La palabra de la Academia Hondureña de la Lengua

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10 de mayo de 2020
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12:25 am
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La palabra de la  Academia Hondureña de la Lengua

 

LENGUA MADRE

No hay duda alguna. Existe una relación entre lectura, lenguaje, comunicación y éxito. Quienes menos leen, tienen un léxico reducido. 200 palabras dicen algunos que necesita un hombre común, para relacionarse con los demás y vivir. Para pedir y decir que si; o no. Cuando se trata de oír y entender las instrucciones y llevarlas a la práctica, los monosílabos, no son suficientes. Ni tampoco los asentimientos que se hacen con la cabeza. Porque las cosas deben hacerse bien, siguiendo las instrucciones. O no se hacen. Y si se “hacen”, no sirve para nada.

Es decir que el lenguaje es, fundamental en la identidad. Se aprende desde la boca de la madre, desde los primeros días de vida. Es lengua materna. Es el lenguaje del relato familiar y colectivo, la construcción de la legitimidad y la fuente para la edificación de la estructura del derecho que defiende a las personas. Sin un lenguaje propio – o adquirido, según el caso—solo queda el ladrido. El ataque; o la huida.

Sobre la lengua madre, se pueden adquirir otras, mediante el estudio. Hasta hace poco, se decía que, una persona que maneja más idiomas, vale como tantos habla. Pero lo que no puede adquirir, en ninguna parte, sino en el interior de la familia es, la lengua materna que es en la cual, nos sentimos mejor, hablándola o escribiéndola. De forma que no tiene sentido, comparar – y menos menospreciar – la lengua madre con otras lenguas. Porque en el primer caso, todas las lenguas, tienen sus peculiaridades, sur virtudes y sus defectos. De conformidad al poder de uso y la influencia que tiene, en un determinado momento de la historia.

Lo que no se puede – ni se debe – es renunciar a la lengua materna y, creer inocentemente que renunciar al español y escoger el inglés, el éxito está garantizado por el manejo de este idioma. Y que hay que menospreciar al español. Esta es una conclusión estúpida que, maneja una parte de la juventud “hondureña”, miembros de la clase media baja que quiere triunfar, desesperadamente, — a codazos o empellones–, contra el que se les ponga enfrente. Detrás de esta conducta, hay un complejo de inferioridad, falta de identidad, una familia amargada y una juventud sin identidad; ni confianza, que nuestra Patria, tiene futuro.

En 1960 vinimos a Tegucigalpa. Pocos colegios llevaban nombres en inglés. Era prohibido. Tampoco los negocios tenían nombres en inglés. Recuerdo que el Almacén “Nueva York”, aparecía así, escrito en español.

Ahora es diferente. Los periódicos rebozan de palabras en inglés. Los negocios, si quieren triunfar, necesitan nombres en inglés. Los colegios, son “bilingües”, con nombres en inglés. Estamos rechazando al español, sustituyéndolo por el inglés. El director de la RAE, Muñoz Machado, dice que esa es una amenaza para Centroamérica. Si Walker no nos conquistó en el siglo XIX, los nuevos filibusteros, profesores de inglés, nos convertirán en una colonia de los Estados Unidos. Los tribunales de justicia, están en Nueva York. (JRM)

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