Santa Emilia: Una historia compartida; ayer una hacienda familiar, hoy un centro turístico

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26 de abril de 2020
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Santa Emilia: Una historia compartida; ayer una hacienda familiar, hoy un centro turístico

Paisaje natural del Centro Turístico Santa Emilia.

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
Email: [email protected]

DANLÍ, EL PArAÍso. Montaña Santa Emilia, ayer una estancia familiar y hoy, un centro turístico con el arquitecto que le dio vida a esta belleza natural. Habrá que hacer un recorrido histórico de los protagonistas que fueron los dueños originales de esta reserva biológica, ubicada en el macizo montañoso Apaguiz-Apapuerta.

Este sitio ubicado en la espesura de la montaña, donde el agua fluye a borbotones y el ruido del viento hace armonía con el canto de las aves y mamíferos de varias especies, fue originalmente la residencia de la familia Gamero, contando con la mayor parte de los servicios básicos, incluyendo una planta de energía eléctrica.

María Luisa Gamero Mejía (niña María Luisa) en su juventud. María Luisa Gamero Mejía. Luis Gamero Idiáquez, padre de María Luisa.

En los años 1924 a 1929 funcionó la Escuela “Santa Emilia”, que para entonces la educación estuvo a cargo de una institutriz pagada por la familia, allí comenzó sus estudios la principal protagonista de esta historia, María Luisa Gamero Mejía, la institutriz fue la maestra Clorinda Flores. Seguidamente, María Luisa, ya siendo una señorita partió a Wisconsin, Estados Unidos, allá estudió Ciencias de la Educación, su vocación la motivó a crear su propia escuela, así funda en 1965 la Escuela “San Luis”, hoy Luis Gamero, en memoria de su padre Luis Gamero Idiáquez.

La niña María Luisa Gamero no era partidaria de recibir visitas. En febrero de 1997, en compañía del recordado maestro y escritor Darío González, decidimos hacerle una visita en su antigua casa en esta ciudad, no acostumbraba recibir visitas por lo que a través de una pequeña ventana se cercioraba de la visita y si esta era de su agrado o conocido, la recibía con un gesto agradable de cortesía. Los únicos que no requerían de un protocolo para visitarla eran los maestros de la escuela que fundó.

Vista panorámica entre la espesura de la montaña de la residencia familiar de la familia Gamero Mejía.

Le hablé de una entrevista para este rotativo, tajantemente dijo que no le gustaba dar entrevistas, “platiquemos de otro tema”, lo expresó con mucha seriedad, sin embargo, a medida que pasaron los minutos, tras una amena conversación, dijo, “mi ilusión era estudiar comercio, no fui a la escuela pública, mi primaria la hice con una maestra privada en la casa de campo Santa Emilia, quizá por eso no soy muy sociable porque de niña me privaron de la compañía de otros niños”.

Su deseo de estudiar comercio la llevó al Instituto Central, recordó haber dado un abrazo al presidente Vicente Mejía Colindres, todas las mañanas, lo miraba pasar cuando se dirigía al despacho presidencial, “mi corazón de niña adolescente palpitaba fuerte porque ver al presidente y abrazarlo era hermoso, comentó en aquel entonces”, en lo que sería una plática amena, se convirtió en una entrevista.

No terminó la carrera de comercio tal como lo había soñado, se marchó a los Estados Unidos donde estableció relación con la “Orden de las Oblatas, hizo los votos de religiosa, allí nació su vocación por el magisterio; estudié la docencia por necesidad, pero no por vocación”. Pero la historia de este episodio en la vida e historia de María Luisa no termina aquí, porque un tío le dijo que, si se metía de monja, mejor se moría, pues se metió de monja, entonces su tío de construyó la escuela, profesó como religiosa con la “Orden de las Oblatas”, durante cuatro años. Al retornar al país su tío le construyó la escuela.

Vino de jaboticaba producido en Santa Emilia.

Otro episodio interesante en la vida de María Luisa Gamero, mientras recordaba su niñez, se remontó a la época de “las montoneras”, guerras fratricidas, fueron tiempos difíciles, siendo niña acompañó a su padre en las huidas hasta Olancho, porque en aquellos años el mayor pecado era tener dinero, los revolucionarios exigían a los hacendados la entrega de dinero a cambio de sus vidas, en cada revuelta había que ir en busca de salvar la vida pasando espesas montañas, había que pagar por la libertad. Los años de María Luisa, según testimonio personal fueron bien vividos y dejó un enorme legado, una escuela que es orgullo de Danlí. Principal protagonista.

El segundo protagonista de la historia de Santa Emilia fue Santos René García Reyes, uno de los principales herederos de María Luisa Gamero. El tiempo diría si era merecedor de pasar a ser dueño de una hacienda tan emblemática enclavada en un sitio privilegiado que hoy es parte de la historia por sus orígenes.

Santos René García Reyes, quizá en algún momento no supo qué rumbo tomar con semejante herencia. Santa Emilia, tenía de todo y nada al mismo tiempo. Allí estaba la montaña con una flora indescriptible, una fauna única, el refugio de aves exóticas, mamíferos como el mono aullador, en peligro de extinción por la caza inmisericorde, por otro lado, la mayor reserva de agua que abastece la ciudad y otras comunidades.

Santos René García Reyes (QDDG).

Una vez en posesión de la herencia, en la mente del nuevo propietario surge la idea de convertir lo que antes fue una casa familiar en el centro de la montaña, en un centro turístico, convirtiéndose de paso en un ambientalista preocupado por la conservación y protección de la más hermosa reserva natural, donde sin duda alguna siempre estará presente el espíritu de María Luisa Gamero.

Lamentablemente, Santos René García Reyes falleció en fecha reciente, pero dejan el mejor de los legados, el centro turístico ecológico más visitado de Danlí. Allí donde la “Jaboticava”, produce frutos desde el tallo hasta las ramas y de donde logró sacar el delicioso vino que lleva el nombre de esta planta exótica, pero al mismo tiempo construyó senderos para el turismo de aventura, le dio un espacio a la fauna amenazada con la extinción criminal de los cazadores.

En la próxima edición le daremos un espacio especial a este ambientalista emprendedor. Con su muerte Danlí perdió al mejor conservacionista de la zona. Santa Emilia será siempre un referente de una historia, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX, XX y XXI, porque la historia no muere con sus protagonistas; continúa con su legado.

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