendo series de Neflix, o videos graciosos de YouTube, que al final de los días, únicamente causarán aburrimiento, y cierta tristeza y vacío interior, digamos una fuerte insatisfacción.

Fuera de películas, tengo dos ejemplos de personajes que pasaron durante varios meses sin libertad. El libro “Los 257 días” de Bosco Gutiérrez, famoso arquitecto mexicano, secuestrado por 9 meses, en un espacio de 3 metros por uno, sin ver la luz del día. Cuenta cómo mantuvo la cordura y cómo “creció” espiritualmente al llenar su día de un ordenado horario, con tiempo para rezar tres rosarios, “participar en la misa que reconstruía con sus recuerdos, ejercicio diario, disciplina para comer y descansar. Todo un programa que le llevó a aceptar su nueva realidad, y proponerse salir liberado como un mejor Bosco.

Por otro lado, San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, en plena Guerra Civil española, donde “cura visto era cura muerto”, se esconde en varios lugares, y desde el 14 de marzo a agosto de 1937 en la “Legación” (especie de consulado) de Honduras, con algunos de sus colaboradores. En una casa con docenas de refugiados esperando sin saber qué ni cuándo, San Josemaría mantiene la alegría, la paz y serenidad. En el cuidado continuo por los demás anima a los jóvenes a que le acompañen al trabajo cotidiano, a tener un encargo material, a estudiar otras lenguas, para la futura expansión del Opus Dei en todo el mundo, un programa que algunos catalogarían como fuera de la realidad. Su lógica no era humana, más bien divina.

Frente a nosotros tenemos la inmensa oportunidad, de sacar un verdadero tesoro, como el grano que se esconde en la tierra y que en esa sombra y aparente inamovilidad, crece, germina y da frutos. Pero para eso, lo primero es imponerse metas, ¿cuántos libros puedo leer en una semana?, ¿qué nuevo plato de comida puedo aprender a preparar? ¿Cómo puedo conocer mejor a la gente con la que convivo? Con tertulias mucho más largas y profundas. Aquel curso de inglés, de Excel o de pintura que encontré en YouTube, ahora es el momento de tomarlo. Pero como base de eso, un horario fijo que nos ayude a mantener cierto orden y disciplina.

Comer bien, y ejercitarse, una cuerda para saltar es suficiente para un espacio reducido. Y si tiene niños en casa, todo lo anterior es obligatorio, si no ellos y usted la pasarán muy mal, se lo garantizo. Y ore, rece, lea toda la Biblia de tapa a tapa. Si es católico le recomiendo leer al menos 12 puntos del Catecismo de la Iglesia y el Santo Rosario es fundamental. Y al final del día puede preguntarse, qué obra de servicio tuve con el prójimo, a quién le saqué una sonrisa hoy. Eso verdaderamente es lo que cuenta y que más agrada a Dios. Saquémosle el jugo a esta nueva situación, que no podemos cambiar. Y sonría, aunque sea a la fuerza, es bueno para usted y todo el mundo.

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