El virus chino y la amenaza del estatismo

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13 de abril de 2020
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12:02 am
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El virus chino y la amenaza del estatismo

Por Jairo Núñez

Dos peligrosos y mortales virus se han juntado en el mundo en estos últimos meses: el primero, el virus chino o coronavirus, que desde su aparición letal como COVID-19 en la ciudad de Wuhan, China, a finales del año pasado, ha venido dejando una secuela de desolación y muerte insostenible por su rápida propagación y letalidad en poblaciones vulnerables, como ser las personas de edad adulta, entre otras en menor escala, esas poblaciones que según la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, “representan una amenaza a los gobiernos y corporaciones”, como si fuera una quinceañera la que emitiera el comentario tan poco humano.

El segundo virus es el del estatismo, el cual hoy, a pesar de su evidente fracaso para salvaguardar la vida de los habitantes de un determinado territorio, y que debería de ser una de sus grandes prioridades, deja claro que no es eficiente en lo absoluto para tales fines, como lo hemos venido denunciando por años. El estatismo es un virus que ha avanzado por años en el mundo y más en las “democracias” mercantilistas de América Latina causando solo pobreza, miseria y muerte por décadas.

Con la aparición del virus chino, se ha venido demostrando que los sistemas de salud son insuficientes para atender la emergencia causada por la pandemia. “Nadie estaba preparado”, es la frase trillada de todos los gobiernos, lo cual es cierto y aquí surge la gran incógnita: ¿se aprovecharán los estados de esta pandemia para aumentar sus presupuestos y así incrementar su tamaño y participación en la economía de las naciones? Es lo más seguro.

Y no está malo que se hiciera solamente a nivel de salud, el gran problema de la amenaza de crecimiento estatal, desmedida en la mayoría de los casos, es que también se introducirán muchos controles para vigilar a la población, tal y como ocurre en China en donde, la dictadura vigila con millones de cámaras y monitorean constantemente a la población, siendo capaces de enviar un mensaje a sus celulares para advertirles de su temperatura corporal, qué comer y qué no, un total control estatal y pérdidas absolutas de libertades individuales. Pero todavía existen muchos que defienden el libre mercado chino a pesar de su dictadura política, “insensatos”, en palabras del mismo Vargas Llosa, haciendo referencia a los “chinalovers” o defensores del modelo político y económico chino, país que ya censuró al Nobel de Literatura como muestra de su implacable nacionalismo y poder dictatorial.

El virus chino y la amenaza del estatismo

Ante la crisis de la pandemia, muchos países, entre ellos Alemania, están comenzando a tomar medidas extremas de estatismo: nacionalizar empresas. Esto es lo más abominable, pero receta infalible para liquidar el espíritu empresarial en cualquier país. Es un llamado a esos viejos extremismos nacionalistas y proteccionistas que solamente atentan contra las democracias liberales cada vez menos existentes y debilitadas. Países socialistas ni mencionarlos, ellos ya van muy avanzados en control y crecimiento estatal.

No solamente Alemania está planificando este tipo de medidas extremas, también Francia, España y el resto de los países europeos que es en donde más ha afectado hasta ahora la pandemia del virus chino. Es inimaginable el descontrol en las empobrecidas economías latinoamericanas si estas medidas extremistas son aplicadas, ya que, aparte de atentar contra la economía de mercado, tienden a incrementar el poder del estado y con ello la corrupción, el cual es el cáncer de estas “democracias” mercantilistas latinoamericanas en una degeneración del modelo capitalista.

Y la gran interrogante que estará surgiendo en las personas de mayor edad que están siendo desatendidas en los hospitales del primer mundo es: ¿cómo es posible que después de haber aportado mis impuestos toda mi vida, ahora el mismo estado al cual contribuí a crecer y mantenerse, decida que ya no debo vivir porque hay que darle oportunidad a las nuevas generaciones que son las que pueden seguir manteniendo al mismo estado y sus derroches? Y la pregunta que surge en los jóvenes debería de ser: ¿así como hoy el estado decide dejar morir a las personas adultas, de manera pragmática, el día de mañana en casos similares hará lo mismo conmigo?

Son solo simples interrogantes que se plantean en momentos de crisis.

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