EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS
VAYA sorpresa. El FMI unas semanas después que golpea fuerte la crisis, desembolsó $143 millones a Honduras –en el contexto del programa vigente– como apoyo a las medidas de emergencia para enfrentar el coronavirus. Pero lo que llama la atención es que el primer neumático del salvataje proviene de donde menos se esperaba. El hueso más duro de roer, responde con mayor celeridad a las necesidades del país, mientras las aves agoreras se enredan en la impenetrable telaraña de la burocracia internacional. El Banco Mundial –por dar un ejemplo– no sale de anunciar moratorias bilaterales de los socios del G-20 que, hasta hoy, no se han concretado. Ni aún después que pasan varios meses del fuerte golpe que asesta la calamidad. Penoso sería si solo fuera la parsimonia. Pero aún es peor, ya no solo la ausencia de reflejos sino la falta de ingenio de sus tías las zanatas. La Corporación Financiera Internacional, el brazo del Banco Mundial creado para asistir al sector privado, está escondida en un cascarón burocrático de protocolos convencionales. Si bien el deber de los organismos internacionales de crédito es apoyar al sector público, esta corporación existe para prestar servicios a esos pintorescos paisajes acabados.
Hasta el momento no ha dicho ni pío. No ha salido con ninguna solución creativa que permita auxiliar en forma directa al sector empresarial para salvar empleos, para evitar el colapso del piso que se desmorona y que sostiene la economía nacional. Sin embargo –de manera más expedita– el FMI ahora anuncia que el gobierno ha llegado a un acuerdo con la misión técnica sobre la Segunda Revisión del Programa Económico bajo el Acuerdo Stand-By/Facilidad de Crédito proponiendo un aumento en el apoyo del Fondo a US$530 millones. “El personal técnico propone aumentar el nivel de acceso bajo las facilidades SBA/CFA en aproximadamente US$222 millones, llevando el acceso total en torno a US$530 millones, y completar la segunda revisión del programa”. La misión del FMI, encabezada por Esteban Vesperoni, mantuvo conversaciones con las autoridades hondureñas por videoconferencia. Acto seguido, reaccionó al momento de anunciar las medidas complementarias acordadas: “La pandemia COVID-19 está teniendo un impacto adverso importante en las condiciones sociales y económicas en Honduras”. “Provocará una recesión en 2020, con una contracción esperada de la economía de aproximadamente un 3.3 por ciento”.
“Esto refleja el impacto de las medidas necesarias de mitigación para aliviar las presiones sobre el sistema de salud y proteger vidas, así como los grandes choques externos a través de las remesas, la maquila, el comercio, el turismo y las condiciones financieras externas. También se proyecta que la pandemia genere aumentos en las necesidades de financiamiento fiscal y de balanza de pagos”. “El programa del gobierno prevé un déficit del 4 por ciento del PIB para el sector público no-financiero en el año 2020, y reorientaciones del gasto presupuestal no prioritario”. “Este déficit sería generado por menores ingresos fiscales relacionados con la recesión, así como por mayores gastos para contener el alcance y mitigar el impacto de la crisis sanitaria, humanitaria y económica causada por la pandemia”. “Las autoridades también están adoptando medidas importantes de política monetaria y financiera para limitar el impacto de la crisis, incluidas reducciones en la tasa de política monetaria, aumento de la provisión de liquidez, alivio del servicio de la deuda, e implementación de fondos de garantía”.
