Frente al COVID-19 Ciencia, humanismo y fe. ¿La respuesta?

MA
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12 de mayo de 2020
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12:21 am
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Frente al COVID-19 Ciencia, humanismo y fe. ¿La respuesta?

¡Liberales! La victoria se construye la derrota también

Luis Alonso Maldonado Galeas
General de Brigada ®

Ante el COVID-19, el mundo está convulsionado, la humanidad en riesgo, la ciencia experimentando y la fe a prueba. El escenario, como es común en estos eventos se muestra volátil, incierto, impredecible y ambiguo; el desafío es revertir su configuración a favor, para tal fin, los estados con sus líderes al frente, los institutos de investigación científica y tecnológica, la academia, los organismos financieros internacionales, las organizaciones con fines humanitarios de alcance universal, los defensores del ambiente, las iglesias, los científicos, expertos, especialistas y técnicos, y otras tantas entidades relacionadas, intentan denodadamente dar la respuesta idónea desde sus propias visiones, misiones y capacidades. Pero, ¿son convergentes, articuladas, cooperantes, solidarias?
Evidentemente, las soluciones en curso, tanto en el abordaje como en la definición y aplicación de las políticas y estrategias, presentan diferencias significativas; la expectativa es, si el resultado de la diversidad conlleva un beneficio común para los seres humanos, o en su defecto, una acentuación de las múltiples asimetrías, con perjuicios dedicados o bienestar selectivo, muy comunes en el ordenamiento mundial, sea actual o potencial.
Países exitosos en el manejo de la crisis como Taiwán, Singapur, Corea del Sur, Alemania, Japón, Nueva Zelandia, Costa Rica y Rusia, son modelos referentes por el control acertado de las variables de riesgo; en tanto, los Estados Unidos de América, Inglaterra y Brasil, presentan los indicadores más altos de contagio y letalidad. ¿Qué lecciones nos dejan?

Citando algunos indicadores de la realidad planetaria, se calcula una recesión económica mundial del 7%, se anuncia la pronta disponibilidad de medicamentos para el tratamiento e inmunización en contra del SARS-COV-2, muchos países han iniciado procesos de reactivación económica y desarrollo de actividades sociales gradualmente, ante lo que el señor Tedros Adhanom, director general de la OMS, advierte que “el riesgo de volver al confinamiento es real”. La bolsa de valores en Wall Street se muestra fluctuante y nerviosa, hay indicadores de tensiones de índole geopolítico y comercial, las grandes potencias analizan las tendencias del poder y hacen los cálculos obligados para la toma de decisiones; el secretario de Estado Mike Pompeo sostiene respecto al coronavirus que “hay evidencia significativa de que esto provino del laboratorio”. ¿Tensiones entre poderes hegemónicos?, ¿intensificadores de la crisis global?

Honduras, sin ignorar el entorno, resiente la disfuncionalidad del sistema político, económico, social y cultural, una irresponsabilidad reiterada en la conducción del Estado, el sectarismo, una norma de gestión habitual, el ejercicio autoritario del poder, indiferencia ante las aspiraciones nacionales, siendo el bien común un concepto ignorado a propósito y la persona una víctima que gravita en la periferia. Así nos atacó la pandemia, marcados por la desigualdad, con otras crisis paralelas: de empleo, de educación, de salud, de liderazgo, de agua, de ambiente, de finanzas, de corrupción y hasta de identidad; entendible es, el multiefecto que revela fragilidades y debilidades, que demandan respuestas con fortalezas multidisciplinarias y alcance multidimensional.

La ciencia en un sentido amplio, debe responder aglutinando todas las disciplinas posibles y aplicables a saber: la política para crear condiciones de estabilidad, garantía de la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República, la gestión eficiente del Estado, inspirar confianza y demostrar voluntad política a la participación incondicional; la estrategia que da las herramientas para las soluciones en tiempo y espacio, la economía para mantener los balances tolerables del déficit fiscal, del PIB, de la balanza comercial, del ingreso per cápita, hacer la readecuación conveniente del presupuesto y diseñar la secuencia ordenada de la actividad económica, faseada en una sostenibilidad mínima, reapertura y reactivación planificada, paulatina y restrictiva, así como un plan de crecimiento económico postcrisis. La sociología para identificar personas y grupos vulnerables, con discapacidad y riesgo social, para los análisis de desarrollo humano, de satisfacción de necesidades básicas y provisión de servicios públicos, a fin de canalizar correctamente la asistencia con justicia y equidad; la psicología para atender los desequilibrios mentales y emocionales, producto de la ansiedad, la angustia, el miedo y la desesperación, incluyendo el trato indiscriminado y la estigmatización de los contagiados, sean enfermos, personal de salud u otros servidores públicos.

La biología, la biotecnología, la administración, la antropología, la geopolítica, la geoestrategia, la estadística, el derecho y la Ética entre otras ciencias, deben estar presentes en la sala de crisis del nivel más alto de dirección política y en otras instancias que sea aplicable su aportación, debiendo utilizar como herramienta obligada, el proceso racional de toma de decisiones, incorporando el componente ético y los modelos conceptuales para el manejo de crisis.

La ciencia tiene sentido si sirve a la humanidad, no se debe en tiempos de crisis negociar con la vida en los mercados especulativos; es tiempo de las aproximaciones, de romper los esquemas de desigualdad, de garantizar el acceso al tratamiento digno sin discriminaciones y privilegios. Al respecto nos advierte la filósofa estadounidense Judith Butler, “el virus por sí mismo no discrimina, pero nosotros los humanos seguramente lo haremos”; es la hora de tender los puentes de la solidaridad universal, de asegurarnos que el progreso tecnológico y científico debe complementarse con el progreso ético y moral.

La fe y la ciencia se juntan para servicio de la humanidad, ni la ciencia en solitario, ni la fe en sí misma, resuelven el problema; por la fe se es salvo, por la medicina sano, sanidad y salvación son beneficios de la humanidad. La batalla común de las ciencias es el bienestar, el progreso y la prosperidad, la batalla común de la fe es la salvación; el beneficiario: el humano.

“Mas el justo por la fe vivirá”, (Romanos 1:17), he ahí un desafío humano y de la ciencia, con una esperanza de salvación.

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