Pandemia

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23 de marzo de 2020
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12:22 am
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Pandemia

Por Carlos López Contreras

Pocos hondureños tendrán recuerdos o vivencias de una pandemia. Las que hemos conocido o de las que hemos oído hablar, curiosamente se originaron en China. Más allá de estas nociones, solo hemos conocido la pandemia por medio de lecturas, de novelas o de la historia.

Podemos evocar la gripe asiática que hizo estragos en todo el mundo, así como otras variedades de influenzas que, progresivamente, la investigación científica ha venido conteniendo por medio de vacunas actualizadas.

El coronavirus que es la última versión, contagió a centenares de miles en China y se ha expandido por todo el mundo. En unos países con mayor intensidad que en otros, sin que la pandemia discrimine entre países ricos y pobres, entre economías del primer mundo y las más rezagadas, entre regímenes de izquierda o derecha.

La pandemia no solo ha infectado centenares de miles de personas en el mundo, sino que le ha quitado la vida a muchos miles, en particular a los adultos mayores, teniendo actualmente su epicentro en Europa.

La experiencia de esta pandemia nos ha demostrado que no hay ningún sistema nacional de salud capaz de hacerle frente, una vez que la enfermedad se propaga exponencialmente como sostienen los expertos. Ni el sistema estatal con cobertura universal como en la mayoría de los países miembros de la Unión Europea, ni los sistemas privados o mixtos.

Y es que frente a una epidemia, la capacidad del sistema de salud solo triunfa cuando el Estado actúa a tiempo con la aplicación de medidas capaces de impedir la propagación de la enfermedad. Y, como desde la antigüedad, la medida más segura es la cuarentena.
España e Italia, dos países tan cercanos a Honduras, pasan por una situación extremadamente dolorosa, por el número de contagiados y fallecidos, debido a que tardaron en poner en marcha medidas rigurosas, incluyendo el aislamiento, cierre de fronteras, de bares, restaurantes y toda actividad que suponga aglomeración de personas, que es la fuente más peligrosa de contaminación silenciosa.

El pronóstico del Reino Unido resulta incierto, según informaciones de medios internacionales que afirman que el gobierno solo resolvió adoptar medidas consistentes con la magnitud de la amenaza a su población, cuando recibió un informe del Colegio Imperial de Londres que le planteaba la posibilidad de que, sin control, Reino Unido podría sufrir medio millón de víctimas fatales.

De lo ocurrido en el mundo hasta ahora, podemos comprobar que los sistemas de salud, incluyendo a los de las primeras potencias económicas del mundo, solo resultan eficientes si el gobierno adopta a tiempo medidas decisivas para prevenir el contagio.
Honduras, junto a otros países latinoamericanos han reaccionado con responsabilidad, convicción y energía para prevenir la propagación del virus.

En nuestro caso, no solo el gobierno actuó ágil y decisivamente, sino que lo acompañó todo el pueblo con un altísimo sentido de disciplina, solidaridad y misericordia. Y, por gobierno se entiende las Secretarías de línea y su personal, junto a las fuerzas de seguridad que han apoyado las medidas establecidas.

Esperamos que en Honduras la pandemia describa en su propagación una curva lo más plana posible, que rápidamente llegue a su cima, y luego decline hasta desvanecerse en lo que es este primer ataque, dando tiempo a que –Dios mediante– se perfeccionen las diversas investigaciones para la producción masiva de vacunas contra el coronavirus.

Como resultado de esta crisis sanitaria, sin duda afrontaremos dificultades económicas, pero se habrán salvado miles de vidas y, si emulamos el esfuerzo y tenacidad de otras naciones que han sufrido catástrofes naturales o calamidades de la guerra, también nosotros podremos reconstruir nuestro futuro.

¡El espíritu de lucha de los hondureños no tiene límites!

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