COYOL PARTIDO…

OM
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24 de marzo de 2020
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12:26 am
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NO; ni parecido, son cosas distintas. Esto no es ni igual, ni similar, ni peor que cuando aquel bíblico huracán. La vorágine torrencial del diluvio, destartaló toda la geografía nacional. No dejó rincón ileso. Murieron más de 35 mil personas. Con una carga de atención a más de dos millones de damnificados. O sea, todo el patrimonio y una tercera parte de la población desvencijados. Poblaciones enteras aisladas e incomunicadas. Desmoronó la infraestructura vial, de agua potable, eléctrica y de telecomunicaciones. No había forma de transportar gasolina.

Pasos cortados, intransitables, en las ciudades, en municipios y en aldeas, sin forma de comunicarse de uno a otro lado. Se paralizaron las actividades normales. Pedazos del rompecabezas quedaron regados e incomunicados. Se suspendieron las clases. La población expuesta al contagio de una peste por contaminación. Se perdieron las cosechas, frijoles, maíz, café, arroz, azúcar, bananos, frutas, palma africana, a punto de quedarnos sin comida, batallando en la escasez.

Se cayó la producción agrícola y pecuaria. No hubo producto exportable. La pérdida en el campo produjo una migración masiva a las hacinadas ciudades que, igual, sufrían el embate bestial de la naturaleza. No habían remesas de apoyo a las reservas. Las empresas severamente golpeadas. Con pérdida de sus mercados, peligrosamente arrinconadas. El sistema financiero en jaque sin que sus clientes pudieran pagar lo adeudado. Aseguradoras insolventes con reclamos encima por daños. El sector público sin ingresos. El país sin capacidad de amortizar su pesada deuda. (Lo anterior –porque la lista es interminable– es apenas un apretado resumen de la calamidad que duró meses. Sin hablar de la recuperación –exitosa, por voluntad de la Providencia– que se llevó lo que quedaba de la gestión presidencial). Esto de ahora es diferente. Una crisis con otras características. Una de ellas que es mundial. (Lo que exige la voluntad de los multilaterales de auxiliar, con recursos y moratorias, como Dios manda). Y que plantea otros desafíos. Aparte de una forma inteligente y creativa de combatirla.

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Quedarse en casa lavándose las manos, es una medida de prevención oportuna para evitar la propagación de la enfermedad. Pero el encierro todo afecta. La vida normal de los que viven de coyol partido, coyol comido. Detiene el motor de la iniciativa privada. La que sostiene a cientos de miles hondureños en sus trabajos. Allí está el meollo del problema.

Esperemos que haya ingenio y recursos para lidiar con la emergencia. Pero ¿Cómo se hace con lo que agoniza a poquitos? Si se deja que eso muera, no hay día después. La emergencia sanitaria tarde o temprano va a terminar. Hay, mientras lidiamos con la urgencia, otras cosas apremiantes. Sobre la marcha debe trabajarse –asesorándose de los que más saben– en lo que se deteriora por el aislamiento. Se ocupa salvar las fuentes de trabajo. No dejar que perezcan porque de lo contrario, una vez que se salga de los apuros, sin los comercios, las fábricas, las empresas y los negocios que dan trabajo y que producen, no quedará nada que sostenga la recuperación. La raíz del rescate está en la base económica que sostiene el sistema. ¿Cómo hacen las empresas sin ingreso para pagar planilla y mantener empleada la fuerza laboral? Ello es inquietud de primer orden. No puede un negocio parado pagar contribuciones al Infop, ni al Seguro Social, ni amortización alguna al sector público o a la municipalidad, ni volumen de ventas si está perdiendo, ni a los bancos. Hasta la luz. (Hay que comprar crudo a futuro hoy que se desplomaron los precios para compensar la falta de ingresos de ahora). Urge un acuerdo entre empresarios y gobierno, por de pronto, como de las fuerzas vivas del país. Ya hay muchos centros de empleo que amparados en la ley están haciendo solicitud de suspensiones de trabajo. Por ello insistimos en un plan integral de nación. No que cada cual salga con su propuesta. Nada se hace proponiendo pedazos de algo. Se ocupa el todo. De algo formulado y convenido, que incluya todas las esquinas, aborde todos los problemas y enfrente todas la aristas.

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