Actitudes y acciones ante la tenaz pandemia

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24 de abril de 2020
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12:29 am
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Actitudes y acciones ante la tenaz pandemia

Estelas del saqueo en las Ruinas de Copán

Por Óscar Armando Valladares

El infortunio pone a prueba a los amigos y descubre a los enemigos. -Epicteto-.

¿Qué hacemos y pensamos cuando -cual felinos en jaula- estamos irremisiblemente confinados tras los barrotes de las celdas caseras, por causa del ínfimo organismo que globaliza su tenaz infección? ¿Acaso busca el joven en qué ayudar a la madre, además de “darle” al estudio y agarrar un libro ameno? Y el padre, ¿adentrarse en oficios caseros? Y el adulto mayor menos problematizado, ¿desmontar sus temores y dar consejos al nieto esquivo? Esquemas y simplificaciones, suelen ir bastante atrás de la realidad efectiva expresada en hechos concretos y en general contradictorios, sobre todo en escenarios igualmente contrapuestos como el que estamos contemplando y a la vez participando.

Véase si no. Entre las decisiones tomadas por el gobierno y las necesidades materiales de la gente, escasean los puntos coincidentes, por más que el primero proclame el mandato universal: ¡A quedarse en casa!, que al pueblo le “cuesta” entender y observar a su manera, por cuanto -dice en su vario lenguaje- el hambre es mala consejera. Y esta “mala consejera”, hija es de la pobreza que, en los últimos años, alcanza visos epidémicos, ¿por culpa de quién?, de quienes han dispuesto del erario a su regalado interés.

Por descontado se da el esfuerzo responsable del personal sanitario, más allá del aplauso oficial, digno sobre todo del reconocimiento ciudadano, pues frescos están todavía los rechazos y atentados devenidos de “arriba” cuando médicos y enfermeras propugnaban en las calles demandas reivindicatorias, denostadas por un sector del cerco mediático que, ahora, con camaleónico desborde echa al vuelo anochecidas ovaciones. Por descontado se da, que las atenciones y prescripciones facultativas corresponden a la normativa de la OMS, por lo que precisa atenderse tanto las prácticas higiénicas cuanto el recogimiento preventivo con miras a reducir la incidencia perniciosa del COVID-19.

Parejamente, si el gobierno busca que, con el toque de queda, se quede el pobre en su vivienda hacinada, debe de aliviar, por consiguiente, sus carencias materiales y las aflicciones de un ánimo al borde del desespero.

Debe de articular sus decisiones y acciones, honesta y coherentemente, sin preferencias sectarias ni comparecencias redentoristas del gobernante. Por ejemplo, surtir planificadamente a barrios y caseríos del país con productos adquiridos por el régimen en los mercados municipales, utilizando los vehículos del Estado y coordinando las entregas con personal de las alcaldías.
Garantizar, asimismo, los servicios de luz, agua y teléfono, y actuar con mano sólida frente a los cobros excesivos e indebidos, especialmente de la Empresa Energía Honduras (EEH) con facturas expedidas que rezan: “Gobierno de Honduras, Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE)”, por cuanto -como si nada- a los locales cerrados desde el 15 de marzo les siguen enviando “avisos de cobro por servicio”. Si hay gente que se las “ve a palitos” -en el día a día- son las personas de las últimas edades: de un lado, las más vulnerables por los efectos de la pandemia; de otro, por la situación de pobreza y miseria en que vive su sector mayoritario. Por caso, los jubilados del Seguro Social, de tres, cuatro y cinco mil lempiras de beneficio mensual, debe al menos asignárseles un ingreso de diez mil, con el cual aliviar su situación en el breve lapso que les resta.

Como dice Epicteto, el infortunio pone a prueba a amigos y descubre a los enemigos. Al menos en estos tiempos de coronavirus, el gobierno debe de estar entre los primeros, y no del lado de los enemigos.

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