“NI LOS VEO, NI LOS OIGO”

ZV
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28 de marzo de 2020
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12:34 am
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“NI LOS VEO, NI LOS OIGO”

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

EN medio de la crisis epidemiológica y el aislamiento a que están sometidos los países amenazados, se supo que “Estados Unidos tomará represalias contra los que no acepten la deportación de sus ciudadanos en medio de la pandemia”.(Vaya solidaridad hacia estos pintorescos paisajes acabados, con el tormento de una catástrofe encima y obligados a no levantar la voz por temor a represalias). Allá en México –y parecido en Brasil con Bolsonaro– Andrés López Obrador más preocupado por los efectos económicos de un aislamiento que por la gente, en sus conferencias de prensa matutinas les ha dicho a los mexicanos que no tienen nada de qué espantarse. Que se junten, que se abracen, que se besen, ya que ese pueblo es resistente, indomable y “como México no hay dos”. Hasta ahora, no hay cifras de contagiados y de muertos alarmantes como en España e Italia. Pero en la medida que el virus se riegue, el panorama puede cambiar de un solo golpe. La OMS advierte que los países donde se relajan las medidas de encierro, pueden convertirse en epicentros del contagio.

“NI LOS VEO, NI LOS OIGO”

En el manejo de la crisis, AMLO ha tomado prestada la misma actitud de uno de sus antecesores –ignorando una protesta de periodistas durante su gestión– “ni los veo, ni los oigo”. Sin embargo, la frasecita esa “ni los veo, ni los oigo”, pareciera que refleja la comodidad de la burocracia internacional frente a esta calamidad de vida y muerte. No parece en ningún apuro de actuar. El FMI hasta hace unos días no pasaba de emitir pujidos de preocupación dando diagnósticos tétricos de cifras desalentadoras, sobre la recesión que se avecina. En las últimas horas junto al Banco Mundial emitieron un comunicado solicitando “a los ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G-20, y a los países acreedores del grupo que permitan a los países más pobres suspender todos los pagos de la deuda bilateral mientras luchan contra el virus”. De aquí a que responda el G-20 y se hagan los diagnósticos, sobre quiénes califican y quiénes no, más el campo minado de requisitos, de papeles, de condicionalidades que cada cual tendrá que atravesar para que le den a cuentagotas una ayuda bilateral, estas economías van a estar desvencijadas. Pero no solo eso. ¿Dónde está el compromiso de los multilaterales, FMI, BID, Banco Mundial para ofrecer una moratoria al pago del servicio de la deuda y principal a estas aldeas descalzas? Y de los fondos masivos, adicionales, complementarios, emergentes que requiere el sistema para poder responder a la premura.

Ello es, mantener a flote el sistema productivo. A las empresas sin ingresos y mercado –debido al encierro– que deben pagar planilla y no despachar a sus trabajadores. Las empresas y la fuerza laboral del sector formal e informal es la columna vertebral del país. Si eso colapsa no hay día después. No es cosa de ver qué hacen al final de la hecatombe sino ahora para evitar el desmoronamiento. Esta es una cadena. Se precisa del efecto de derrame. El gobierno debe proveer acciones y medidas para lidiar con la emergencia, pero sobre la marcha –relajar medidas fiscales y monetarias al sector productivo– y atender todo lo demás en peligro de implosión. Las instituciones del sistema financiero deben hacer lo suyo. Moratoria a los clientes, recursos para financiar la transición, pero ocupan consideraciones del Banco Central. Y lo interno no funciona si los multilaterales no asisten ya. No mañana y a cuentagotas. No así con esas tímidas solicitudes de $134 millones de apoyo a balanza de pagos que le sacaron al FMI contempladas en el programa. Eso se va en un pasón dada la magnitud de la crisis. Las exigencias al tata Fondo, a sus tías las zanatas y las aves agoreras deben ser mucho más agresivas de parte de la autoridad económica y financiera. Y estas instituciones no pueden –al estilo AMLO copiando a Salinas de Gortari– salir con que “ni los veo, ni los oigo”. Dejamos por último al BCIE porque ese es el banco regional. Es la primera gaveta con que cuentan estos países. Pero –esperemos que sacudiéndose la parsimonia y actuando de inmediato– respondiendo con medidas, recursos, a lo grande, no en gotero. Ya debieron haber convocado a sus gobernadores para salir con un paquete gigantesco. Hay que ser diligente y creativo. Con soluciones fuera de la caja –tampoco como el avestruz metiendo la cabeza en la tierra– no las habituales. Hoy.

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