Jinetes del apocalipsis

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13 de mayo de 2020
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12:45 am
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Jinetes del apocalipsis

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José María Leiva Leiva

Para nadie es un secreto que la corrupción es un desafío y un riesgo para la calidad crediticia en la mayoría de los gobiernos en Latinoamérica. De acuerdo con la calificadora Moody’s, (que sigue varios indicadores de gobernanza) estos países tienen una puntuación que se ubica en los rangos “bajos” y “muy bajos” para el control de este abominable flagelo. Y en tiempos como estos de pandemia, la transparencia importa más que nunca.

En tiempos así, queda visto, “que los sistemas nacionales de salud -algunos de por sí ya frágiles- se ven amenazados y sobresaturados por el alto porcentaje de pacientes que reclaman atención médica. Muchos países se enfrentan a la escasez de equipos y profesionales médicos capaces de proporcionar servicios de salud ahora vitales, y algunos tratamientos para detectar y tratar la pandemia del coronavirus no están disponibles”. Por insólito o cruel que parezca, “la corrupción encuentra terreno fértil para prosperar en tiempos de crisis, sobre todo cuando las instituciones y los mecanismos de supervisión son débiles, y la confianza ciudadana es escasa”.

“La identificación de estos riesgos de corrupción antes de que sucedan puede ayudar a fortalecer nuestra respuesta a la pandemia y ofrecer así los servicios de salud a quienes más lo necesitan”, son reclamos que escuchamos y leemos por todas partes. Por desgracia, Honduras no escapó a este tipo de señalamientos dados a conocer por la prensa en general, en la que se habló de dos informes presentados por el Consejo Nacional Anticorrupción referidos a las compras directas sobrevaloradas de hospitales móviles, mascarillas N95, guantes y pagos de viáticos entre otros hallazgos.

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En este orden de cosas, el sitio web de Transparencia Internacional destaca que “el riesgo de corrupción en la atención médica se ve exacerbado por una presión dramáticamente mayor sobre el sistema. La interrupción, la incertidumbre y la distracción contribuyen a un entorno en el que los actores corruptos pueden aprovechar la crisis para su propio beneficio”. https://www.transparency.org/ La ONG ha “identificado varias medidas críticas contra la corrupción, incluida la publicación abierta de investigaciones sobre vacunas y tratamientos, la protección de los denunciantes en los sistemas de salud y la garantía del acceso equitativo a tratamientos que salvan vidas”.

“Sin embargo -agrega-, la necesidad de transparencia, responsabilidad, apertura e integridad exige de una acción global rápida”. Sobre todo, cuando “los países, regiones y ciudades han declarado estados de emergencia o invocado poderes extraordinarios similares para ayudar a prevenir la propagación del virus al acelerar la toma de decisiones y la asignación de recursos”. No obstante, “la concentración de poder no debe, bajo ninguna circunstancia, conducir a su abuso. Es vital que los poderes de emergencia se ejerzan solo para los fines previstos”.

“Los gobiernos deberían hacer todo lo posible para actuar con integridad y ser abiertos con el público. El acceso a la información es clave para que pueda haber responsabilidad en el futuro por las decisiones tomadas ahora”. Asimismo, Transparencia Internacional, al referirse a los programas de estímulo que se están dando para ayudar a las economías a recuperarse del impacto de la pandemia, subraya que “esta crisis también es un recordatorio de la importancia de la transparencia en la forma en que las empresas y las industrias presionan por los fondos públicos”.

“Los gobiernos -dice-, deben proporcionar una justificación razonada de las elecciones que toman para contener la pandemia y estimular sus economías, de modo que aseguren la confianza del público… los medios de comunicación y la sociedad civil tienen un papel especialmente importante para proporcionar al público información confiable, independiente y actualizada en tiempos de crisis. Estas voces deben protegerse, y los poderes de emergencia nunca deben usarse para reprimir la libertad de prensa”. Aquella triste y delincuencial realidad me hizo recordar la fábula de las virtudes conferidas por Dios a los latinos cuando hizo el mundo:
“Serán inteligentes, honestos y políticos -dijo-. Dándoles una virtud más que a los japoneses, estadounidenses y alemanes, que se quedaron con dos. Un ángel le hizo ver que así, los latinos prevalecerían sobre los otros pueblos, creando una injusticia. Dios terminó entonces por mantener las tres virtudes, con la condición que en la práctica solo podrían ejercer más de dos simultáneamente. Es por eso, que desde ese momento: el latino que es político y honesto, no puede ser inteligente; el que es inteligente y político, no puede ser honesto y el que es inteligente y honesto, jamás podrá ser político!”. Desde luego, en Honduras, la moraleja a muchísimos les calza como anillo al dedo. Tal pareciera que su afán verdadero al enrolarse en política, es para aspirar a convertirse en Mickey Mouse: ser tan encantador que la gente se olvide que es una rata.

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