Las alianzas: ¿una espada de Damocles?
Por Boris Zelaya Rubí
“Pero los hombres, esparcidos por la vasta superficie del globo, divididos en climas y regiones, y separados por montes y mares, hubieron de limitar el ejercicio de este amor a círculos más reducidos. Por esto se reunieron sucesivamente en familias y tribus, en pueblos, en pequeñas y, al fin, grandes sociedades. Y por eso también, sean las que fueren las convulsiones de la ambición y las empresas de la política, los hombres vivirán siempre en sociedades separadas, mientras los medios de unión y de comunicación general no los proporcionen a llenar todos los votos y todos los límites del amor a su especie”.
La emergencia en que se ha visto envuelta la humanidad en los últimos meses, ha ocasionado en todos los países, desarrollados unos más que otros, improvisar y sobre el camino buscar las soluciones adecuadas para evitar la muerte de sus conciudadanos.
En nuestro país, como siempre, nunca faltan los que alguna vez ocuparon un cargo en diferentes administraciones, diciendo que ellos tienen las respuestas a todos los problemas que actualmente enfrenta el gobierno y según ellos, son los hondureños más talentosos, aunque en su trajinar por la administración pública su principio fue “dejar hacer y dejar pasar”. Ellos como clásicos opositores al actual orden de cosas piden a gritos, levantando la mano, que se necesita integrar los notables y tras el chasquido gritan: ¡yooo!
Según dicen los “iluminados”, el gobierno está conformado por incapaces. Talvez sin darnos cuenta como pueblo, se nos escaparon algunas acciones de los “sabelotodo”, y por ellos estamos como estamos. Estos genios creen que, con sus intervenciones por todos los medios, a pesar de su avanzada edad, pueden volver a las delicias del poder; van a morir engañados.
Los talentosos cuya contribución debiera ser permanente en el área de la salud, son la de los doctores Salvador Moncada, Marco Tulio Medina y la científica María Elena Bottazzi, pero si quieren recomendar expertos en otros campos, que esperen las elecciones para que el pueblo dé su visto bueno, votando por ellos, porque en la actualidad buscar superdotados para dirigir la nación, pareciera una incitación a la rebelión y les podría salir la “venada careta” convirtiéndose en una misión imposible, igual que aquellos que no quieren acatar las medidas para no contagiar a otros.
No faltarán los altaneros y agresivos, queriendo destacarse, sin ser “notables”, critican cualquier movimiento de los administradores del Estado. Qué triste tratar de ganarse los votos acosando a los que verdaderamente trabajan, señalándolos de hacer proselitismo con las ayudas o de robárselas (el que las usa se las imagina).
Las acusaciones contra los que han estado con la responsabilidad de comprar los insumos médicos para paliar la pandemia que nos ataca, debe acompañarse con pruebas y presentar ante las autoridades competentes las denuncias pertinentes, para que se les aplique todo el peso de la ley, sin importar su rango gubernamental, debe calificárseles públicamente como unos malévolos irrefrenables. En otros países se les aplicaría la pena de muerte. De confirmarse esas acciones que provocan la muerte de niños y adultos, sería el peor crimen cometido por los ambiciosos desmedidos, malos hijos de la patria.
Que el gran Arquitecto del universo nos libre de tanto malvado, y nos permita iniciar una nueva patria, sin que nos dirijan los que tengan pecados acumulados, que se les han permitido en otros gobiernos y los indujeron al vicio de hacerse de lo ajeno.
De rodillas solo para orar a Dios.
