INTEGRACIÓN EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

ZV
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2 de mayo de 2020
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12:16 am
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INTEGRACIÓN EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

DESDE siempre hemos sido partidarios de la integración. Aparte de los ideales morazánicos, bajo el estricto enfoque comercial, porque los bloques brindan ventajas a los mercados integrados, frente a otras agrupaciones amalgamadas. En un mundo globalizado, más difícil es defenderse de los grandes poderíos, cada cual por su lado, como pinche individualidad, que hacerlo en función de entes asociados. Esa idea de constituir unidades colectivas para distintos propósitos, cobró fuerza en todos lados. El hemisferio para cuestiones políticas se encadenó en la OEA. Suscribieron un tratado en Río de Janeiro, el TIAR, para la defensa recíproca. Para efectos, también defensivos los europeos se agruparon en la OTAN. Y para asuntos financieros, comerciales, de intercambio, migratorios y políticas comunes de estados, se asociaron en la Unión Europea. Hasta que los ingleses, con su BREXIT, decidieron marcharse, desanimados por la pérdida de autonomía y enfadados con las estandarizaciones supranacionales provenientes de Bruselas.

Desde afuera, pese a que estos pintorescos paisajes acabados están próximos a celebrar el bicentenario de su independencia, nadie los percibe como países aislados. La gente del otro lado del Atlántico no sabe dónde quedan los puntos, a lo mucho donde queda la región. Precisamente en este conjunto de naciones es donde menos mentalidad integracionista ha habido. Costa Rica, por ejemplo, nunca quiso ser parte de la Corte Centroamericana de Justicia y menos del PARLACEN, para no contaminarse del tile de las cenicientas. Una vez que se destartaló el mercado común centroamericano, no hubo forma de volverlo a resucitar. De los polvos de aquellos lodos solo queda intacto el Banco Centroamericano de Integración Económica. Vaya bendición, ahora que enfrentamos esta crisis del coronavirus, el banco es la primera gaveta con que cuentan los socios regionales para enfrentar esta monumental desgracia. Ello es, si responde, no con la lentitud de burocracia internacional y la displicencia con que actúan las otras aves agoreras que no tienen reflejos frente a la urgencia, sino con mayor sentido de inmediatez. Y esperamos que de creatividad, ya que este cataclismo no está para las medidas clásicas de la normalidad sino para acciones heroicas de la anormalidad. Aguardamos la propuesta anunciada por su presidente de respaldar en forma directa al sistema privado, incluyendo un fondo especial a los medios de comunicación, con montos, no para salir del paso, sino del tamaño de la bestial gravedad que se confronta.

Ahora bien, sobre los otros entes de la integración, apenas queda el nombre rimbombante que les clavaron. El Sistema de Integración Centroamericana, SICA –creado a partir del protocolo a la carta de la ODECA, o más bien protocolo de Tegucigalpa que sustituyó la carta– cumple 30 años. Pero como si no existiese, cuando ni siquiera funciona el denominado Triángulo Norte, con gobiernos harina de otro costal, que no se mezclan entre hermanos. Tienen a un expresidente de secretario general que aparece en forma esporádica a hacer bulla, pero sin agenda consistente, cuando no pasan de reunirse los cancilleres –para discutir fútiles temas– porque los jefes de Estado no se tragan. No hay avance en la explotación conjunta del Golfo de Fonseca, ni armonía en las relaciones regionales, cuando algunos se resisten a respetar la sentencia de la Corte Internacional de Justicia. Hasta la presidencia pro témpore de SICA es más adorno que otra cosa, porque no han tenido una sola reunión. La tal unión aduanera de los tres mosqueteros topó con el proyecto conjunto de salvadoreños y guatemaltecos –excluyendo a Honduras– de desarrollar sus puertos e infraestructura vial para competir con el tránsito de mercaderías por Puerto Cortés. En SIECA tienen de secretario general al que negoció en forma lesiva a los intereses nacionales –en lo que respecta a la producción en el campo– el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Si no sirven de mucho, ahora que estos países van a quedar más pelados que la cola de un chancho, cuando salgan de la cuarentena sanitaria, quizás deban economizar recursos limitados. Hay quienes proponen dejar en suspenso el adorno ese del Parlamento Centroamericano, bastante inútil, porque no le dieron e improbable que quieran darle, facultades vinculantes.

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