Protegiéndonos ante una amenaza que desnuda nuestra fragilidad

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27 de marzo de 2020
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12:53 am
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Protegiéndonos ante una amenaza que desnuda nuestra fragilidad

Por Adán Hilario Suazo Molina
Coronel de Aviación ®.

Al momento de iniciar este escrito, revisando en Internet, me encontré que en Google habían 3,970,000,000 consultas sobre el coronavirus (Covid-19) en los últimos 50 minutos. Imaginamos que los demás sitios virtuales o redes manejan similar ocupación. No es para menos, la conmoción mundial que ha causado esta grave amenaza está desnudando nuestra fragilidad, retornándonos a niveles naturales de humanidad cercanos a la hermandad, bondad, obediencia y temor.

Las proyecciones son aterradoras, la pandemia ha puesto de rodillas a potencias del primer orden mundial como las europeas. La amenaza es más notoria sobre las grandes urbes por su alta concentración humana, pero en especial sobre el segmento de los sénior (personas de la tercera edad). El cruce de información y las noticias falsas (fake) es aterrador y nocivo, en fin, todo esto suma al deterioro de la situación. Ante tal panorama, en donde la fe divina es fundamental, en donde la solidaridad y desprendimiento son indispensables, conviene preguntarnos, ¿qué podemos hacer?

Primero, por nuestro entorno familiar y luego por el ámbito comunitario: pues sencillamente ¡QUEDARNOS EN CASA! Sin duda es la mejor arma actualmente contra en Covid-19, seguro que hay que ingeniárselas; es difícil pero esta medida nos aleja del peligro. Ya todo se ha dicho sobre este mal, no esperemos milagros, sabemos que cualquier vacuna tomará años que esté certificada para ser aplicada y que cualquier remedio es de carácter paliativo.

La unión hace la fuerza, es el eslogan ampliamente utilizado cuando queremos afrontar en equipo una situación adversa. En este tiempo no se trata de ventajismos y triquiñuelas políticas, estamos afrontando una guerra, por lo tanto las medidas deben comenzar por aplicar una estrategia de guerra y que pueblo y gobernantes nos unamos, unos acatando y apoyando, los otros planeando y liderando. Concentrémonos en nuestra realidad sin adversar decisiones, brindando opiniones lógicas y positivas, sin tratar de comparar medidas y modelos de otros países que viven realidades diferentes pero, sobre todo, conscientes que el problema es global. Cada quien pelea esta guerra con sus recursos y sus políticas y será difícil que alguien nos tienda la mano.

Dejemos las teorías conspirativas, las suposiciones y señalamientos para que las potencias dominantes las resuelvan. Nosotros cuidemos lo nuestro, resolvámoslo con patriotismo sin esperar que el gobierno nos lleve el pan a la boca, sin escuchar consignas de líderes falsos que, por tomar ventajas políticas, poco les importa que nos hundamos en el estiércol.

Reconozcamos desde ahora la gran labor que están haciendo los cuerpos de socorro y emergencia del país, en especial, el personal de salud, las instituciones de seguridad y defensa, los medios de comunicación, la empresa privada y muchas personas particulares altruistas que con mucho desprendimiento apoyan a los más desposeídos. Esto demuestra que juntos todo es posible. Los disidentes, los que guardan rencor y corrosión en su alma, están a tiempo de unirse al esfuerzo nacional, ¡aceptémoslo! No dejan de haber algunos medios de comunicación y políticos inescrupulosos escupiendo podredumbre, son pocos pero los hay.

Lo antes expresado es observando el panorama diario, pero hay un mañana que deberemos afrontar. Es allí hacia donde hay que apuntar pensando objetivamente qué hacer después de superar la crisis, para no tener que improvisar como regularmente se hace. Valen algunas reflexiones al respecto: el aparato productivo del país no puede paralizarse, se deben plantear soluciones para que la industria recupere su normalidad. Puede ser programando turnos para que haya menos concentración de trabajadores, proveyendo transporte directo desde y hacia sus casas, optimizando medidas de higiene; recordemos el Covid-19 llegó para quedarse, debemos convivir con él y el mundo sigue girando.

La producción del campo obligatoriamente debe ser apoyada; grandes y pequeños productores requieren de programas novedosos que transformen este rubro. Aprovechemos de una buena vez la bendición de tener la Universidad del Zamorano que ha pasado casi desapercibida para nuestros gobiernos. Esto puede ser un buen modelo de trabajo para el aprovechamiento de tierras, agua, vías de comunicación, todo acorde a la posibilidad y vocación natural. Honduras posee un potencial humano profesional, tanto en el país como en el extranjero, que puede ser incorporado al esfuerzo nacional para sacar el país del atraso y postración que vivimos. Solamente hay que pensar qué se les puede ofrecer. Estos serían recursos excelentemente invertidos que pueden brindar los frutos deseados a corto plazo; se trata de aprovechar nuestro potencial para todos, sin exclusividades reducidas a unos cuantos. Hay tanto en nuestra patria que es una desgracia estar a la cola del mundo: tierras fértiles, agua dulce, costas y mares ricos en recursos, población idónea para ser productiva, etc., etc., etc.

Aprovechemos esta crisis como si fuese un aldabonazo que nos despierta del letargo y la modorra en que hemos vivido. Tomemos ventaja de ella, dejemos de lamentarnos, de insultarnos y maldecirnos… el futuro es nuestro, afrontemos el reto con patriotismo.

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