Una nueva oportunidad para Honduras

MA
/
12 de mayo de 2020
/
12:31 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Una nueva oportunidad para Honduras

Rafael Delgado

No hay duda que los tiempos difíciles, además de las dificultades, llevan inherente grandes oportunidades. Sabiendo aprovechar de manera positiva ese momento donde todo parece difícil o imposible, donde la incertidumbre amenaza con paralizar todo, proliferan las ideas innovadoras, las grandes propuestas y los planes transformadores. Suena a fantasía, pero no lo es. Experiencia tras experiencia de países en momentos diferentes demuestran las recuperaciones exitosas que han seguido a partir de esfuerzos sinceros y sistemáticos remontando el pasado de las crueles guerras, de las dictaduras nefastas o de los devastadores fenómenos naturales.

Hoy Honduras, agobiada por diferentes males además del coronavirus se encuentra ante un momento igual. A excepción de pequeñísimas minorías, la gran mayoría de los hondureños ha palpado los efectos del confinamiento obligado, la pérdida de los ingresos, del empleo y la enfermedad. La incertidumbre del qué comeré mañana se hace más presente en millones de hogares hondureños que viven del sustento de la venta diaria. Los asalariados que en los tiempos normales hacen malabares para que sus ingresos ajusten para el consumo básico, ahora ante la caída de los mercados viven el día ante la amenaza si serán los siguientes en ser despedidos.

La pandemia nos sorprendió precisamente porque llegó sin aviso, obligándonos a tomar medidas de parálisis económica y social para evitar el contagio. Pero además nos encontró sumamente debilitados con un sistema de salud pública que ya tiempos estaba postrado y sin capacidad para dar al menos una respuesta a lo más urgente, exponiendo así a los infectados a un futuro sumamente incierto. Sin embargo, esto no es todo. Quizás no hemos dimensionado completamente el efecto en la población de los niños y jóvenes de las escuelas públicas, quienes se encuentran en un sistema deficiente para formarlos y completamente inútil para responder a la emergencia. Bajo las circunstancias del coronavirus son los que silenciosamente padecen al no poder continuar su año escolar.

Ante estas circunstancias dolorosas, que no se pueden atribuir a la pandemia sino al descomunal descuido de muchos años de las cosas fundamentales, todos en el país estamos conscientes de la necesidad de un cambio en todas las áreas del país. Seguramente no es un problema de etapas, sino de una tarea uniforme que se debe abordar simultáneamente a lo largo del país y verticalmente a través de todos los sectores y grupos sociales. Tanto para los negocios como para la política se pide a gritos un compromiso inquebrantable de todos por los más necesitados, por un país más humano, menos violento y menos corrupto. Por claridad en los propósitos de ejercer el poder de manera democrática, sin los usuales abusos del presupuesto público. Por líderes respetuosos de las leyes, gobernando para servir, de no servirse del poder económico y político para blindarse de los justos reclamos y de la aplicación de la ley.

¡Cuánto extrañamos a líderes solventes, sin ninguna deuda moral pendiente de pagar, sin necesidad de aferrarse al cargo y al poder para así evitar pagar sus obligaciones y las de sus aliados! ¡Cuánta falta hacen autoridades que ejerzan sus funciones sin el cálculo y las consideraciones de las camarillas! ¡Cuánto extrañamos líderes cuyo único compromiso sea el buen gobierno!

Mientras esas cosas no cambien no se verá nada nuevo en el país y las aisladas iniciativas que irrumpan en medio de la incertidumbre y la crisis estarán condenadas a fracasar en un ambiente de corrupción y negligencia, de agendas ocultas y propósitos desestabilizadores para la democracia del país. Los cambios desde arriba, acomodados a los intereses de los que han desgobernado, ya no son ninguna salida a los problemas. Es la hora de los nuevos líderes desligados del pasado oscuro de la negligencia y la corrupción para que en el marco de grandes consensos democráticos cambien el rumbo del país.

Más de Columnistas
Lo Más Visto