COVID-19: elegir entre nuestra salud y la economía

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6 de mayo de 2020
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12:35 am
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COVID-19: elegir entre nuestra salud y la economía

Cnel. ® José Luis Núñez Bennett

En todo Honduras, a medida que las regulaciones del estado de excepción, por la pandemia del COVID-19 casi todas las carreteras y calles se han quedado silenciadas, bloqueando y paralizando la economía y todos sus indicios de actividad (tránsito vehicular, manufactura, personas circulando, etc.).

Sin embargo, esta es una oportunidad no valorada por el gobierno, que puede aprovecharse para acelerar la infraestructura y proyectos de gran envergadura que de otra forma tomarían mucho tiempo en ser terminados, como ejemplo, la carretera de oriente o el aeropuerto internacional en Palmerola. Normalmente estos proyectos se ven obstaculizados por desviaciones frustrantes y bloqueos de carreteras para los conductores que circulan en esos tramos, ya sea hacia el trabajo, turismo o la escuela.

Mientras se acatan las normas del distanciamiento social, he aquí un ejemplo de lo que se puede hacer inteligentemente. Mientras la mayoría de los hondureños nos refugiamos en nuestras casas, debemos elegir entre nuestra salud física o nuestra salud económica. Algunos presionan que debemos quedarnos en casa, otros que se levanten esas restricciones y así reiniciar la economía. Ante esta disyuntiva, debemos reconocer y considerar que tanto los economistas como los políticos reconocen que es fundamental para la reconstrucción de la economía, revitalizar y continuar con las construcciones de infraestructura pública, porque esto realmente puede beneficiar al país en este período.

Los proyectos de infraestructura, que normalmente llevan años en terminarlos, bajo estas circunstancias podrían acelerarse y avanzar a gran velocidad, mientras generamos trabajo, o al menos los mantenemos intactos y creamos circulante en las economías locales. Es una oportunidad que debe ser considerada tal como lo están haciendo otras economías asiáticas, del Pacífico y de Suramérica. El ejemplo más claro es la red de ciclovías con 22 kilómetros de longitud, que se habilitó y expandió en Bogotá, Colombia, para facilitar el tránsito seguro de trabajadores. Otro ejemplo a considerar es el de la ciudad de Génova, Italia, que decidió utilizar el período de distanciamiento social y paro del transporte, para terminar la reconstrucción del puente Morandi, que se derrumbó en el 2018.

COVID-19: elegir entre nuestra salud y la economía

Como estos ejemplos hay otros en algunos países. Nosotros también podemos plantear iniciativas coherentes si el gobierno y la empresa privada se unen en este esfuerzo con una estrategia congruente, apegada a las medidas de bioseguridad para proteger al obrero, y también dar respiro a la economía nacional.

La Presidencia de la República y del Congreso Nacional parece que están en la misma sintonía. Se han aprobado miles de millones de lempiras para estimular la pequeña, mediana y gran empresa. El gasto en infraestructura debe ser un componente clave de la estimulación del crecimiento económico, de por sí ya deprimido. Lo anterior nos permite intuir que este es el momento de trabajar juntos para construir un consenso nacional y acelerar los proyectos de obras públicas durante el período de cierre a causa de la pandemia.

Claro que hay desafíos. La seguridad de los trabajadores y otros actores involucrados en estos proyectos es primordial. Es casi seguro que algunos trabajadores de la construcción o proyectos de este tipo darán positivo, y eso será así en muchas partes de Honduras, recordemos que este tipo de labores es realizado por obreros de bajos recursos, y que ahora se han ido a casa. Los contratistas tendrán dificultades para encontrar suministros para sus proyectos, incluso si se les permitiera trabajar. Y puede que, aunque el gobierno y la empresa privada llegaran a un acuerdo, esos proyectos podrían verse atrapados por la vorágine de la burocracia. Lo que sí es seguro es que las empresas deberán invertir para cumplir con las medidas de bioseguridad y de seguridad industrial.

Aquí el esfuerzo principal y el enfoque coordinado deberán ser liderados por el gobierno y sus asesores, en consulta con la empresa privada. Esto podría ser crítico para ayudar a acelerar los proyectos de infraestructura que cumplan con las medidas de bioseguridad para los trabajadores. Un plan así diseñado permitiría al gobierno y la empresa privada trabajar juntos para garantizar que los trabajadores sean protegidos mientras laboran en estos proyectos, eliminando así los cuellos de botella en las aprobaciones o en las cadenas de suministro de la industria de la construcción. Si se hace bien, Honduras podría comenzar de inmediato una versión del siglo XXI, del progreso e infraestructura desarrollados en las administraciones de Villeda Morales, Juan Alberto Melgar y Rafael L. Callejas.

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