DEL TIKTOK AL MERCADEO

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18 de mayo de 2020
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12:46 am
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DEL TIKTOK AL MERCADEO

HASTA ahora nos hemos ocupado de la “infodemia” –sobreabundancia de información– la otra pandemia. Ello es el chubasco de bulos, datos falsos y desinformación propagada en las redes sociales. Antes que el diablo lo sepa queremos descartar que haya prejuicio alguno contra las redes sociales. Esta casa editora, consciente de la evolución en las comunicaciones y el uso de otros medios tecnológicos no convencionales, en los últimos tiempos, ha hecho una considerable inversión en mejorar, actualizar y fortalecer sus portales digitales. Así que el periódico no solo es la edición en papel, sino además sus portales de la web y la interacción en Internet y en redes sociales. Por voluntad del Señor, la pandemia no nos tomó con los calzones en la mano y, en un decir Jesús, logramos trasladar por distintas vías, en forma gratuita a nuestros usuarios y al público en general, la versión en PDF del diario escrito para hacerlo accesible en sus móviles y pantallas digitales.

DEL TIKTOK AL MERCADEO

Hay, dentro del público en general, una percepción distorsionada sobre el alcance de las redes sociales. Hoy en día, nadie lo duda, es un medio con amplia cobertura que goza de cierta influencia. Sin embargo, el alcance no es igual para cualquier tipo de divulgación que se transmite. Ello es así, porque una cosa es lo que circula para efectos de espectáculo, de morbo, de entretenimiento, de hostigamiento, que puede dispersarse de forma vírica, y otro es el contenido más serio o de naturaleza comercial que no capta ningún interés entre un auditorio más proclive a las frivolidades. “Tenemos tantos miles de seguidores en nuestro Facebook” –se jactan unos ejecutivos–. Bien, pero ¿cuántos de esos seguidores pasan pegados a la información que suben? Vean el número de “shares” y de “likes” de cada entrega. Muy pocos. Nadie se entera de lo que publican. Solo llega a 1%-3% de los suscritos. Si desean más enganche, tienen que pagar –para un tiro de escopeta, no focalizado a clientes seguros– ya que en eso consiste el negocio de la red social. Para mejor proveer, tomamos datos de una fuente confiable de investigación en tecnología digital: “A muchos nos ha llegado tarde la noticia, pero la realidad es innegable: El alcance orgánico de las publicaciones en Facebook está muerto, y continúa en caída libre”. En el patio doméstico quién sabe si se enteraron. “Según MKT –explica un ejecutivo que le informaron sus técnicos– los jóvenes siguen Instagram, YouTube, FB y Twitter, en ese orden y ahora TIKTOK”. Puede ser cierta la información. Ajá, ¿pero revisaron qué contenido fue el que tuvo amplia divulgación por esos medios?

La del militar TIKTOK bailando “tra-tra” pegó. Pero eso es cosa distinta a un anuncio de una empresa o a una noticia posteada por un centro de enseñanza, o el texto de un boletín de una institución pública o privada. “A no ser que los propietarios del negocio o el director del centro educativo, o el presidente de la institución, deseen aparecer en pantaloncitos cortos bailando el tra-tra-tra”. La ilusión sobre el predominio de la red como vehículo de comunicación, es ignorancia por no hacer las diferenciaciones. Tanto sobre el contenido de la información que se pretende transmitir, como de la parte del auditorio ávido de prestar atención a determinado contenido y ciego y sordo a otro tipo de contenido. En otras palabras. Quienes pasan pendientes de ver e intercambiar memes provocativos, noticias escandalosas, videos capciosos, ni a pellizcos abren un anuncio de una empresa comercial que les manden por el Facebook. El material que interesa a las “chatarras de los chats” a los zombis hipnotizados en sus pantallas digitales, no es el mismo, ni remotamente, de lo que quiera divulgar una empresa o institución seria. El periódico sí difunde información capciosa, pegajosa, noticiosa, entretenida, sensacional, primicia, que capta la atención de usuarios y lectores. Y un titular a cinco columnas de portada –como una foto inusual– influye en las élites que deciden. Sin embargo, tal es la apariencia del uso de las redes, que la ficción se toma como realidad. Confundidos que lo que sirve para un propósito igual funciona para otro fin. Tremendo error. En el engaño caen hasta las mismas agencias de publicidad y los departamentos de mercadeo de comercios, empresas e instituciones que, birlados por el espejismo, recomiendan a sus altos ejecutivos políticas de mercadeo equivocadas. Como gastar pólvora en zopilotes. (Continuará).

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