Manifiesto ecológico

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15 de abril de 2020
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12:33 am
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Manifiesto ecológico

Déjame que te cuente…

Por: José María Leiva Leiva

Desde luego, el impacto colectivo que ha generado esta pandemia en el mundo ha sido brutal, acojonante y desolador. Las cifras son alarmantes, con un recuento global hasta ahora de más de 1 millón 800 mil infectados, y un número por llegar a los 110 mil decesos. Y la tendencia en ambos renglones es al alza. Tan dramática situación ha obligado a muchísimos países a detener sus actividades en la mayor medida posible, lo que ha impactado en el medio ambiente debido a la reducción de la actividad industrial y a la disminución del transporte y vehículos por las calles.

Es así, como la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) y la Agencia Espacial Europea (ESA) captaron imágenes satelitales que muestran una disminución significativa de la concentración de contaminantes como el dióxido de nitrógeno en China y Europa, en la medida que las personas se quedaban en casa y las industrias cerraban sus puertas. Pero este aislamiento obligatorio, además ha provocado que la naturaleza haya comenzado a volver a las grandes ciudades.

Tanto así, que hoy podemos ver videos y fotografías donde se aprecian animales que vuelven a acampar y a andar libremente por diferentes ciudades del mundo desde que se decretó la cuarentena global. Los canales de Venecia se han visto completamente transparentes gracias a la reducción del tráfico marítimo, lo que ha provocado la vuelta de pequeños peces y cisnes, pero además, en Italia se volvieron a ver delfines jugando en las aguas, y los patos se tomaron un baño en la tan visitada Fontana de Trevi.

En Barcelona, España, se vieron jabalíes paseando tranquilos por las abandonadas vías. Y en Madrid, un video mostró cómo varios pavos reales andaban por sus calles. Y en Japón varios ciervos y varios animales del Parque de Nara, abandonaron el bosque y tomaron distintas locaciones de la ciudad en busca de alimentos. Símbolos elocuentes que sirven para entender que la naturaleza “se tomó un respiro”. De aquí que los biólogos recomienden “que a partir de ahora se empiece a ser más responsable con el uso de los ecosistemas”.

Incluso, otros advierten que “en gran medida esta situación contribuirá a disminuir el tráfico de fauna silvestre debido al temor que ha generado que el Covid-19 haya sido transmitido de animal a hombre, considerándose una enfermedad zoonótica”. Precisamente, en esta línea de pensamiento es que podríamos entender el escrito de la fotógrafa y escritora italiana, Darinka Montico, dado a conocer en su cuenta de Facebook, el cual lleva por título: “Carta del coronavirus”, donde le da voz y pensamiento, que en el decir de Carlo Saccomando, se antoja como un verdadero manifiesto ecológico, “capaz de mostrar un punto de vista del virus y hacernos entender cuál sería su historia mediante un ejercicio literario mágico”.

Ejercicio, “cuya intención real, es transmitir un mensaje encerrado en tres simples dictados: detente, cállate y escucha. Relacionado con una solicitud fundamental: la del cambio”. https://www.ilvaloreitaliano.it/. Veamos: ¡Quietos! Simplemente alto, detente, no te muevas. Ya no es una solicitud. ¡Es una obligación! Esta montaña rusa supersónica se ha quedado sin rieles. ¡Basta! aviones, trenes, escuelas, centros comerciales, encuentros. Hemos roto el torbellino frenético de ilusiones y “obligaciones” que os han impedido alzar los ojos al cielo, mirar las estrellas, escuchar el mar”.

“Dejarse arrullar por el canto de los pájaros, rodar por los prados, recoger una manzana de un árbol, sonreírle a un animal en el bosque, respirar la montaña, escuchar el sentido común. Hemos tenido que romperlo. No podéis jugar a ser Dios. Nuestra obligación es mutua, como lo ha sido siempre, poco importa si lo habéis olvidado. Interrumpiremos esta transmisión, la infinita transmisión cacofónica de divisiones y distracciones, para traerles esta noticia: No estamos bien. Ninguno de nosotros; todos estamos sufriendo”.

“El año pasado, las tormentas de fuego que quemaron los pulmones de la Tierra no os detuvieron. Ni los glaciares que se desintegran, ni vuestras ciudades que se hunden, ni la conciencia de ser el único responsable de la sexta extinción masiva. No me habéis escuchado. Es difícil escuchar estando tan ocupado, luchando por subir más y más alto en el andamio de las comodidades que habéis construido. Los pilares están fallando, se están arqueando bajo el peso de vuestros deseos ficticios”.

“Llevaré las tormentas de fuego en vuestro cuerpo, luchando por subir más y más alto, inundaré vuestros pulmones, os aislaré como un oso polar en un iceberg a la deriva. ¿Me estáis escuchando ahora? No estamos bien. No soy un enemigo. Soy un simple mensajero, soy la fuerza que restaurará el equilibrio. ¡Ahora me tenéis que escuchar, estoy gritando para que os paréis! Deteneos, callad, escuchad; ahora levantad los ojos al cielo, ¿cómo está? No hay más aviones”.

“¿Cuánto necesitáis que esté bien para disfrutar del oxígeno que respiráis? Observad el océano, ¿cómo está? Observad los ríos, ¿cómo están? Observad la Tierra, ¿cómo está? Véanse ustedes mismos, ¿cómo estáis? No puedes estar sano en un ecosistema enfermo. Detente. Muchos tienen miedo ahora. No demonicéis vuestro miedo, no os dejéis dominar. Dejadme que os hable, escuchad su sabiduría. Aprende a sonreír con los ojos. Os ayudaré si me hacéis caso”.

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