¿Apertura inteligente?
Por: Dennis Castro
Es increíble lo que pasa en Honduras. Aunque no debe asombrar a nadie, la corrupción sigue ensañándose con los hondureños, sobre todo con los que más necesitan.
El mundo está en emergencia. El coronavirus es una amenaza real a la vida de millones de personas, y en Honduras nadie está a salvo de esta pandemia. Sin embargo, los aprovechados, los que se creen inmunes al COVID-19, están haciendo fiesta, y los más listos están haciendo clavos de oro con esta desgracia.
Se han hecho compras de emergencia para combatir la enfermedad, lo cual es correcto porque el virus es peligroso y contagiarse es una posibilidad que nos abarca a todos. Pero las compras deben hacerse con honradez, con el compromiso de salvar vidas. Por supuesto, las empresas que compran y venden al gobierno deben ganar, ya que las utilidades son el fin supremo del comercio, pero en esto hay mucha tela que cortar.
Son muchas las denuncias de actos irregulares que se han conocido. Y la realidad no se equivoca.
Yo mismo he tenido en mis manos mascarillas tan falsas como inútiles. Mascarillas que lo único bueno que tienen es la presentación. Pero son mascarillas de papel, mascarillas tan falsas como las pastillas de harina.
Millones de estas mascarillas fueron compradas por el gobierno. Se han pagado millones de lempiras, del dinero del pueblo, y nos han dado gato por liebre, una vez más.
No es que los hondureños seamos tontos. Es que unos pocos son más delincuentes que Al Capone, Pablo Escobar y el Chapo Guzmán juntos.
Las autoridades saben bien quiénes son los sinvergüenzas. Muchos de ellos están bien ubicados en la administración pública, son parientes de gente poderosa y otros son amigos, socios y testaferros de los grandes inversionistas que están viendo en el coronavirus la gran oportunidad para enriquecerse mucho más. Por desgracia, no lo hacen correcta y dignamente. Sobrevaloran los productos, los hacen de mala calidad o los falsifican sin que les importe la salud de los hondureños.
Parece que piensan que ganar es todo y que, al fin y al cabo, miles morirán, y nadie puede evitar eso. Entonces, hay que aprovechar la oportunidad. Hacer dinero sea como sea, basándose en su propia bajeza que les grita al oído aquel viejo refrán que dice: Aprovechate gaviota, que como esta no verás otra.
Es urgente que alguien ponga un freno a los insaciables. Es urgente detener a los saqueadores de los recursos del pueblo. Es vergonzoso que Honduras siga siendo un referente de la corrupción en el mundo. Y es lamentable que los que deben detenerlos dejen hacer y dejen pasar, en sospechosa complicidad.
Son miles de millones los que se han de invertir en esta emergencia. Para los corruptos de Honduras es casi como la fiebre del oro de California. Seguirán llenándose las bolsas, mientras el -19 infecta a miles de hondureños, lo que para ellos será la mejor justificación.
¿Qué podemos hacer? Pues, señalar la horrible e inhumana corrupción de estos seres sin alma. No nos queda nada más. Ellos no tienen escrúpulos, tampoco tienen vergüenza. Tal vez Dios los pone en su sitio. O, tal vez, el propio coronavirus.
Mientras eso sucede, los hondureños inocentes usarán mascarillas de papel, tan efectivas como un billete de a tres. Por desgracia, el pueblo también es culpable de lo que le pasa, ya que cada cuatro años elige pandillas de pícaros que se dedican a saquear el país, olvidándose de las necesidades de las mayorías. Esta es la desgracia de Honduras. O, ¿este es el castigo de los hondureños que no saben elegir en las urnas?
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