¿Cómo volver a la normalidad?

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29 de abril de 2020
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12:20 am
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¿Cómo volver a la normalidad?

Por Oscar lanza rosales
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Con la crisis del COVID-19, los países ricos y desarrollados no solamente tienen mucha prisa por salir adelante en la salud, sino que también quieren volver cuanto antes a la normalidad en todas sus actividades, bajo el argumento, que entre más pronto mejor, sobre todo en la parte económica, porque las consecuencias que se esperan van a ser brutales, según el primer ministro francés, quien ha calculado que el daño que va a sufrir su país, será de aproximadamente un 36% en su Producto Interno Bruto para el presente año.

En la vuelta a la normalización, todos esos países han establecido requisitos para hacerlo, pero casi todos tienen en común, que hay que volver a la escuela y centros de trabajo, usando la mascarilla, guardando la distancia de dos metros de los demás, y cumpliendo todas las reglas de higiene recomendadas; apoyan el trabajo y la educación en el hogar, hasta donde sea posible; y que los adultos mayores se queden en casa, y que salgan cuando la crisis sanitaria prácticamente haya terminado.

Para su conocimiento, algunos ejemplos de estos planes: Israel ha diseñado una estrategia para salir de la pandemia y reactivar la economía de manera progresiva en cuatro fases. Los primeros en volver a trabajar será el sector financiero, tecnológico e industrial.

En la segunda, el comercio y los negocios no esenciales, y el regreso de los niños entre 6 y 10 años a las escuelas. En la tercera fase, la apertura de todas las escuelas, bares y restaurantes. Y en la última, todos los eventos de entretenimiento, cultura y la apertura de los centros comerciales; la celebración de competencias deportivas, el retorno del tráfico aéreo y el turismo. Se tratará que cada etapa sea de dos semanas.

Alemania ha autorizado reabrir las escuelas y colegios, lo mismo que los comercios con más de 800 metros cuadrados, a partir del próximo 4 de mayo y normalizar todas las actividades en forma gradual hasta el 31 de agosto, con los grandes eventos públicos.
Casi todos los países de Europa, Canadá y Nueva Zelanda, tienen sus propios planes, tomando el período de mayo a agosto -la mayoría- para normalizarse, siendo flexibles en su ejecución, atentos a cualquier brote que surja en el camino.

La mayoría tampoco han sido muy rigurosos con los criterios para establecer estos planes. Algunos les ha bastado la desaceleración de los nuevos casos de coronavirus detectados. En el caso de Dinamarca, el número de personas hospitalizadas y en unidades de cuidados intensivos, ha sido un factor importante. En el caso de Alemania, un factor a considerar fue, cuando en el recuento diario, el número de personas que se recuperaron de las infecciones de COVID-19, era mayor al número de recién infectados.

En el caso de Estados Unidos, sus mejores expertos en salud son más exigentes en los requisitos en un proceso de normalización. Por ejemplo para la doctora Deborah Birx -especialista en inmunología del VIH/SIDA, vacunas y salud global- propone un proceso sin fechas de tres fases, para cada estado de su país, a la que ella llama “nueva normalización”, exigiendo para entrar a cada una, una disminución sostenida de los casos positivos de COVID-19, con pruebas persistentes -las necesarias- durante un mínimo de 14 días.

La fase tres -según Birx- debe concluir siempre con higiene continua y distanciamiento social.

“Cree que con este plan se está confrontando el problema de encontrar individuos sintomáticos a través de las redes con alerta temprana, así como aquellos que se presenten a diferentes hospitales y salas de emergencias por las pruebas o rastreo de contactos”.

Otros enfoques similares han sido propuestos por otros científicos, como Paul Romer de la Universidad de Nueva York y Alan Garber de Harvard y Ezekiel Emanuel de la Universidad de Pensilvania
Para ellos, la fecha de reapertura de la economía depende de tres restricciones: capacidad de prueba (que se haya logrado una inmunidad generalizada en la población o “inmunidad colectiva”); capacidad de certificación (permitir que las personas menores de 65 años, que regresen al trabajo se hayan recuperado del virus, tengan inmunidad demostrable y no tengan afecciones médicas complicadas); y capacidad calificada de atención médica (con recursos y personal suficiente e idóneo, que puedan hacer frente de manera efectiva a las segundas oleadas).

Nuestro gobierno debe ir pensando, cómo lograr un plan inteligente para la normalización del país, buscando la alternativa más viable entre el enfoque flexible de los europeos, y el riguroso que demandan los científicos estadounidenses.

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