Cedros: Su legado y sus alternativas turísticas

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3 de mayo de 2020
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12:26 am
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Cedros: Su legado y sus alternativas turísticas

Por: Rubén Darío Paz*

Este municipio se encuentra al noroeste del departamento de Francisco Morazán, tiene límites con San Ignacio, Talanga, Vallecillos, El Porvenir, Guaimaca, Distrito Central y Comayagua. Su cabecera municipal se encuentra a escasos 84 kilómetros de la ciudad de Tegucigalpa.

Su casco urbano se expande sobre un relieve irregular, tiene calles estrechas, inclinadas con empedradas de antaño, sus casas y techos empotrados lucen sobre la pendiente, dando la idea de que el tiempo no ha pasado… Cedros conserva también esa estructura de barrios de los pueblos “antiguos”, (El Centro, Arriba y Abajo), El Aguacate, El Higuerito, La Manzana, La Olla, El Mico, El Tecolote, Chancuaco, Las Ánimas, La Lumbrera, El Buey, Las Crucitas, San Jorge, Sabanetas, Portillo Grande, Álvaro Contreras y Pinares.

Cedros, es una población que se menciona con mucha incidencia en la historia colonial, sobre todo desde sus aportes en el rubro de la minería entre los siglos XVI y primera mitad del siglo XIX. Son de importancia los párrafos que le dedica el viajero William Well en su travesía por Honduras.

“Este distrito minero tiene la reputación de ser uno de los más ricos del departamento. Está ubicado a dos días de jornada, al norte de Tegucigalpa. Sus brozas contienen plata sin aleación. Entre las minas más reputadas de este sector la de La Veta Azul, cuyos dueños son los herederos del señor Gardela y la de La Veta Dura, propiedad de Mr. Tregoning, de Cedros, y que actualmente se trabaja con mediano éxito”

Aún en la periferia de actual Cedros, los pobladores identifican varias bocaminas y aseguran que de ahí se extrajeron importantes cantidades de oro, plata, cobre y plomo. Las bocaminas se identifican con prontitud; Belén, Veta Azul, Mina del Cobre, El Carbón, Plomosa, Zopilote, Yeso, La Guardiola, Vetadura, El Carmelo, La Cidra, El Corralito, La Montaña, Aguachica, Cedros Abajo, Veta de Tataliandro, La Caldera, El Bosque, Tunino, San Paulino, El Corpus, Marín, Lavar, Uñuda, Cucaracha, mina de los alemanes y la mina de los españoles, entre otras.

En varias de las minas cercanas al casco urbano, aún se pueden ver numerosos restos de la actividad minera, pero, hacen falta iniciativas de parte de las autoridades locales que permitan mostrarlas, y agregarles ese valor histórico-cultural, que representan para nuestro país. Es de considerar que con todos los elementos dispersos y que algunos pobladores conservan, con mucho celo es sus casas, se podría pensar en una sala de la minería de Cedros o porque no en la implantación de un museo minero en la región central.

Cedros, una fitotoponimia

Su nombre se define por la abundancia de árboles de Cedros, también es importante acentuar que el uso de fitotoponimias de Honduras para definir “lugares” es muy común, sin embargo no resulta lo mismo al momento de nombrar municipios.

Cedros: Su legado y sus alternativas turísticas

Los aportes de los historiadores Sergio Palacios y Juan Manuel Aguilar sostienen “se pudo establecer que el nombre del lugar experimentó variantes según las jurisdicciones político-administrativas de las que formó parte. Mediados del siglo XVIII, específicamente en el año de 1752, el lugar era llamado simplemente Zedros o mineral del Señor San Joseph de los Sedros; En el año de 1771, en un expediente relacionado con el nombramiento de autoridades en la localidad, se detallan los diferentes nombres agregados al nombre original. Por orden de aparición se le dan los siguientes nombres: Real de minas de Zedros, “Partido de San Juan de Cantarranas y Mineral de Zedros” “Partido de los Zedros y Cantarranas. (…), como podemos observar, el nombre pertenece inalterable y los agregados responden a situaciones de orden geográfico, económico, religioso político-administrativo. Es decir que las notificaciones responden a determinado momento histórico. La fuerza de la tradición, sin embargo, conservó hasta la actualidad el simple nombre Cedros”,

Se sabe que durante el reinado de Felipe II (1556-1598), el gobernador de Honduras Alonso Contreras de Guevara en 1582, elaboró un informe de todos los pueblos existentes en la gobernación, pero no aparece Cedros como pueblo de indios, ni como centro de laboreo de minas, solo se describen lugares aledaños a lo que ahora es Cedros, como el mineral de Agalteca, descubierto en 1578 y el pueblo de indios de Orica. Agalteca, ahora forma parte de las aldeas prósperas del municipio de Cedros, atrás quedó su esplendor e incidencia en la vida de la región central y poco o nada se ha investigado de su incidencia al respecto.

En el importante informe del obispo Cadiñanos de 1791, máximo representante de la Diócesis de Comayagua, se menciona la visita a la villa de Tegucigalpa, menciona 35 curatos en toda su jurisdicción, así como la necesidad de que todos los naturales sean reducidos y obligados a vivir en sus pueblos, y menciona que el mineral de Cedros, era una de las cuatro parroquias del curato de Cantarranas.

Es de suma importancia el informe del obispo Cadiñanos, donde relata que la mayoría de los caminos del curato eran de fácil tránsito a excepción del Mineral de Cedros que calificaba de “fragosos por estar situado en las faldas de una muy elevada montaña”. No cabe duda que debido a la cantidad de bocaminas existentes, con altitudes arriba de los 1200 metros, con escaza mano de obra y sin calles de acceso, el tema de la explotación debió haberse tornado complicado.

En los inicios del siglo XIX el mineral de Cedros continuaba siendo administrado por un teniente y por la importancia económica, fue el principal centro de toda la Tenencia, desplazando incluso a Cantarranas.

En el censo del gobernador Ramón Anguiano para 1801, sustenta que la Tenencia de Cedros alcanza una población 5, 500 habitantes entre españoles y ladinos, también deja entrever que Orica y Agalteca que ya eran reducciones de indios, tenían entre ambas una población no mayor de 54 personas.

La iglesia de Cedros reconstruida a inicios del siglo XIX

Varias referencias a finales del siglo XVIII, dicen que la iglesia de Cedros se está cayendo en pedazos y que es urgente su reparación. Varios años después Juan Antonio Figueroa, en 1802, hace formal solicitud para reedificarla. En 1806 Anguiano tuvo autorización de la Junta Superior de Guatemala para realizar la obra y nombró al ingeniero Juan Bautista Jáuregui y a Pedro García Aguirre, para que realizaran la obra a un costo de 8,000 pesos. Para llevar a cabo la edificación se tuvo que sortear una serie de dificultades, aunque fue el vecindario que prestó todo tipo de colaboraciones entre mano de obra adobes, tejas e incluso se vendieron todas las reses de la cofradía. Aunque relegado por la historia, es justo reconocer el rol de Juan Antonio Figueroa, un acaudalado hombre, entusiasmado por ver terminada la obra, patrocinó la decoración del templo.

Cedros: Su legado y sus alternativas turísticas

En el interior de la iglesia de Cedros

A pesar de los saqueos de que ha sido objeto la iglesia de Cedros, se conservan una serie de retablos e imágenes entre las que destacan el patrón el Cristo Negro o Señor del Buen Fin, Jesús Nazareno, El Corazón de Jesús, La virgen del Rosario, La virgen de Fátima y la virgen del Perpetuo Socorro. Con acierto se sabe que familias vinculadas a la iglesia han tenido que llevarse algunos objetos de valor histórico para protegerlos, de lo contrario ya se hubiesen perdido. Desde la tradición oral se sigue creyendo que “el Rey Felipe II, fue quien dono la imagen del Cristo Negro, como un gesto de agradecimiento al pueblo que tanta riqueza le dio”, sin embargo no existe documentación al respecto.

En el retablo principal dedicado al Cristo Negro o Señor del Buen Fin, se advierten detalles del estilo barroco provinciano, abundancia de pormenores y calidad de imágenes, con facilidad se deduce que pertenecieron a la antigua iglesia. El maestro Martínez Castillo, al referirse al Cristo del Buen Fin dice “talla en madera policromada con resplandor en plata y pedrería. Camarín de plata repujada y labrada, siglo XVIII”

Sería de mucha utilidad no solo pensar en los inventarios que tradicionalmente y de manera responsable, hacen algunas instituciones de los bienes religiosos, sino en procurar la implementación de guías académicas realizadas por expertos y así generar conciencia sobre la conservación del patrimonio cultural. Urgen talleres sobre los Centros históricos, desde la escuela básica, serían de mucha utilidad, para afianzar el sentido de pertenencia local.

La fiesta en honor al Cristo Negro del 7 al 14 de enero

Se trata de una festividad bastante concurrida, en parte por la estratégica ubicación de Cedros, donde convergen otros municipios, pero igual se debe destacar el entusiasmo y organización de sus pobladores. La actividad más esperada es la procesión del Cristo Negro, llevado en hombros por varios voluntarios que quieren tener “el privilegio de cargar a su santo patrón”, capaces de soportar el peso de la figura emblemática que llevan a paso de “vaivén” por las calles, y también realizan paradas para bendecir algunas casas, toda la actividad termina con una misa solemne, donde la iglesia luce repleta hasta el atrio. Algunos ancianos sostienen que en tiempos remotos, quienes organizaban la procesión eran los Güirises, y que servía para rogar por el eterno descanso de sus familiares fallecidos en las minas.

Cuna de la primera Asamblea Nacional Constituyente

Al iniciarse la segunda década del siglo XIX, los aires por la independencia enfrentaron a numerosas poblaciones, más álgido fueron los impasses en los “centros mineros”, donde los pobladores que habían llegado desde distintos rumbos, promovían algunas exigencias y por supuesto cambios en el orden establecido.

Pasada la independencia las heridas quedaron a flor de piel, e incluso en Cedros hubo acciones violentas y en 1822 depusieron a su alcalde de turno. Comayagua y Tegucigalpa a punto de enfrascarse en una guerra, unos por la anexión a México, otros por consolidar la independencia. Al igual que los demás centros coloniales, al derrumbarse los precios de los metales, más la inestabilidad política que caracterizo a gran parte del siglo XIX, a Cedros le paso la factura.

Tratando de valorar y difundir el valioso texto del historiador graciano, Víctor Cáceres Lara, comparto de manera íntegra lo siguiente.

“Reúnase en Cedros Primera Asamblea Constituyente

El 29 de agosto de 1824, previo al desarrollo de sencilla ceremonia, se instaló en el mineral de Cedros, la primera Asamblea Constituyente del Estado de Honduras, después de haber esta celebrado sesiones preparatorias en la ciudad de Comayagua los días 15, 19, y 28 de julio del mismo año. En la segunda de estas sesiones preparatorias efectuadas en Comayagua se fijó como fecha para la instalación de la Asamblea el 15 de agosto siguiente y en la tercera sesión celebrada el 28 de julio se estableció el ceremonial al cual se sujetarían los actos, en los cuales efectuarían presencia los Jefes Políticos de Comayagua y Tegucigalpa. Como ya expresamos, la fecha señalada para la instalación de la Asamblea fue el 15 de agosto, pero contratiempos de última hora hicieron que el solemne acto se pospusiera. Se escogió el mineral de Cedros para llevar a cabo la instalación, tratando de buscar un punto neutral entre Comayagua y Tegucigalpa que se encontraban aún bajo la influencia de recelos y resentimientos mutuos debido a los serios conflictos que surgieron entre ambas después de la independencia. El directorio de la primera Asamblea Constituyente, la que sentó las bases del Estado de Honduras, se integró así; Presidente don Pedro Nolasco Arriaga, diputado por Comayagua; vicepresidente Ángel francisco del Valle diputado por Cantarrana; Primer Secretario don José Rosa de Izaguirre, diputado por Santa Bárbara, y Segundo Secretario Justo José Herrera , diputado por Choluteca, integraban además tal Asamblea, los diputados Miguel Valladares, por Tegucigalpa; José María Donaire por Gracias, Manuel Jacinto Doblado, Suplente por Yoro, Santiago Bueso, diputado por Trujillo y Manuel Ignacio Gonzales diputado por Juticalpa.

La juramentación de los diputados fue efectuada por el jefe superior de Comayagua, quien preguntó a cada uno de los representantes juráis desempeñar fiel y legalmente el cargo que los pueblos vuestros comitentes han puesto a vuestro cuidado, mirando en todo por el bien y prosperidad de los mismos pueblos? Los diputados contestaron “sí juramos” y a continuación pasaron de dos en dos hasta el presbiterio para tocar el Libro de los Evangelios. Tal juramento se rindió en la iglesia parroquial y después de oír misa solemne de Espíritu Santo y luego de haberse escuchado un sermón adecuado a las circunstancias. El 30 de agosto la Constituyente dispuso que la Asamblea residiera alternativamente un año en la ciudad de Comayagua y el otro en la ciudad de Tegucigalpa, correspondiéndole por sorteo el primer turno a Tegucigalpa”.

Cedros cayó en decadencia, a pesar de algunos esfuerzos por reactivarlo durante el proceso de Reforma Liberal. Quizás un dato interesante respecto a Cedros, es que su población no disminuyó, sino que se acrecentó y buscó alternativas de subsistencia en actividades agrícolas, comerciales y ganaderas. Ahora no debe sorprendernos que algunas aldeas de Cedros, produzcan importantes cantidades de café o mandarinas, tanto que en Mata de Plátano, se lleva a cabo el festival de “La Mandarina”.

Con la apertura de la carretera que desde Tegucigalpa conduce a Olancho, en 1938, Cedros, quedó conectado a la red de tan importante eje, experimento cambios importantes, sobre todo en el sector comercial.

Desde una valioso informe realizado por estudiantes de la Universidad Pedagógica Francisco Morazán, se afirma “muchos pobladores recuerdan con buen agrado la administración edilicia del Raúl Agüero Neda, ya que durante su gestión el municipio tuvo un impulso en la construcción de varias obras civiles”, en el mismo se menciona que el antiguo Cementerio fue credo en 1859, y aún quedan los mausoleos de las familias Henríquez, Brizio, Herrera, Velázquez, Medina, Trejo, Escoto, Banegas, De Vega, Ramírez, Cáliz, Aguilar, Marín, Díaz, Valle, Coello, Torres. Sin embargo, la mayoría de nichos y tumbas están en total abandono, no le prestan atención y el muro perimetral se cayó, tanto que por la cercanía de la población se convierte en un posible foco de contaminación. Esto sólo es otra muestra de la ineficacia de las políticas culturales, de los gobiernos locales, el cementerio de Cedros pudo haberse convertido en un sitio de aprendizaje e incluso en alternativa turística.

Feria turística a finales de agosto

Durante algunos años en Cedros se estuvo celebrando una feria conmemorativa a las actividades de la Asamblea Nacional Constituyente. Ha iniciativa de muchos docentes se hacían eventos culturales, bailes, juegos tradicionales, igual se podía degustar; sopa de gallina india, sopa de mondongo, arroz de maíz con pollo, sopa de frijoles con pellejas, tamal de elote, chanfaina y pinolillo. Sería oportuno, volver a retomar la festividad, no solo por el hecho de conmemorar los eventos históricos que se han suscitado en Cedros, sino porque es un escenario propicio para fortalecer las prácticas cotidianas al interior de las familias.

Otro de los elementos valiosos de Cedros, son las prácticas tradicionales que sus habitantes llevan a cabo para enfrentar algunos padecimientos, por ejemplo la hoja de apazote para (desparasitarse), el aceite de zorrillo para (el constipado), la manteca de cerdo con cebolla, para (refriados), hoja blanca para (dolores del estómago), matasano para (la presión), concha de indio desnudo para (curar las enfermedades de los riñones), leche materna, para (el dolor de oídos), imagino debe aplicarse con gotero. Aún en Cedros, se asume que el “mal de ojos” en los recién nacidos se cura, utilizando (ruda, huevo de gallina india y guaro), sin olvidar que varias personas se dedican a sobar “empachos” (males de estómago).

En noviembre próximo, se cumplen 39 años, de que Cedros fue declarado “Monumento Nacional”, mediante Acuerdo N° 397, en tiempos del presidente Policarpo Paz García. Si bien es cierto es un merecido reconocimiento a su conjunto histórico y trascendencia en la vida nacional, no ha sido suficiente, la ciudad carece de una Casa de la Cultura, algunos de sus edificios han sido remodelados sin seguir normativas, su comercio es decadente, tampoco existen fuentes de empleo. Es de considerar una agenda a largo plazo para devolverle a Cedros su esplendor, aquí no solo son sus autoridades, sino el compromiso de cada uno de los sectores organizados. Cedros, merece liderar parte de un circuito turístico-minero hondureño.

Cancincamón, Talgua, Lempira. Abril, 2020

*Rubén Darío Paz. Director de Gestión Cultural en el Centro Universitario Regional de Occidente- Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Docente investigador en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán en Santa Rosa de Copán. Historiador, egresado del doctorado de Antropología Cultural en la Universidad de Salamanca, España. Ensayista y fotógrafo. Es miembro de Número de la Academia de Geografía e Historia. Correo [email protected] Teléfono (504) 89 02 70 49

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