La instantánea sensación del amor: Siete cuentos ígneos de Elvin Munguía

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10 de mayo de 2020
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12:20 am
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La instantánea sensación del amor: Siete cuentos ígneos de Elvin Munguía

Por: Linda María Concepción Cortez

Siete cuentos ígneos (2019) es el título de una de las publicaciones del escritor hondureño Elvin Munguía (1995), narrador, poeta, investigador, antologador y editor.

Este libro incluye siete cuentos cuya temática se prolonga entre todos, formando un cuerpo homogéneo, entre el amor instantáneo, místico y erótico. Existe en ellos una insistencia del autor en cuanto a los ambientes licenciosos como el bar, el café o la cantina como los lugares donde convergen seres anónimos, invisibles de personalidad que contrastan con las personificaciones femeninas, quienes son divas, fuertes, altaneras, descaradas y muy libres de todo complejo social.

El cuento inicial “La eventualidad de maúrs, el fantasma y la chica de las alas oscuras en el Lupita cockroach”, (cucaracha en español) se ubica en el bar que lleva ese nombre, narra una escena en la cual ellos entran a beber y ahí está una joven que tiene un tatuaje de alas en la espalda.

El fantasma y ella se conectan instantáneamente, surge una conexión como de reencarnación cual reaparición desde vidas pasadas, entre cerveza y cerveza, y muchos besos. No obstante, la pasión muere cuando llega otra mujer, pareja de la chica del tatuaje y se van juntas.

Por su parte Maúrs, es meramente testigo de las acciones románticas ya que está concentrado en mandar mensajes en su teléfono y pinchar las canciones en la “sinfonola digital” del bar. La narrativa se ajusta enmarcada solamente en la descripción pura de las acciones que se acompañan con sensaciones acústicas, la música que suena durante toda la historia, varía en cuanto a géneros pero marca intencionalmente el ritmo de las acciones en toda la trama.

Este cuento tan melódicamente sensorial es la pauta que rige a los otros seis, puesto que todos se enfocan en lo mismo: amores inconclusos o frustrados, pasiones perecederas y algún momento de alguna vivencia, todo contado en forma retrospectiva, en un intenso soliloquio, que surge en el narrador omnisciente o protagónico de su propia existencia.

Me parece que el personaje de Maúrs, entra como la figura principal del libro, advierte que los otros cuentos serán así: altamente sensoriales, enumerativos de las acciones, descriptivos de los ambientes físicos y psicológicos, finales abiertos.

Este Maúrs, quizá sea el referente que define el estilo literario de Elvin Munguía en este libro. Les explico lo siguiente: Maur le man, fue un carmelita de la comunidad de Rennes en Francia, allá por el año 1650. El jesuita Michel de Certeau en 1959 escribió sobre él algunos artículos históricos, dato que aparece en su biografía Michel de Certeau El caminante herido, donde se indica que: “Lo que le interesa a Certeau del personaje de Maur reside en una enseñanza que no apunta hacia ninguna doctrina, aunque fuera mística, sino que emana de la travesía y la descripción de una experiencia.” (Dosse, 2003, pág. 151).

Por lo que Siete cuentos ígneos, es un libro que proviene desde la erudición exclusiva del autor, pero que al mismo tiempo nos hace pensar en vivencias propias; por tanto, recordar experiencias personales que quizá no han sido cruciales en lo andado del camino, pero sí, muy emotivas para cada quien.

Es muy fácil identificarse con los personajes, estereotipos urbanos, casi invisibles, que aman, que recuerdan, que sobreviven a la desazón mundana y el rechazo amoroso. Son historias para nada complicadas, en el sentido de que en realidad no existe un nudo retorcido o alguna complejidad de fondo en ellas, ya que estas son, ciertamente, aventuras apacibles sin algún desafío como las tramas intricadas, o los planteamientos filosóficos que revuelvan la mente del lector.

En tanto que la literariedad nace desde la percepción de alma solitaria y sensibilidad del autor, el artista observador del entorno, que ve con los ojos del espíritu lo que el resto no puede: la belleza misma del momento, y que trata de enmarcar como una fotografía, para que el lector pueda ser parte de esa imagen.

Por otro lado, ya en los aspectos de forma, el nivel de lenguaje del autor es bastante culto, cuidado y retocado. La función poética es aplicada de manera consciente, muy detallista y extremadamente pulida, se nota el trabajo minucioso del escritor en cuanto al cálculo en la inserción de las palabras durante la estructuración del cuerpo narrativo. De este modo, como decía Paul Ricoeur (1913-2005) en sus planteamientos sobre temas como la fenomenología y la innovación semántica: “El lenguaje se celebra a sí mismo en el juego del sonido y del sentido” (Ricoeur, 2000, pág. 12).

Los símiles y metáforas abundan en estos cuentos: “Henchíanse en la cadencia de las rememoraciones, los labios como caricias, las caricias como besos, las manos como milagros.” (P. 30). La prosopopeya: “Las flores lilas de macuelizo que se hacían alfombra y coronas frente a la catedral, también absorbieron las lágrimas que iba dejando caer el cielo.” (P. 55).

Las figuras de repetición y aliteración: “Ella se sentó frente a la dureza de aquellos ojos a media asta, pero no fueron tan fuertes para soportar las durezas de los recuerdos que iban cayendo envueltos en las mortajas de los planes futuros y presentes, que se iban volviendo, sin poder hacer nada, ánimas, simples ánimas desvaneciéndose de la vida.” (P. 56). “Afuera, el paisaje se alistaba para una despedida, despedida que no podía ser mejor para el adiós,…” (P. 63).

Otro elemento que Elvin Munguía maneja muy bien es el realismo erótico. El cuento “Ella: la pobre mujer del negocio LJ en la 14 de julio”, es manejado en segunda persona, el “yo” protagónico se habla a sí mismo, en forma de recuerdo o de reproche, acerca de la relación que terminó con una mujer que estaba casada. Este cuento goza de una combinación narrativa con elementos cinematográficos, por ejemplo el “flash back” o “vuelta atrás” que sirve para ir del presente cuando un amigo le pregunta al protagonista por ella y entonces el recuerdo se dispara y la mirada se retrae hacia el pasado: “…te cuenta alguna actividad nueva que realiza la mujer que según tú, le has olvidado hasta el nombre, y aunque lo recordases, no sabes nada de ella, incluso en un mohín, has hecho saber que no te importa, que no quieres, que te vale medio grano de mostaza esa mujer.

Pero desde que tomaste el primer escalón, hasta que bajaste el último de las gradas eléctricas en el centro comercial; escalones que con su pausa atorrante te fueron llevando poco a poco y cada vez más lejos o más cerca del pasado. La pobre mujer, se te venía reminiscente entre el aroma del café y el evento de hace un rato.” (P. 45).

Esta era una relación desigual, él tenía que viajar para verla, ella costeaba los gastos de sus viajes. Ella estaba enamorada de él, pero, aquí el amor no es recíproco, aparte de la situación económica que le afecta el ego masculino: “La vez que te hartaste de ser un mantenido, fue por eso de la neurosis y de la inconformidad e incluso de la lucha moral que estabas librando, no es que seas un hombre devoto o temeroso de las repercusiones, sino más bien un pobre individuo atormentado por los complejos, las mediocridades y ese fardel de actitudes esquizoides que de alguna manera le sienta bien a tu personalidad de buen o mal intelectual, pero que al igual, te vuelve torpe y sobre todo inepto con las relaciones, te vuelve inepto para manejar el amor y el cariño que una o que cualquier mujer te dé.” (P. 52).

De entre todos, este cuento particularmente, contiene fuerte erotismo masculino, el hombre que conoce el cuerpo femenino lo recorre abundantemente y lo hace suyo para generarle placer: “sus gemidos despertaban voluptuosos tus morbos y la excitación fue tanta que ella buscó desabrocharte la faja del pantalón pero jugaste con ella y no se lo permitiste, mientras daba una exhalación larga, profunda, exagerada y un quejido se le escapaba y otro y otro mientras sus firmes, pronunciados y tersos glúteos se pegaban más a la parte media de tu cuerpo.” (P. 50).

Las féminas son principalmente tipificadas, todas cumplen con un estricto modelo en cuanto a prosopografía y etopeya, puesto que todas son de gran perfección física, hermosura sin rival y de personalidad deificada: descienden de las alturas para copular con los mortales, son infieles y dispuestas para el amor casual sin ataduras de ningún tipo. En el cuento “Bajo el misterio de la Aurora”, el poeta sufre ya que su amada está en la cama con otro hombre sin acordarse para nada de él: “Amanecer ha de estar con ese tipejo.

Quizá lleve ya unas seis cervezas. También es posible que sus acorazonados labios después de cada trago, arremetan contra la boca de ese imbécil. Él ha de estar recibiendo una serie de frenéticos besos y yo aquí, regodeándome en mi incompetencia. Exhalas tu rabia.” (P. 20).

Este concepto de la mujer-diosa es hiperbolizado en el cuento “La noche en la cual, todas las lunas como los sueños, se materializaron, en el “gran congolón café+bar””, dos divas son el centro de atracción, una es cantante, la otra Ixshara, es espectadora del concierto: “La diosa, que había sido invitada a dar nigromancia a aquél “Café+Bar” con las armonías de su voz, no intuía lo que ocurría, no sospechaba ese desborde de mágicos efectos, de mesmerizadas miradas que se dirigían como pequeños asombrados hacia el lugar que ella ocupaba, hacia la guitarra, hacia la butaca, hacia sus manos.” (P. 31).

La narrativa en este cuento es bastante difuminada (fade out), hay cambios de imagen entre Ixshara, Marco y la cantante, cada uno concentrado en sus propios pensamientos o acciones: una canta, la otra escucha, el otro mira. El momento que vuelve perpetuo el autor se da en un bar, donde, mientras la cantante deleita al público, Ixshara saborea el vino y las melodías, distraída en sus cavilaciones, al mismo tiempo que es observada tímidamente por Marco quien en su mente va adivinándola, entendiéndola, absorbiéndola hasta el punto en que la considera como la indicada para el amor perfecto: “Sería de noche y sería en el Gran Congolón que una trovadora tendría sostenida en su voz una mano señalando una calzada, una bossa nova. Estaría sentada como si hubiese bajado despacio desde cielos lejanos, gravitaría como una mariposa sobre las moderadas corrientes de las remembranzas, jugaría como una cachorra a mover la copa, sus ojos de pantera proyectarían la más afectuosa luz.” (P. 32). En este cuento, la ambientación mística es enmarcada por una noche estrellada, donde la música es el ingrediente que propicia el hechizo en los protagonistas.

En mi criterio, Elvin Munguía es un autor cuya propuesta literaria es huidiza, no trata de conectarse con el lector, trata de esconderse, deja evidentes pistas, que por ser muy obvias, parecieran que están ahí sin el deseo de que sean perseguidas o atinadas por el receptor. Recordemos que una de las características de la literatura actual es que fomenta la participación activa del lector, en cuanto a reflexión y construcción de la obra misma responsabilizándolo directamente por sus percepciones propias; de tal manera que “decir” y “mostrar” son dos técnicas distintas, que pueden ser usadas o no por los autores; no obstante, no les corresponde dar explicaciones a sus lectores.

Considero que lo esquivo del autor se basa precisamente en contar la historia para sí mismo, como decía Sören Kierkegaard (1813-1855) en su individualismo moral: “Debo encontrar una verdad que sea verdadera para mí… la idea por la que pueda vivir o morir”, en tal sentido, Elvin Munguía cuenta sus historias como hechos introspectivos, monologados, a través de un acto de recreación personal que luego, con la lectura del libro se vuelve parte del imaginario colectivo.

No obstante, el elemento subjetivo se vuelca hacia la reflexión sobre el fracaso del individuo como producto social, el desánimo crónico del alma del artista que ve el decaimiento del mundo inmerso en su contemporaneidad, y, sobre todo, el ego masculino que sufre ante la inevitable muerte del amor, esto último particularmente en las historias: “Temporales” y “Relato infiel”, ambas llevan la misma línea temática, las mujeres amadas terminan la relación, o vuelven felices con sus esposos, mientras ellos se quedan solos, mudos en su dolor: “Él no dijo nada, únicamente suspiró en señal de aprobación, entendimiento, o respeto. No obstante, en los ojos, en sus ojos, se le vislumbraba destellos infinitos de resignada súplica: No te vayas, quédate,…” (P. 69). “Ahí fue cuando el chico se resquebrajó como una taza lanzada con fuerza. Las astillas se esparcieron como motas de tristeza. Eso fue lo que percibió la procesión de nubes que iban despacio mudando la tarde en una noche de rebujo de agua.” (P. 56).

La calidad en la narrativa de Elvin Munguía es muy buena, su intención es compartir con el lector episodios de su vida, independientemente de la reacción o nivel de entendimiento del receptor, aunque busca que el lector se sienta identificado con este mundo ficcional. En la composición narrativa combina la sencillez de la trama con la intricada poesía sensorial en su prosa; hay que destacar sobre todo que cuida esmeradamente el uso de la palabra; asimismo, brinda al lector abundancia de datos en la ambientación física y psicológica; además, aplica técnicas cinematográficas para lograr que el lector pueda disfrutar a plenitud en la reproducción y absorción de los significados, por ejemplo, esta escena que va a manera de un “travelling”, donde la imagen se mueve junto con los protagonistas: “Cogieron por acá. Se confundieron entre el ruido y los pasos presurosos de los caminantes de la atestada calle, se mezclaron entre los peregrinos rostros, se coloraron entre la multitud esquiva del atardecer.” (P. 64).

En lo personal, creo que este joven escritor originario de La Ceiba, tiene muchísima calidad en su producción literaria y que como lectores debemos estar al tanto de las próximas propuestas que este autor nos brinde para el imperativo deleite literario.

Para finalizar, hay que decir que nuestros escritores hondureños, a través de sus obras, están construyendo la nueva historia de la literatura hondureña. Es muy importante que desde la academia, el Estado y la sociedad civil, se generen espacios de conocimiento y apreciación sobre la producción en esta etapa vital de nuestro país. Es nuestro deber como lectores, – pero también como catedráticos, como escritores, como estudiantes-, conocer y valorar la importante labor de nuestros artistas.

Linda María Concepción Cortez, es Máster en Estudios avanzados en literatura española e hispanoamericana, por la Universidad de Barcelona. Licenciada en Letras con orientación en literatura, Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Es docente del área de Letras del Centro Regional Universitario de Occidente UNAH.CUROC, Santa Rosa de Copán. Contacto [email protected] . Celular 96735116.

BIBLIOGRAFÍA
Dosse, F. (2003). Michel de Certeau el caminante herido[En línea]. México: Universidad Iberoamericana. Recuperado el 14 de 11 de 2019, de https://books.google.hn/books?id=Xm3Gi1KuNDQC&pg=PA151&lpg=PA151&dq=personaje+maurs&source=bl&ots=mgDPxM2Vj0&sig=ACfU3U2AbWMLk1Frp9wOx8S_g-Hf8_MgwQ&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwjh7buGjurlAhUNrlkKHbdxDqcQ6AEwBnoECAkQAQ#v=onepage&q&f=false
Munguía, E. (2019). Siete cuentos ígneos. Tegucigalpa: Goblin editores.
Ricoeur, P. (2000). “Narratividad, fenomenología y hermenéutica”. Análisi, 189-207.

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