Un programa para defender el ingreso, el consumo y el empleo
Rafael Delgado Elvir
Desde el capítulo noroccidental del Colegio Hondureño de Economistas nos pronunciamos recientemente respecto a la situación del momento. Nos interesó pronunciarnos sobre las medidas que se deben de empezar a implementar para evitar que, además de la crisis sanitaria, los problemas económicos y sociales empiecen a sentirse con todo el peso en la población hondureña.
Las cosas amenazan con complicarse. Dos semanas llevamos ya con una paralización general de la producción, afectando a todos los sectores económicos, pero con un peso fuerte en toda la población que trabaja y gana el día, a cuenta propia como se clasifica en las estadísticas. Estimaciones consideran que son alrededor de 1.4 millones de personas en esa condición. Habrá que agregarla a sus dependientes. Existe otro grupo social golpeado por la situación del momento y son los micro y pequeños empresarios que igualmente son numerosos y podrían estar empleando a alrededor de 700 mil hondureños. Para todos ellos deben de existir medidas que eviten la caída en sus ingresos, en el consumo y la pérdida del empleo.
Por eso desde el Colegio Hondureño de Economistas estimamos que debería de existir un enfoque primordial de proteger en estas semanas y quizás meses a los más vulnerables. Dejarlos sin protección conduciría a exacerbar los efectos de la crisis sanitaria haciendo más difícil la recuperación económica. Esto requiere un esfuerzo conjunto de la empresa privada y del gobierno para lograrlo. Por eso consideramos necesario que desde la política fiscal se lance un programa para la preservación del consumo y del ingreso que cuesta mucho, pero que tenemos que hacerlo.
Existe una coyuntura especial. Y es que desde hace más de ocho años, los gobiernos han logrado meterle la mano hasta el fondo del bolsillo a la gente. Por eso se han alcanzado cifras récords en recaudación de tributación. Eso no ha bastado para saciar al gobierno y se han alcanzado también cifras récords en ingresos, producto del endeudamiento público. De esta forma contamos con un presupuesto general de la República de 282 mil millones de lempiras. Esos fondos deberían de servir hoy para paliar los efectos de la emergencia. Por eso hay que reestructurar el presupuesto y sacar recursos de los inflados presupuestos de Casa Presidencial y oficinas anexas, del Congreso Nacional, de las Secretarías de Defensa y Seguridad, de los fideicomisos que se manejan en la banca nacional.
Concentrando recursos de partidas que ahora se invierten y se desvían a cosas con poco sentido social y productivo, se puede financiar un programa digno de apoyo al consumo de al menos 5 millones de hondureños mientras dure la emergencia sanitaria. No se trata de apoyo con bolsas solidarias por medio de los activistas del partido gobernante. Lo que se requiere es un programa con el más estricto sentido humanitario desligado de la maquinaria partidista y que cubre las necesidades básicas de alimentación. Se debe además defender el empleo en la micro y pequeña empresa por medio de un subsidio a los trabajadores, al menos durante la fase que no se esté produciendo y mientras no existan ingresos de venta para los emprendedores.
Desde el Colegio Hondureño de Economistas creemos que desde la empresa privada se deben mandar señales claras en este momento de emergencia. Sería de mucho valor crear un consenso a nivel de la mediana y gran empresa de parar cualquier despido y suspensión de contratos de trabajo. Es el momento de la solidaridad y de proteger el recurso más valioso con que se cuenta. La banca al igual, después de varios años de fuerte crecimiento y rentabilidad debe emitir disposiciones claras y agresivas para una moratoria al menos de tres meses y una reducción importante en las tasas de mercado que cobra.
