Volvimos a ser aldea

OM
/
25 de marzo de 2020
/
12:35 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Volvimos a ser aldea

El miedo… también es viral

Por José María Leiva Leiva

Nunca como hoy, he encontrado mayor riqueza, utilidad y sano divertimiento en los enlaces que mantengo a diario con una selecta lista de familiares y amistades dispersas por diferentes lugares del mundo. En concreto: Europa, América del Sur, Centroamérica, los Estados Unidos de Norteamérica y varias ciudades de Honduras. ¡Es francamente una gozada!, que incluye videos de diversa índole, fotos, reportajes y pensamientos, anónimos o de ilustres personajes.

Se trata de una funcional terapia interactiva y forma ocupacional de sobrellevar el tiempo en este obligado paréntesis de distanciamiento social. En mi caso, enriquecido además por la lectura de textos motivacionales que inyectan suficiente energía positiva para recargar pilas y hacer más placentera esta prueba de vida en que hoy la humanidad entera se encuentra sometida. Es un placer el reencuentro familiar y no menos provechoso disfrutar juntos de una película en sesión vespertina de esas que ofrecen las diversas plataformas del entretenimiento.

Y por supuesto, en lo laboral la actividad pasa por el tiempo dedicado a la práctica y ejecución del sistema de enseñanza virtual, conocido como e-learning, que sostengo con mis alumnos de Derecho Internacional Público de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). El caso es que entre aquellos videos compartidos hay unos bellísimos que encierran una profunda reflexión y una esperanza que cual rocío matutino que se esparce sobre un campo verde, provoca una sensación de quietud y frescura, en medio de estos áridos y críticos momentos.

Así, de Edna Rueda Abrahams, médico-psiquiatra y escritora, colombiana, leemos: “Y así un día se llenó el mundo con la nefasta promesa de un apocalipsis viral y de pronto las fronteras que se defendieron con guerras se quebraron con gotitas de saliva, hubo equidad en el contagio que se repartía igual para ricos y pobres, las potencias que se sentían infalibles vieron cómo se puede caer ante un beso, ante un abrazo. Y nos dimos cuenta de lo que era y no importante, y entonces una enfermera se volvió más indispensable que un futbolista, y un hospital se hizo más urgente que un misil”.

“Se apagaron luces en estadios, se detuvieron los conciertos, los rodajes de las películas, las misas y los encuentros masivos y entonces en el mundo hubo tiempo para la reflexión a solas, y para esperar en casa que lleguen todos y para reunirse frente a fogatas, mesas, mecedoras, hamacas y contar cuentos que estuvieron a punto de ser olvidados. Tres gotitas de mocos en el aire, nos han puesto a cuidar ancianos, a valorar la ciencia por encima de la economía, nos ha dicho que no solo los indigentes traen pestes, que nuestra pirámide de valores estaba invertida, que la vida siempre fue primero y que las otras cosas eran accesorios”.

“No hay un lugar seguro, en la mente de todos nos caben todos y empezamos a desearle el bien al vecino, necesitamos que se mantenga seguro, necesitamos que no se enferme, que viva mucho, que sea feliz y junto a una paranoia hervida en desinfectante nos damos cuenta que, si yo tengo agua y el de más allá no, mi vida está en riesgo. Volvimos a ser aldea, la solidaridad se tiñe de miedo y a riesgo de perdernos en el aislamiento, existe una sola alternativa: ser mejores juntos. Si todo sale bien, todo cambiará para siempre.

“Las miradas serán nuestro saludo y reservaremos el beso solo para quien ya tenga nuestro corazón, cuando todos los mapas se tiñan de rojo con la presencia del que corona, las fronteras no serán necesarias y el tránsito de quienes vienen a dar esperanzas será bien recibido bajo cualquier idioma y debajo de cualquier color de piel, dejará de importar si no entendía tu forma de vida, si tu fe no era la mía, bastará que te anime a extender tu mano cuando nadie más lo quiera hacer. Puede ser, solo lo es una posibilidad, que este virus nos haga más humanos y de un diluvio atroz surja un pacto nuevo, con una rama de olivo desde donde empezará de cero”.

Como imperdibles resultan también estos otros pensamientos vinculados al tema: “¡Te das cuenta! Todo se redujo a un espacio donde teniendo carros no los puedes usar, teniendo dinero no lo puedes salir a gastar, teniendo ropas lujosas te estás poniendo cosas cómodas que ni combinan, teniendo joyas ni las volteas a mirar, y podría seguir la lista. Hoy estás en tu hogar con lo básico y cuidando de ti y los tuyos. ¿No te parece una gran lección que nos da la vida?”.

Finalmente, nunca mejor dicho: “Lo bueno de esta pandemia es que demostró: lo inservible que son las armas, lo débil que es el poder, y lo inútil que es la riqueza”. Parece mentira, pero “a veces es necesario que la vida nos sacuda con todas sus fuerzas para darnos cuenta que el tiempo que nos queda no es para malgastarlo”. Por eso, “Aférrate a la vida como puedas, es la única que tienes”. Recuérdalo: “Las joyas más preciosas que tendrás alrededor de tu cuello son los brazos de las personas que amas”, y que “ocurra lo que ocurra, también el sol del peor día se pone”.

Más de Columnistas
Lo Más Visto