Progresos dentro de la crisis

OM
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31 de marzo de 2020
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12:49 am
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Progresos dentro de la crisis

El Tratado de Bogotá

Por Juan Ramón Martínez

No todo es malo. Hemos cumplido dos semanas en casa y los brotes de resistencia han sido relativamente mínimos. Y el incumplimiento, tiene mucho que ver con la idea equivocada que se transmitió sobre la inmunidad de los jóvenes, lo que les ha impulsado a la desobediencia que anticipamos que aumentaría. Las estadísticas médicas han sido acertadas y están dentro de lo que corresponde a una sociedad como la nuestra. Lástima que quien las da, no es la persona indicada porque luce disgustado, –como condenándonos a todos–, pasando por alto que, es nuestro servidor. Creo que la arrogancia barbada de Contreras, debe ser sustituida por un rostro más amable.

Siguiendo en lo positivo, lo mejor ha sido la superación de las diferencias entre Salud y el Colegio Médico. Las tensiones han rebajado sensiblemente. Suyapa Figueroa, consecuente con sus responsabilidades –que espero que imite también el doctor Umaña– ha privilegiado lo profesional, por encima de la “militancia política” que, nunca deben contraponerse.

Pero lo más importante –y esto ratifica que Contreras no siga siendo el referente informativo nacional– es que ya nos dimos cuenta que “coronavirus”, no solo es un problema sanitario, sino que además es, una cuestión económica. Lo que debe obligarnos, –al gobierno y a todos los ciudadanos–, a atender lo económico, con igual o mayor celo que el tema sanitario. De forma que, como hemos desarrollado modelos matemáticos para calcular las tendencias de contaminados, recuperados y fallecidos, también hay que construir iguales modelos matemáticos para anticipar la pérdida de empleo, el cierre de empresas, el aumento de personas que no podrán terminar el mes con dinero en el bolsillo, el crecimiento de la delincuencia, los suicidios y otras variables atinentes.

De forma que el gobierno, debe reorganizarse en otra forma para enfrentar la crisis económica y la pandemia, simultáneamente. Imagino que alrededor de JOH hay un gabinete de crisis que analiza la situación y recomienda alternativas. Si no lo tiene, debe organizarlo. Además, el gabinete económico –integrado por ministros, dirigentes del Colegio de Economistas y expertos con experiencia en la materia, deberá completarse y articularse con el gabinete de Salud, en el que, en forma similar, además de funcionarios, dirigentes del Colegio Médico, participen expertos epidemiólogos y reputados investigadores científicos en las áreas de la salud, proponiendo reformas y las recomendaciones pertinentes. Y en la base, como lo he venido recomendando, organizar a la población que, en algunos lugares en forma libre, ha creado importantes soluciones en términos de abastecimiento y vigilancia, especialmente. Porque hay que entenderlo de una sola vez, sin la ordenada participación de la población en la solución de sus problemas, porque son más suyos que del gobierno que es, fundamentalmente, un servidor del bien común al cual en momentos, habrá que ayudar porque hasta ahora, en tiempos normales no ha podido sacar adelante al país, menos en tiempos de crisis, por lo que requiere del apoyo de todos. De forma que llegará el momento en que, aunque no lo pida –por arrogancia o por equivocadas visiones del partidarismo– muchos tendremos que ofrecerle ayuda y cooperación.

La delincuencia ha sido hasta ahora, relativamente frenada. No porque la Policía está ocupada, y no hagan los boletines sobre los muertos que los periódicos publican, sin cambiar una coma, sino porque están a la expectativa esperando cómo evolucionan las cosas. Pero una vez que se normalicen y los controles disminuyan, porque no debemos olvidar que las fuerzas de seguridad: policías y militares se cansarán. Y no tenemos planes de reserva para su correspondiente reemplazo para mantenerlos en la calle, los delincuentes saldrán a buscar por la falsa justicia redistributiva, a asaltar, coaccionar, matar y robar.

Frente a esta problemática global y sin pasar por alto las dificultades de la economía nacional, que se mueve entre un mercantilismo infantil y un “capitalismo de compadres”, es necesario desarrollar estrategias globales, en las que participemos todos. Y sin renunciar al sacrificio general. Sin depender total y emocionalmente de la ayuda externa de la comunidad financiera internacional, u olvidando los agujeros por donde le entra el agua a la economía hondureña. Tenemos una fortaleza: el sector informal y los pobres que envían remesas, son más fuertes, austeros y luchadores que el “capitalismo de compadres”. Y menos dependiente del exterior.

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